Lecciones y herencias del siglo XX: comentarios a la obra de Eric Hobsbawm (VIII)

“Radiografía del ascenso y caída del Tercer Reich”

19/01/2015
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Es muy difícil realizar un análisis racional del fenómeno del nazismo…” (Ian Kershaw, citado en “Historia del Siglo XX: E. Hobsbawm, p. 116)
 
El contexto histórico general:
 
La Europa de los años treinta se vio sacudida por una creciente inestabilidad económica, social y política, producto de tres hechos de trascendencia histórica de impacto global: los devastadores efectos de largo alcance derivados de la Primera Guerra Mundial (1914-1918); la extensa oleada revolucionaria que sacudió a la Europa industrial producto de la influencia política del triunfo de la Revolución Rusa (1917) (n. 1); y la intensa crisis económica mundial derivada de los efectos directos de la Gran Depresión económica originada en Wall Street (1929-1933) (n. 2). 
 
A grandes rasgos, esos tres hechos de escala planetaria y de gran impacto generaron las condiciones de intensa y extensa inestabilidad general, que formaron el caldo de cultivo para el surgimiento del fascismo italiano, y en particular, del nazismo alemán.
 
Algunos factores clave (endógenos/exógenos) para entender el ascenso del fascismo alemán.
 
·         Ruptura abrupta (producto del estallido de la crisis financiera global), de los flujos financieros que en forma de préstamos corrían desde EEUU hacia Alemania (los cuales servían no solo para la reconstrucción económica e industrial del país sino para el pago de las reparaciones que Alemania debía pagar producto de los daños causados por ella durante la Primera Guerra Mundial).
·          El derrumbe político de la llamada “República de Weimar”, producto de la crisis económica y social derivada de los factores externos arriba citados (con su cauda de desempleo y malestar generalizado en todos los sectores de la sociedad alemana) (n.3).
·         El auge de los movimientos socialistas, obreros y revolucionarios a lo interno de Alemania (n. 4).
·         El surgimiento de fuerzas políticas ultra-reaccionarias y ultra-nacionalistas a lo interno de Alemania, las cuales, con el respaldo de la oligarquía industrial y financiera y de la alta oficialidad del ejército (en suma, con el apoyo del “ancient regime”), capitalizaron para su beneficio el malestar de las masas (n. 5).
·         El triunfo en las urnas en 1933 del Partido Nacionalsocialista, a cuya cabeza se encontraba Hitler.
 
Algunos elementos ideológicos cardinales constitutivos del nazi-fascismo (6).
 
·         Denuncia del sentimiento de humillación por la derrota infringida durante la Primera Guerra Mundial (y de los tratados de Paz que Alemania fue obligada a firmar en 1918-1919).
·         Nostalgia por una supuesta antigua, gloriosa y “dorada Edad Media” del pueblo alemán (alentada por la lírica musical de Wagner).
·         Odio a la lucha de clases.
·         Rechazo del comunismo ateo.
·         Denuncia de la “insuficiencia de la razón” y del racionalismo.
·         Creencia abierta en la supuesta “superioridad” del instinto y de la voluntad.
·          El odio a las ideas emanadas de la Ilustración del siglo XVIII y rechazo a los principios de la Revolución Francesa (“Libertad, Igualdad, Fraternidad”).
·         Rechazo y hostilidad al llamado “Arte de Vanguardia” (y a sus artistas e intelectuales).
Apego a los valores tradicionales (la familia, la subordinación y pasividad de la mujer, la supuesta inferioridad de los derechos de niños, del de las mujeres, los ancianos y las personas con limitaciones físicas o mentales congénitas).
·         Anti-comunismo exacerbado.
·         Exaltación de la movilización (y manipulación) de las masas.
·         Odio al capitalismo liberal y al socialismo revolucionario.
·         Aceptación franca y abierta de la xenofobia (rechazo a los inmigrantes).
·         Antisemitismo visceral.
·         Ideas de superioridad racial y delirios eugenésicos (ideas de “mejoramiento racial” por medio de manipulación y experimentación genética).
·         Nacionalismo extremo.
·         Rechazo abierto de las ideas democráticas.
·         Ensalzamiento del autoritarismo y de la subordinación ciega a las jerarquías.
·         Expansionismo militarista agresivo e internacional (con ánimos de dominación mundial).
 
