Subiendo por la Cordillera de los Andes: cambios y procesos abiertos en todo el continente

13/07/2021
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Durante los meses de mayo y junio, los cimientos del continente y el mundo continuaron moviéndose en medio de la disputa global entre la primacía de la vida por encima del capital. De esta manera, la multiplicidad de acontecimientos que relevamos en este Informe #13 nos permiten evidenciar los avances y retrocesos que han tenido los procesos emancipatorios y transformadores de algunos países de Nuestra América, en el marco del segundo año de la pandemia que, lejos de cumplir con lo que anunciaban los programas motivacionales de la televisión vespertina, ha evidenciado la desigualdad, la explotación y el egoísmo típicos del sistema capitalista.

 

En el marco global, durante estos meses continuó el crecimiento de casos de la COVID-19 en el mundo, pero en particular en América Latina y el Caribe. Con segundas o terceras olas, dependiendo el país, han empezado a desarrollarse diversas campañas de vacunación, y con esto, se ha desarrollado un entramado político e ideológico que, como buena muestra del sistema, ha convertido también un bien de la humanidad en una mercancía. Un ejemplo  de ello es la decisión tomada por EE. UU. de donar vacunas a algunos países latinoamericanos, a excepción de Cuba, Venezuela y Nicaragua. Sin embargo, frente a esto, la isla de la Revolución ha continuado con el desarrollo y aprobación de sus candidatos vacunales, enviando ya primeros cargamentos a estos países excluidos por razones políticas de los beneficiarios del fondo COVAX, e inclusive Argentina ha iniciado con la producción local de Sputnik V producto de un acuerdo con el laboratorio Gamaleya.

 

“De la pandemia vamos a salir mejores” planteaban los coach emocionales, pero con la perspectiva de un año después, podemos afirmar que se equivocaron. La primacía de las ganancias y las mercancías sobre la vida no se ve solamente en el mundo de las vacunas y sus patentes, sino también en el del espectáculo, porque para el capitalismo “el show debe continuar”. Durante el mes de junio se desarrolló la Copa América, y algunos partidos eliminatorios para el mundial Qatar 2022, en medio de represiones policiales a las afueras de los estadios, y crisis sanitarias del nivel de Brasil donde, a pesar de tener caos político y epidemiológico con miles de muertos diarios, Bolsonaro recibió con beneplácito la solicitud de la CONMEBOL de tomar la sede de la Copa regional, quitándole lo humano —lo bonito— al jogo.

 

En ese marco, los pueblos del continente vieron con entusiasmo nacer de nuevo, en los altos Andes peruanos, una esperanza que puede modificar de manera radical el escenario continental anotando un gol a la larga tradición neoliberal de los países del Pacífico: Pedro Castillo obtuvo la mayoría de los votos en Perú, y con él, el pueblo continúa esperando, después de casi un mes del resultado de las elecciones, que lo proclamen como próximo presidente, producto de los intentos golpistas del Fujimorismo y la derecha local que quedaron muy nerviosos después de la victoria del profesor a caballo. En Colombia, ante la enorme movilización nacional que cumplió dos meses en la calle exigiendo -y consiguiendo- reformas estructurales, el gobierno de Iván Duque y el uribismo, no encuentran forma alguna de contraargumentar y ganar la batalla sino a través de mecanismos antidemocráticos de esa democracia extraña que defienden, solo hecha a su medida, con la represión y la sistemática violación de derechos humanos. En Bolivia, los jinetes de esa misma democracia quedaron evidenciados ante el mundo con la investigación de The Intercept, en la cual se probó la planificada estrategia golpista cocinada desde Estados Unidos, con la connivencia y apoyo de países vecinos que llegó incluso al envío de armas, como hizo el ex presidente Moreno de Ecuador. Mientras tanto, Venezuela se prepara para las elecciones regionales de noviembre próximo, en medio de una nueva mesa de negociaciones entre el gobierno nacional, el gobierno de EE. UU. y la oposición realmente existente. Esto último vale la pena resaltarlo, en especial por la figura de Juan Guaidó que continúa, sin ninguna representación ni apoyo en lo nacional, presidiendo un país imaginario.

 

Bajamos por la cordillera de los Andes hacia el Cono Sur y sus grandes protagonistas en esta edición #13: Chile, que después de haber realizado las elecciones convencionales constituyentes para sepultar la constitución pinochetista, definió que la próxima será redactada por 83 mujeres y 72 hombres, con amplia representación de sectores independientes, pueblos originarios entre otros. Continúa el amplio debate sobre el modelo de país para dejar atrás el lastre neoliberal y apenas comienza la carrera presidencial, que se definirá entre noviembre y diciembre de este año.

 

Por otro lado, el pueblo brasilero le devuelve lo bonito al jogo, por lo menos en la disputa de calle y en la resistencia contra el genocidio perpetrado por Bolsonaro. Durante estos meses hubo numerosas movilizaciones contra las políticas de gobierno exigiendo vacuna para todos y todas, además del ya enraizado Fora Bolsonaro, entre otra enorme cantidad de razones que van surgiendo a diario para combatir su gobierno, como la denuncia de experimentación de inmunidad de rebaño que intentó a hacer con la población de la Amazonía, o el desarrollo mismo de la Copa América mientras mueren por miles de brasileños/as, producto de la gestión que ha tenido el gobierno respecto a la COVID-19.

 

Antes de subir desde el sur, en esta edición también profundizamos en los escenarios de Paraguay y Uruguay, donde diferentes movilizaciones contra los gobiernos neoliberales organizan las agendas de la clase trabajadora, que también confluyen en rechazo a las políticas de hambre y desigualdad, en medio de cuestionables medidas sanitarias; y de Argentina donde se abre el camino a las elecciones legislativas de septiembre, en el marco del avance del ritmo de vacunación y la llegada de más cargamentos de vacunas al país.

