Israel atiza la guerra contra Palestina

 A estas alturas el conflicto va en escalada. Y amenaza extenderse en la zona, lo que puede resultar de una posible “invasión terrestre” por parte del ejército de Israel en Gaza, y de atreverse arrasaría con civiles.

19/05/2021
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Al hoy beligerante Benjamín Netanyahu o se le desbordó el conflicto o así lo ha planeado, para pasar a la historia como “héroe”, antes que progresen las acusaciones internas en su contra por corrupción.

 

Guerra latente desde la pretendida “fundación” del Estado de Israel por Naciones Unidas en mayo de 1948, la situación amenaza salirse de las manos del principal protagonista, de Israel, país que cuenta con Estados Unidos (EE.UU.) y la “comunidad internacional” agrupada en torno a las Naciones Unidas (ONU).

 

El conflicto reciente desestima la escalada regional, con el posible involucramiento de terceros, comenzó el pasado 3 de mayo en el barrio de Sheij Jarrah en Jerusalén Este, cercano a la Ciudad Vieja, la sede del Muro de las Lamentaciones, el santuario Islámico Domo de la Roca y la Iglesia del Santo Sepulcro del siglo VI, sitios sagrados para tres religiones: judíos, cristianos y musulmanes.

 

En dicho barrio se dio una manifestación en apoyo a familias palestinas bajo amenaza de ser expulsadas de sus viviendas en beneficio de colon(izadore)s judíos, de ahí, de Jerusalén Este.

 

La “legalidad” para dicha acción de los militares israelíes es el pretendido “estatuto de Jerusalén”, que es fuente de discordia entre Israel y Palestina, en tanto el primero dice que la ciudad es su capital “indivisible”, los palestinos que Jerusalén Este es la capital de su futuro Estado.

 

Tema complicado con visos de irresolubilidad. No obstante, la complicación en estas circunstancias para las partes de sentarse a negociar una salida sobre todo digna. Con la siguiente premisa de por medio: que tratándose de un conflicto bélico el país que lleva la delantera queda en mejores condiciones para imponer sus resolutivos.

 

Con ello no se garantiza que la solución sea justa, porque tras las guerras hay imposiciones más que salidas dignas, solo terminar los latrocinios del momento en tanto la política de largo plazo de Netanyahu —en este caso—, es continuar los arrebatos territoriales de suelo ajeno, mismo que pretende ganar micra a micra contra civiles palestinos (mujeres y niños incluidos), desde el poderío armado de uno de los ejércitos más preparados del mundo.

 

Ataques al rojo vivo

 

Lo anterior, en tanto que los países musulmanes que apoyan a los palestinos en su lucha carecen de representación en los asientos de Naciones Unidas, y cualquier resolutivo para contener a Israel en sus acciones territoriales extensivas o de agresividad, es bloqueado por países con derecho a veto como sus principales aliados: Estados Unidos, Francia y Gran Bretaña.

 

Pero como en el presente conflicto, son las movilizaciones en el mundo las que están presionando a Netanyahu, presidente de Israel, a parar la guerra en donde los perdedores principales son los palestinos que están siendo asesinados mediante bombardeos misilísticos y aéreos.

 

Se trata de la mayor confrontación entre Israel y Gaza —porque en esta zona se ha concentrado los ataques tras las respuestas del grupo Hamás, catalogado como “terrorista” por Israel y su principal socio EE.UU.— desde 2014, la guerra de los 50 días, cuando los enfrentamientos dejaron una secuela de más de 2 mil 251 palestinos muertos, de los cuales mil 462 fueron civiles (299 mujeres y 551 niños), y un saldo de 11 mil 231 palestinos heridos, según reporte ONU/2015.

 

La actual confrontación no parece parar pronto. Al día de elaboración de esta nota (18 de mayo, 01.00 am.), desde el comienzo del intercambio destructivo entre un Israel que está movilizando rápidamente armamento pesado hacia la zona de Gaza, en tanto Hamas y la Jihad islámica muestran videos con equipo pesado en uso, el número de muertes es ya de al menos 212 palestinos con al menos 61 niños y 36 mujeres, más de 1,000 heridos; en tanto se reportan y 10 israelíes muertos que incluye a dos niños y decenas heridos.

