Una perspectiva ecomunitarista desde América Latina

La “performance” facilita la expresión estética individual reduciendo al mínimo la utilería necesaria para la expresión artística.

15/06/2021
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Introducción 

Mi primo Guillermo Velasco me envió dos mensajes que motivan estas líneas, en las que rescato parte de un escrito anterior. En el primero de esos mensajes decía: “... estoy convencido de que una nueva concepción y nuevo concepto respecto de la ética va a ser incluso limitante para avanzar hacia la nueva sociedad que necesita la Humanidad. El nuevo abanico de la estética ética debe ser, en mi opinión una cuestión sine qua non”. Y en otro mensaje agregaba: “En criollo capaz que me explico mejor: las personas necesitamos aprender a disfrutar de la belleza que no perjudica al medio ambiente”. Y en una charla telefónica y un nuevo mensaje ejemplificó en sus opciones de frugalidad ecológica esa noción de una estética ética: renuncia a tener auto, el apartamento que alquila tiene los mínimos enseres y electrodomésticos (y no dispone de arañas, pues la luz que cuelga del techo ilumina sin necesidad de las mismas, ahorrando así mucho material que debería ser extraído de la naturaleza para fabricarlas), y disfruta con los trinos cotidianos de los pájaros y con el sol que alegran sus ventanas. 

 

El fundamento ético y la perspectiva ecomunitarista 

Como se sabe, la tercera norma fundamental de la Ética que hemos deducido de la gramática profunda de la pregunta que la instaura (a saber, “¿qué debo hacer?”) nos exige preservar-regenerar la salud de la naturaleza humana y no humana. En esa norma se basa la visión de la estética ética y la opción de frugalidad ecológica voluntaria que acabamos de referir. (Las otras dos normas fundamentales nos exigen, respectivamente, luchar para garantizar nuestra libertad individual de decisión, y realizar esa libertad en la búsqueda de respuestas consensuales con los demás acerca de la forma y contenido de nuestras vidas que afloran a través de cada pregunta “¿qué debo/debemos hacer?”). Aclaramos que esas normas sólo pueden hacerse realidad plenamente en una comunidad sin clases, la ecomunitarista. 

 

En otro trabajo ya hemos manifestado que consideramos “arte” toda expresión que alguien catalogue o perciba con ese rótulo; y que en esa acepción el arte va más allá de la esfera de “lo bello” (que tan sesudamente intentó cernir Kant en su “Crítica del juicio”), pues alcanza a toda manifestación expresiva que un(a) autor(a) considere artística, como puede serlo una “performance” de alguien que en medio de una agitada avenida repleta de transeúntes que se cruzan anónimamente los unos con los otros, grita “¡somos seres humanos!”, queriendo hacer reflexionar a los que pasan acerca de su condición y de la inhumanidad de su anonimato recíproco. Al mismo tiempo agregábamos que también aprendimos con Ortega y Gasset (en especial en “La deshumanización del arte”), que el arte debe ser asumido como un juego; y que así, agrego yo, se escapa al fanatismo de la condena religiosa y/o ideológica política, para disfrutarlo liberados de toda pose de seriedad impuesta o autoimpuesta. Con esa actitud quedan superadas tanto las cazas de brujas cristianas o musulmanas por supuestas agresiones artísticas a Cristo o a Mahoma, y también el encorsetamiento supuestamente revolucionario (y de hecho anti-liberador) del “realismo socialista”, que censuró y fusiló a artistas de la vanguardia revolucionaria de la Rusia soviética (en especial cuando éstos optaron por formas de expresión abstractas). Agregábamos que un magnífico antídoto contra tal empobrecimiento ha sido el realismo mágico que debemos (entre otros) a Gabriel García Márquez, la narrativa filosófico-imaginaria del genial conservador Jorge Luis Borges, y la prosa histórico-poético-política de Eduardo Galeano. 