Algunas consecuencias económicas, sociales y políticas del régimen nazi-fascista (n.7).
 
·         Abatimiento drástico del desempleo.
·         Acelerado impulso de la industria pesada y militar.
·         Depuración de las viejas élites y estructuras institucionales imperiales.
·         Cumplimiento parcial de algunos programas sociales (vacaciones, deportes, fabricación y distribución masiva a bajo costo del llamado “coche del pueblo” –Volkswagen-).
·         Represión, persecución, encarcelamiento, tortura y asesinato de centenares de profesores universitarios, académicos e intelectuales de izquierda.
·         Ilegalización de sindicatos, de agrupaciones políticas socialistas y comunistas.
·         Organización sistemática y pública de quema de libros.
·         Persecución y asesinato de artistas e intelectuales.
·         Organización, legalización y financiación de aparatos paramilitares de espionaje y represión social y política (con ramificaciones incluso en el seno familiar y el involucramiento de niños como delatores).
·         Respaldo político de extensas capas sociales, en particular, de las capas medias y bajas (burócratas, tecnócratas, científicos y académicos, oficialidad del ejército, sindicatos “blancos”, fuerza de trabajo con baja calificación, entre otros).
·         Maridazgo” estrecho del régimen político con la oligarquía y el gran capital nacional (n.8).
·         Encarcelamiento, tortura y asesinato de millones de personas en “campos de concentración” (la mayor parte de ellas de origen o descendencia judía).
 
El inicio del colapso del Tercer Reich.
 
Desde la perspectiva de Hobsbawm, el inicio del colapso del Tercer Reich coincidió con el despliegue material (militarista), de los planes expansionistas de Hitler y su maquinaria institucionalizada de guerra, primeramente, con la rápida e inesperada invasión y posterior anexión de Austria, en marzo de 1938, y luego, con la ocupación militar de Checoslovaquia, exactamente un año después (marzo de 1939).
 
Estas acciones habían sido precedidas por la invasión de las tropas japonesas sobre China (en 1937). Y posterior a los movimientos de invasión y anexión militar de Alemania arriba citados, Mussolini se vio tentado a seguir el ejemplo de ambas potencias imperialistas, imitando a su manera tales acciones con la invasión sobre Albania, realizada unos meses después.
 
Llegada la evolución de los acontecimientos históricos a este punto, las potencias occidentales (en particular e inicialmente Francia e Inglaterra), comprendieron que había llegado la hora de vencer sus prejuicios, temores y hostilidad hacia la URSS, nación sin cuyo concurso ni siquiera podían soñar en enfrentarse con las tropas italianas, mucho menos con las japonesas y las temidas hordas hitlerianas (n.9).
 
Cuando Francia e Inglaterra (hasta ese momento -1939-, totalmente atemorizadas y debilitadas por los recuerdos de las dolorosas consecuencias de la actuación de Alemania durante la Primera Guerra Mundial), decidieron ponerse al frente de la alianza internacional anti-fascista y pedir el apoyo estratégico de la Unión Soviética, se dio inicio al declive y destrucción del régimen nazi-fascista, tarea nada fácil que solo a la URSS le costaría la vida de más de 20 millones de sus ciudadanos.
 
Hubo de iniciarse una Segunda Guerra Mundial para poder contener la demencia del nazi-fascismo y sus aliados del Eje.
 
Algunas conclusiones generales de Hobsbawm:                       
 
·         De las tres potencias fascistas que desencadenaron la Segunda Guerra Mundial (Italia, Japón y Alemania), esta última era la más decidida (y con las mayores condiciones materiales e ideológicas) de destruir los valores e instituciones de la “civilización occidental”, y la que contaba con mayores capacidades para hacer realidad sus delirios de barbarie (n.10).
 
·         El engendro del nazi-fascismo concitó la repulsa de casi todo el “mundo civilizado”, por la sencilla razón de que la ideología específica de tal régimen (y sus enormes recursos industriales-militares), transformaba a Alemania en una potencia fascista (n.11).
 
