Lecciones y herencias del siglo XX: comentarios a la obra de Eric Hobsbwam (II)

25/05/2014
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“Las mayores crueldades de nuestro siglo han sido las crueldades impersonales de la decisión remota, del sistema y la rutina, especialmente cuando podían justificarse como deplorables necesidades operativas”
(E. Hobsbwam: “Historia del siglo XX”, p. 58)
 
El primer gran bloque histórico analizado por Hobsbwam  es denominado por él como “La era de las catástrofes” (1914-1944), y comprende claramente cinco acontecimientos de impacto mundial, siendo estos los siguientes;
 
1.     La Primera Guerra Mundial (1914-17).
2.     El triunfo de la Revolución Bolchevique en Rusia (1917).
3.     La Gran Depresión Económica (1929-33).
4.     El surgimiento del Tercer Reich (1933).
5.     La Segunda Guerra Mundial (1939-44).
 
Sin extraviarse en la extensa y oceánica maraña de fechas, datos, nombres, eventos, lugares y anécdotas acumuladas en centeneras o miles de libros escritos sobre cada uno de estos grandes acontecimientos históricos de escala global (1), Hobsbawm se concentra en encontrar vínculos causales que unan y expliquen estos acontecimientos dentro de un marco o corriente histórica más amplia, de tal forma que se puedan apreciar bajo una cierta lógica sistémica, y no como acontecimientos aislados e inconexos entre sí.
 
El hilo conductor y causal de tales acontecimientos de impacto planetario que Hobsbawm encontró está íntimamente relacionado con la lucha inter-imperialista (o “inter burguesa” como solía destacarse en la literatura marxista de hace unas décadas atrás), llevada a cabo por un puñado de potencias económicas, militares y comerciales, por lo que se denominaba “el nuevo reparto económico del mundo”.
 
En tal sentido, la constatación de tal hecho es puesta en evidencia por Hobsbawm en un párrafo extremadamente revelador, el cual cito aquí y ahora de manera textual:
 
“En cambio, las guerras repercutieron favorablemente en la economía de los Estados Unidos, que en los dos conflictos mundiales alcanzó un extraordinario índice de crecimiento, especialmente en la segunda guerra mundial, en que creció en torno al 10 por ciento anual, el ritmo más rápido de su historia.
 
Durante las dos guerras mundiales, los Estados Unidos se beneficiaron de su alejamiento del escenario de la lucha, de su condición de su principal arsenal de sus aliados y de la capacidad de su economía de organizar la expansión de la producción más eficazmente que ninguna otra.
 
Probablemente, el efecto económico más perdurable de ambas guerras mundiales fue que otorgó a la economía estadounidense una situación de predominio mundial durante todo el siglo XX corto, condición que solo ha empezado a perder lentamente al final del período…  En 1914 era ya la principal economía industrial, pero no era todavía la economía dominante (2). Las dos guerras mundiales alteraron esa situación al fortalecer esa economía y debilitar de forma relativa o absoluta a sus competidores” (3).   /…  Fin de la cita textual
 
Bajo este esquema explicativo planteado por Hobsbawm, tanto la primera como la segunda guerra mundial responden a ese factor causal principal centrado en la pugna por el reacomodo y el reposicionamiento entre las principales potencias mundiales de la época (eso que nuestro brillante historiador denomina “competidores”), en una pugna sorda por los mercados en la cual Inglaterra, Holanda, Italia, Francia, Alemania, Japón y Bélgica fueron perdiendo posiciones y fueron dejados paulatinamente atrás por Estados Unidos, quien intervino directamente en las conflagraciones pero sin prestar su territorio para ellas y, en una posición de gran proveedor de arsenal e industria de guerra, que lo catapultó hacia la posición económica de hegemonía mundial.
 
Todo lo anterior refuerza por otra parte algunos planteamientos de Lenin, en cuanto a que, según él, el capitalismo es una sistema que continuamente crece, se refuerza y reproduce mediante el uso sistemático y cíclico de creación y destrucción de activos (básicamente, mediante la producción, la especulación financiera y la guerra (4).
 
Por otra parte, tanto el triunfo de la Revolución Bolchevique en 1917 en Rusia, la Gran Depresión en 1929, como el ascenso de Hitler al poder en 1933, fueron acontecimientos “intermedios” acaecidos entre las dos grandes guerras mundiales de la primera mitad del siglo, y si bien es cierto que también pueden –hasta cierto punto- ser explicadas bajo el mismo esquema global de las luchas inter-imperialistas por un nuevo reparto del mundo, son acontecimientos con su lógica y dinámica propia, lo cual exige, en consecuencia, algún detenimiento especial en algunos de sus rasgos particulares y medulares.
 
En ello me ocuparé en la tercera parte de esta serie.
 
Notas:
 
1.     Durante ese lapso también hubieron otros acontecimientos históricos de menor escala e impacto, tales como: el triunfo de la revolución mexicana en 1917; la guerra civil española entre 1936-39; el surgimiento del fascismo italiano; el ascenso del dictador Francisco Franco, quien gobernó en España entre 1939 y 1974; la gesta anti-imperialista de Sandino y su “pequeño ejército loco”, repeliendo la invasión de tropas norteamericanas en Nicaragua entre 1927-1933; entre otros.
 
2.     “En 1913, más de las tres cuartas partes de las inversiones británicas en los países de ultramar –los británicos exportaban más capital que el resto del mundo junto-, estaban concentradas en deuda pública, ferrocarriles, puertos y navegación” (E. Hobsbawm, Historia del siglo XX, p. 208).
 
3.     Op. cit, p. 56.
 
4.     Algunos de ellos expresados por él en forma de artículos publicados en el  New York Times a fines del siglo XIX y principios del XX, algunos años antes del triunfo de la revolución bolchevique e incluso, antes del estallido de la primera guerra mundial, la cual, también fue prevista con varios años de anticipación y con total claridad por Lenin.
 
- Sergio Barrios Escalante es científico social e investigador. Narrador y Ensayista. Editor de la revista Raf-Tulum.  Activista por los derechos de la niñez y la adolescencia en la Asociación ADINA. Autor del libro “La falsa denuncia”.
https://www.alainet.org/es/articulo/85817
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