 

Ahora bien, si el arte debe ser necesariamente libre de toda limitación dogmática, ¿cómo justificar nuestra postulación de una directriz-límite ética/o para la estética (y por ende para toda manifestación artística)? Respondemos a esa pregunta de la misma manera con la que respondimos a la cuestión de la limitación justificable a la investigación científica (por ejemplo, renunciando a la clonación de seres humanos); a saber, proponemos una auto-censura ética del artista y de toda persona que disfruta del arte y la belleza, por respeto a aquellas tres normas éticas fundamentales que nos obligan desde la gramática misma del lenguaje que usamos diariamente (aún antes de que nos hayamos dado cuenta que las mismas subyacen a la pregunta “¿ qué debo hacer?”, que nos hacemos casi a diario ante innúmeros dilemas de acción que van de lo más banal a lo más trascendente, y que es la instauradora de la Ética tout court, o sea, válida para todo ser humano, en la medida en que todo ser humano usa un lenguaje que contiene esa pregunta). Así queda justificada en base a la Ética, cuyas normas fundamentales son deducidas argumentativamente de la gramática de la pregunta que la instaura, y en especial en base a la tercera norma ética fundamental, el llamado de Guillermo Velasco a que cada persona debe (realizar y) disfrutar la belleza que no perjudique al medio ambiente. Ese llamado se aúna al viejo lema ecologista que nos exige reducir, reutilizar y reciclar los insumos y residuos (en una forma de vida-producción-distribución-consumo de contorno circular). Por nuestra parte hemos agregado a esas clásicas “tres R” otras tres: Reflexionar sobre qué Planeta queremos para nosotros y nuestros descendientes, Rechazar el consumismo y el despilfarro, y Revolucionar el capitalismo hacia el Ecomunitarismo. Simultáneamente incorporamos la exigencia ecológica de que las energías utilizadas en todos los ámbitos sean limpias y renovables (como, por ejemplo, la solar y la eólica).

 

A esa auto-limitación voluntaria agregábamos ya antes que, actuando con criterio pedagógico (e instruidos por Piaget acerca de los estadios de desarrollo lógico-racional y moral de los niños) es perfectamente entendible que se avise a los padres, responsables y público en general, que algunas expresiones artísticas no son aconsejables para niños y púberes.  

 

Dentro del vasto universo que queda libremente abierto en el marco de esos límites, habrán de florecer y ser apreciadas las “cien flores” de las que nos habló Mao. Recordemos en lo que sigue qué líneas generales hemos esbozado, dentro de la perspectiva ético-ecomunitarista, para diferentes formas de expresión artística.

 

-La expresión lineal: oralidad, escritura y música- 

 

A diferencia de quienes reivindicaron la primacía de lo escrito sobre lo oral, por simple cronología ontogenética y filogenética consideramos de primera importancia a la oralidad, para destacar que la libre expresión (amparada por la primera norma de la ética) es condición sine qua non de la estética ecomunitarista, tanto en su variante en prosa como en verso. Hay que notar que en la oralidad el arte es altamente ecológico (o sea, respetuoso de la tercera norma fundamental de la ética) pues no necesita consumir ningún material para expresarse. A su vez, en la expresión artística escrita los materiales deben ser minimizados, reutilizables y reciclables. En ésta vemos además, en especial en la poesía, la posibilidad de una combinación con la segunda norma de la ética, ofreciendo al potencial lector una gama de palabras/expresiones desarticuladas, para que el mismo las organice a su manera, ejerciendo la función de co-creador del poema (aunque el autor del mismo pueda ofrecer en la página siguiente su propia articulación de aquél “puzzle”).

 

La música, a su vez, abarca en la Humanidad una muy variada gama de tonalidades y cada una de ellas, sea por la familiaridad con la que nos toca, o por el exotismo con que nos sorprende, nos enseña algo acerca de quiénes somos. El ecomunitarismo combate cotidianamente el empobrecimiento melódico (y temático y aún lingüístico) que supone el dominio exclusivo de una sola modalidad impuesta machaconamente y por intereses comerciales a través de la radio, la TV y medios de internet; como dijo Mao aquí ha de prevalecer el lema “¡que se abran cien flores!”, incluyendo especialmente las provenientes de las culturas originarias y negras en Nuestramérica pluricultural. En la perspectiva que es la nuestra hay que notar que la música ya usa en su casi totalidad materiales reciclables.