 

En Mesoamérica, la crisis migratoria sigue siendo la principal protagonista, y en ese sentido se encuentra el importante lugar que ocupa esta región en la geopolítica de EE. UU. para el continente entero. La vicepresidenta Kamala Harris visitó México y Guatemala y haciendo honor al american way of acting de la zanahoria y el garrote, mientras socializaba modificaciones en la política migratoria y financiamiento a ONG privadas para “evitar que las personas migren”, se desarrollaron durante los meses de mayo y junio más de 180 mil detenciones a migrantes, realizadas por las patrullas fronterizas de EE. UU.

 

Mientras tanto, en el caso de Guatemala continúan las movilizaciones en exigencia de libertad para los presos políticos; en Honduras se preparan para elecciones presidenciales a doce años del golpe de Estado —financiado por EE. UU.— contra Manuel Zelaya, y en El Salvador incrementan las preocupaciones por el golpe al poder judicial hecho por el presidente Nayib Bukele. Otro predicador demócrata de práctica anti demócrata, que no es lo mismo, pero es igual, como sus vecinos de Panamá y Costa Rica, donde importantes miembros de las clases políticas dirigentes, entre ellos ex presidentes como Martinelli y Varela, deben ir a juicio por cargos de corrupción en el famoso caso Odebrecht, otra conducta no precisamente democrática o respetuosa de las instituciones.

 

Por otro lado, México tuvo sus elecciones intermedias con resultados favorables al proyecto de gobierno de AMLO pero que dejan algunas alarmas encendidas, especialmente teniendo en cuenta el referéndum revocatorio de marzo del 2022 y las elecciones presidenciales del 2024; y Nicaragua, en el camino hacia las elecciones presidenciales de noviembre, atraviesa una crisis política en el marco una fuerte polarización entre el permanente asedio e intento de intervencionismo norteamericano, y el endurecimiento de las políticas del gobierno contra los opositores —muchos de ellos financiados por EE. UU.— y el encarcelamiento de algunos de ellos. Frente a esto la OEA —ahí sí, después de guardar un silencio ensordecedor respecto la dramática situación humanitaria en Colombia y la evidente preparación de un golpe de Estado en Perú—convocó a una reunión del Consejo Permanente, donde aprobó una resolución no vinculante sobre el país centroamericano.

 

El Caribe, con Cuba como ejemplo, continúa llenando de esperanzas a nuestra región. A pesar del bloqueo permanente de EE. UU., y el rechazo del mundo a este asedio, como se demostró en la última Asamblea General de la ONU, donde 184 países votaron el cese de estas medidas, Cuba logró la aprobación de dos de sus candidatos vacunales, Abdala y Soberana 02, como vacunas eficientes contra la COVID-19. Es el único país de nuestra región que logrará no sólo vacunar a su población en su totalidad con una vacuna producida por sus propios científicos —a la fecha ya se encuentra vacunada el 20% de su población—, sino enviar vacunas a aquellos países olvidados por la selectiva donación norteamericana, como es el caso de Venezuela.

En Haití, en el marco de su gobierno inconstitucional, Jovenel Moïse fue asesinado la madrugada del 7 de julio en su residencia. Esto se dio en el marco del aplazamiento del referéndum, y de una crisis política protagonizada por los altos niveles de violencia e inseguridad. En el mes de junio decenas de personas fueron asesinadas, entre ellas ellas la militante feminista Antoinette Duclaire y el periodista Diego Charles. Otra situación humanitaria alarmante sobre la que la OEA guarda ruidoso silencio, al igual que sobre la crisis energética en Puerto Rico y la vergonzosa construcción del muro entre República Dominicana y Haití.

 

Todos estos cimientos continentales se mueven mientras EE. UU. busca desarrollar y asegurar su geopolítica en nuestra región en medio de su urgencia para recuperar la hegemonía perdida en su disputa con China y Rusia, como si fuera un juego de TEG, continuando con los métodos de desestabilización política mediante el financiamiento de la USAID en países como Nicaragua y México, y su permanente asedio sobre Venezuela y Cuba. En ese marco, Joe Biden participó de la Cumbre del G7, y realizó su gira por Europa en la cual se reunió con Vladimir Putin, a quien pasó de llamar asesino al inicio de su gobierno a considerarlo un interlocutor válido unos meses después.

 

Frente a esto, América Latina y el Caribe continúa buscando escenarios de encuentro y articulación. De esa manera, durante el mes de junio se desarrolló la acción continental en defensa del medio ambiente frente al capitalismo depredador, el Congreso Bicentenario de los pueblos del mundo en conmemoración de los 200 años de la Batalla de Carabobo —que diera la independencia a Venezuela y asegurara un golpe certero en la campaña libertadora de Simón Bolívar en todo el continente— y la Cumbre de Jefes de Estado del ALBA-TCP con la participación por primera vez del presidente de Bolivia, Luis Arce Catacora.

 

Por ese mapa de navegación elaboramos este informe #13 del OBSAL, entre las Oficinas Sao Paulo y Buenos Aires del Instituto Tricontinental de Investigación Social. Esta vez, con esperanzas y aires de cambio, también con fuertes alertas y preocupaciones, pero con la certeza enraizada en lo que dijera Salvador Allende mientras se desarrollaba el golpe de Estado perpetrado por la CIA en su contra, en 1973: “La historia es nuestra, y la hacen los pueblos”. 48 años después sí que lo vemos.

 

INFORME COMPLETO:  Subiendo por la Cordillera de los Andes: cambios y procesos abiertos en todo el continente

https://www.alainet.org/es/articulo/213053
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