·         En diversas partes del mundo (fuera de Europa central), el nazi-fascismo contaba (y sigue contando) con simpatizantes. Uno de esos lugares mencionados por Hobsbawm se refiere a Ucrania.
Algunas observaciones y comentarios personales:
 
·         Hobsbawm lo insinúa muy de pasada, pero en lo personal me parece importante resaltar el hecho de que es imposible confrontar lo irracional con métodos racionales. Y la historia del ascenso y la caída del nazi-fascismo lo demuestra, muy a pesar de las numerosas fuerzas y sectores políticos de Europa y de EEUU, que durante varios años se auto-engañaron soñando con una posible “negociación pacífica” con Hitler.
·         Me parece pertinente resaltar la enorme importancia que la ciencia y la tecnología jugó en el programa de dominación nazi-fascista, lo cual pone al descubierto la farsa (y la demagogia) de una de sus principales premisas ideológicas, en tanto en cuanto señalaba la supuesta “inutilidad” e  “insuficiencia de la razón” y del racionalismo.
·         Por otro lado, me parece que si quisiéramos resumir en una frase corta la esencia del “Tercer Reich”, podría decirse lo siguiente: “Se trata de la expresión concreta de la maldad extrema políticamente organizada”.
·          Otra forma de decirlo sería así: “El nazi-fascismo es la expresión política de la sociopatía (criminalidad), técnica y científicamente planificada, organizada y ejecutada”.  En otros términos, la exaltación de la irracionalidad violenta, “el infierno sobre la tierra”.
·         Finalmente, conviene recordar que uno de los lugares mencionados por Hobsbawm (en 1994, cuando publicó su obra aquí citada),  como sitios con simpatías fuertes hacia el nazismo, se refiere a Ucrania, precisamente uno de los lugares en los que hoy en día (2015), existen fuerzas políticas y militares con métodos similares agrediendo a pueblos como Donetsk. Ello implica una realidad latente e inquietante: el nazi-fascismo es un engendro con algunos aspectos susceptibles de repetición en otras latitudes y a diversas escalas.   
 
Notas:
 
1.     Al respecto de este factor macro-político, Hobsbawm dice lo siguiente: “Los apologetas del fascismo tienen razón, probablemente, cuando sostienen que Lenin engendró a Mussolini y a Hitler…” (“Historia del Siglo XX”: E. Hobsbawm, p. 131).
 
2.     Al respecto, Hobsbawm dice: “Sin ningún género de dudas, fue la Gran Depresión la que transformó a Hitler de un fenómeno de la política marginal en el posible, y luego real, dominador de Alemania” (Op. cit., p. 136).
 
3.     Acorde con Hobsbawm: (…) “la negativa de los trabajadores organizados a aceptar los recortes impuestos por la Depresión llevó al hundimiento del sistema parlamentario y, finalmente, a la candidatura de Hitler para la jefatura del gobierno en Alemania…” (Op. cit., p. 143).
4.     (Op. cit., p. 133).
 
5.     Al respecto Hobsbawm explica lo siguiente: (…) “Las condiciones óptimas para el triunfo de la ultraderecha extrema eran un Estado caduco cuyos mecanismos de gobierno no funcionaron correctamente; una masa de ciudadanos desencantados y descontentos que no supieron en quien confiar; unos movimientos socialistas fuertes que amenazasen  -o así lo pareciera- con la revolución social… (…) y un resentimiento nacionalista contra los tratados de paz de 1918-1920)”. (Ibid, p. 133).
 
6.     (Op. cit., pp. 116-135).
 
7.     (Op. cit., pp. 116-134).
 
8.     Al respecto, Hobsbawm indica lo siguiente: (…) “En los comienzos de la década de 1930 el gran capital no mostraba predilección por Hitler y habría preferido un conservadurismo más ortodoxo. Apenas colaboró con él hasta la Gran Depresión e, incluso entonces, su apoyo fue tardío y parcial. Sin embargo, cuando Hitler accedió al poder, el capital cooperó decididamente con él, hasta el punto de utilizar durante la Segunda Guerra Mundial mano de obra esclava y de los campos de exterminio…” (Op. cit., pp. 116-135).
9.     (Op. cit., pp. 148-161)
 
10.  (Op. cit., pp.151)
 
11.  (Op. cit., pp.149).
 
                                  
 
Sergio Barrios Escalante.
Científico Social e Investigador. Escritor y Narrador. Editor de la Revista virtual Raf-Tulum. Activista por los derechos de la niñez y adolescencia en la asociación ADINA. Autor del libro “La Falsa Denuncia”.
 
 
 
https://www.alainet.org/es/articulo/166904
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