 

-La expresión en un plano: pintura, fotografía, cine, TV, computación gráfica- 

La pintura ha alternado desde el origen de la Humanidad expresiones figurativas y abstractas; así las pinturas rupestres nos muestran portentosos ejemplares de diversos animales, al tiempo que vemos en sus figuras humanas un proceso tendiente al abstraccionismo, por la simplificación de sus rasgos esenciales; a su vez los tatuajes corporales de los pueblos originarios, tanto en A. Latina como en Australia, por ejemplo, nos brindan espectáculos variados de arte abstracto. De esas fuentes hemos de rescatar la referencia implícita a la tercera norma fundamental de la ética, pues en esas culturas la Naturaleza concebida como Pacha Mama, llama a respetar-preservar la salud de humanos y no humanos por igual. No es por acaso que las pinturas de los pueblos originarios usan pigmentos digeribles naturalmente.

 

En orden cronológico la pintura ha sido continuada y enriquecida (al menos en la intención) sucesivamente por la fotografía, el cine, la TV y la computación gráfica. Aunque aquí es inevitable el consumo de ciertos materiales “duros” ha de exigirse su reciclaje cuando se considere que se han tornado descartables. 

 

El cine y la TV aportan necesariamente el movimiento, y se han constituido en el principal objeto de consumo de masas de la industria supuestamente cultural. No decimos nada nuevo si observamos que tanto la reducción de la obra a la categoría de mercancía (en el contexto del arsenal de mercancías que caracteriza al capitalismo) como la estandarización simplificadora-masificadora-imbecilizante de muchas obras, aunadas al dominio imperialista de las producciones norteamericanas (que avasalla la rica diversidad cultural de la Humanidad, incluyendo la de A. Latina), habrán de ser superadas en perspectiva pluricultural ecomunitarista, tanto en su contenido como en la precaución ecológica en la hechura, difusión y disfrute de las obras.

 

La computación gráfica y todos los recursos computacionales accesibles por internet pueden ser vehículos para la reivindicación-enriquecimiento de tal diversidad en un intercambio cada vez más efectivamente planetario entre individuos y culturas. Nótese que el arte digital es frugal en la medida en que no usa otros materiales que no sean los de los dispositivos en los cuales es producido y los de la red que lo difunde.

 

La expresión estética de la Revolución cubana alcanzó en el cine su máximo nivel en los innovadores documentales de Santiago Álvarez (es cierto que, a veces, caricatural), y varias películas latinoamericanas.

 

o basadas en autores/realidades de A. Latina han reflejado con maestría el sentir de Nuestramérica (desde el optimismo romántico de “El amor en los tiempos del cólera”, inspirado en el libro homónimo de García Márquez, o la tragedia greco-carioca de “Orfeo Negro”, hasta la amargura existencial de la uruguaya “Whisky”, pasando por el realismo de denuncia de Glauber Rocha, en Brasil, o el realismo fantástico de “Relatos salvajes”, en Argentina). Ya que hemos hablado de la película “Orfeo Negro”, que transcurre durante el Carnaval de Río de Janeiro, celebramos el hecho de que las Escuelas de Samba de ese magno evento desde hace años confeccionan sus extraordinarios carruajes y fantasías con materiales que reutilizan y reciclan (y han dejado de usar plumas naturales).

 

Por otro lado constatamos que la TV suele ser tan mala (en su dimensión estética y potencialmente educativa) tanto en la rígida y oficialista TV estatal cubana, como en las tímidas emisoras públicas de los gobiernos llamados “progresistas” en A. Latina, y más aún en las crudas expresiones neoliberales-mercantilistas que dominan a casi todo nuestro continente (acaudilladas por el imperio de Televisa, del grupo Clarín y del imperio de la marca Globo, en la que hacen figura de excepción algunas notables producciones como “Tiempos Rebeldes”). A. Latina (y el mundo) tienen por delante el desafío de hacer de la TV inteligente conectada a internet lo que puede y debe llegar a ser en materia de educación y esparcimiento con contenido y calidad estética ecomunitarista.