 

Cuando el pasado sábado 15 el presidente de EE.UU., Joe Biden, en llamada telefónica con Netanyahu y Mahmud Abbas —este presidente palestino—, “reafirmó su apoyo al derecho de Israel a defenderse de los ataques de cohetes de Hamas”, y “preocupación” por el pueblo palestino, con todo y el objetivo presunto es la desescalada a la violencia, bloqueó al mismo tiempo cualquier posible reunión del Consejo de Seguridad de la ONU.

 

Antony Blinken, por su lado, llamó el cese inmediato de la violencia, en tanto urgió a ambos países a “proteger a los civiles, especialmente los niños”. La ‘diplomacia directa’ sobre el conflicto, en lugar de la discusión en el foro internacional.

 

Con esa actitud, Biden dio el espaldarazo a Netanyahu para seguir la ofensiva militar, puesto que “no ha actuado en forma excesiva”. En tanto Abbas pidió a EE.UU. poner fin “al ataque israelí contra el pueblo palestino en todas partes”.

 

Por ello el presidente de Israel dijo el mismo sábado que respondería “con fuerza”, “hasta que se restablezca y restaure la seguridad de nuestro pueblo”, y su ministro de defensa, Benny Gantz, que “Israel no tiene interés de una escalada, pero está preparado para cualquier escenario”.

 

EE.UU., en apoyo a Israel

 

Como se ve, a estas alturas el conflicto va en escalada. Y amenaza extenderse en la zona, lo que puede resultar de una posible “invasión terrestre” por parte del ejército de Israel en Gaza, y de atreverse arrasaría con civiles. Es decir, que los presuntos “buenos deseos” de Biden para que “esto se cierre más pronto que tarde”, no se mira por dónde.

 

Lo anterior, en tanto Rusia mediante emisario especial pide reunión urgente del Cuarteto de Oriente Medio, compuesto por la Unión Europea, Rusia, Estados Unidos y la ONU, Israel se aproxima a Gaza con tanques y artillería para “apoyar” a los bombardeos aéreos.

 

Antonio Guterres, por su parte, solo atina en declarar que la violencia es “absolutamente espantosa”, y el conflicto debe terminar para evitar una “crisis incontenible en la región”.

 

Recordar por último que el enviado diplomático de Blinken, Hady Amr, llegó desde el viernes a Israel a “discutir” la crisis —con solo una de las partes—. Y recordar que, para los aliados, EE.UU., Gran Bretaña, la UE e Israel, el grupo Hamas es considerado “organización terrorista”, lo que encaja en la nueva geoestrategia de Biden en el mundo.

 

Hamas puede estar entre los objetivos de la operación terrestre de Netanyahu, lo que puede resultarle contraproducente porque Hamas tiene como “interlocutores” a Egipto y Qatar, además de ser un grupo aliado de Irán.

 

Finalmente, además de destruir la infraestructura, el sitio en donde se elaboran pruebas y vacunas contra el covid-19 en Gaza —denunció el subsecretario del Ministerio de Salud, Youssef Abu—, el ejército israelí apunta contra “áreas residenciales altamente pobladas”, con el fin de obligar a unas 40 000 personas a desplazarse a refugios y hacer de eso un entorno peligroso donde la propagación del virus.

 

Una situación de guerra que pretende extenderse solo dentro de sus límites, en la práctica indica el recrudecimiento acelerado en Gaza —acción de efecto rápido—, porque tampoco Netanyahu se atrevería ir más allá, con todo y sus aliados no tendrían el interés de involucrarse, un escenario en donde Irán sí podrá pronunciarse.

 

Salvo que Israel detenga los avances y comience la desescalada. Claro, eso es lo que también el mundo le reclama. Para evitar tantas víctimas civiles, de un conflicto que lleva ya siete décadas.

 

https://www.alainet.org/es/articulo/212309

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