 

-La expresión tridimensional: escultura, instalaciones, artesanía- 

 

La escultura pasó de su fase exclusivamente figurativa a expresiones cada vez más libres, que se plasman también en diversas instalaciones. No obstante, el ojo humano sigue deleitándose tanto con aquello que le recuerda a congéneres de la naturaleza como con formas enigmáticas que suscitan su interpretación (por cierto, siempre diversificada). Ese es el ojo que Marx (en sus “Manuscritos económico-filosófícos” de 1844) llamaba a humanizarse-naturalizarse cada vez más, renunciando al "posesivismo" capitalista. Incorporamos ese llamado a la visión ecomunitarista, agregándole la exigencia de que la escultura reduzca la cantidad de materiales que usa, y que los mismos sean reutilizables y/o reciclables.

 

A su vez la artesanía (como la propia palabra lo indica, a despecho de los detractores que la consideran un “mal arte menor”), ha sido desde el origen de la Humanidad forma de plasmación de intenciones estéticas. Así lo han mostrado desde siempre todas las culturas originales, que siempre la practicaron con materiales orgánicos de fácil digestión natural (a diferencia del vidrio, que ya era conocido en la antigua Roma). Y no por acaso, cuando la vanguardia estética del octubre rojo fue censurada, alguno de sus cultores se refugiaron en la Fábrica de Cerámica de la URSS, para expresar en tazas y platillos su arte. 

 

-La expresión corporal: danza, teatro, performances

Wittgenstein había dicho en su “Tractatus” que de lo que no se puede hablar es mejor callar. De hecho, Wittgenstein se equivocó totalmente cuando redujo el lenguaje humano a los enunciados (que son objeto de la Lógica clásica), como bien lo denunció implícitamente John L. Austin en su clásico “How to do things with words” (obra en la que nos basamos para deducir argumentativamente las normas fundamentales de la ética, ampliando la visión austiniana e incorporando el operador de condicional). Ahora bien, además de ese equívoco, que a partir de Austin hemos corregido, nos viene a la memoria una réplica que hace décadas le oímos a un filósofo argentino que expresó: “lo que no se puede decir, se baila”; aludía a la tradición indígena latinoamericana que funde al individuo con el grupo al que pertenece en una comunión no hablada que celebra-reafirma en cada danza ritual que se repite en cada actividad comunitaria a lo largo de los años y los siglos. En nuestra diversidad pluricultural latinoamericana combinamos esa fuente comunitaria de la danza con la libre expresión individual. Y lo “individual” ha llegado al paroxismo de que en las danzas actuales de los jóvenes cada persona baila literalmente sola; pero se ha de notar que, aunque lo haga de esa manera, acude a un evento grupal para hacerlo (con lo que, más allá del individualismo fomentado por el capitalismo, sigue pulsando el “ser político” que desde Aristóteles sabemos que el ser humano es y no puede dejar de ser). Hay que notar que la danza es posible sin usar materiales de vestimentas especiales y/o escenografía, o minimizando a los unos y la otra.

 

El teatro sigue cumpliendo la función comunitaria que le asignó la Grecia clásica; y también ha incorporado la libre expresividad individual. Al mismo tiempo se ha abierto de más en más a la participación del espectador, llamándolo a ser también actor de la pieza (en posición dialógica, como lo exige la segunda norma ética fundamental), con lo que tiende a superarse la cultura capitalista de los “ídolos”, que son impuestos por los medios masivos de in-comunicación de masas que pretenden que los “individuos de a pie” renuncien a su propia capacidad creadora, pues la misma puede movilizarse hacia ¡la superación del capitalismo! Notemos también que el teatro con vocación ecológica es posible con una utilería minimizada. 

 

La “performance” facilita la expresión estética individual reduciendo al mínimo la utilería necesaria para la expresión artística (según lo exige la tercera norma ética fundamental), y poniendo así esa manifestación al alcance de cualquier interesado (cabiendo después al público diferenciar los talentos, según los criterios que crea pertinentes, como sucede en cualquier otra actividad artística).

 

https://www.alainet.org/es/articulo/212657
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