Discernimiento sobre cómo se vulnera la democracia por los poderes humanos

14/09/2020
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Reaprender a ver el mundo, es un proceso sociológico, es un devenir histórico de hechos que anuncian la expresión de un pueblo ante un estado que se expande por abrumar con sus fatalidades de gobierno a la sociedad que con voz agónica clama su rebeldía. El mundo de los discursos hereditarios de anteriores gobiernos que no son pueblo, sino vulgares maquinarias devastadoras del orden, donde no les dan cabida a los derechos del hombre ni a su sentir social.

 

Los derechos no son mercancía que se negocian por quienes carecen de autoridad moral. Esos regímenes jamás son representantes del pueblo, sino de sus elites que con mentiras envuelven la sensibilidad de la verdad, del ánimo que la sostiene y guía el raciocinio de sus leyes y sus formas de expresión. Hablamos de la ordenada dialéctica que deben profesar todos los hechos que se desarrollan en encadenamiento para obtener el bien común.

 

Hoy, los oportunistas se alzan con furor, en un mundo en desacierto que requiere una involución restaurativa. Por compromiso social debemos llevar la rebeldía al mundo común discerniendo los signos sociales y políticos para liberarnos de los obstáculos de quienes administran la cosa pública que está contaminado de pandemias y de antinomias que contradicen las ideas, las leyes y los actos de gestión y a contrario sensu se desmandan en abusos constitucionales.

 

Nuestros regímenes están lejos de aplicar la isonomía que permita la igualdad de los derechos maltratados sin atender los dictados de la democracia. La historia que hace el pueblo, nos hace ver como se viven combatiendo por doquier el pensamiento y la libertad de la palabra, donde se quiere imponer una ideología de dominio económico, al unísono de la formación por los distintos órganos de leyes draconianas rígidas, severas, crueles, impopulares que no atienden los postulados de una constitución en contravía con la realidad, realidad que las razones de peso ocultan.

 

No es raro ver la aplicación estatal del efecto placebo ante los ofrecimientos que hace, lleno de soluciones, que al final son una contradicción al mal social. No hay cumplimiento eficaz, todo se torna un engaño y como siempre la mentira cumple su función DE GOBERNAR. Subsanar las decadencias que arroja la crisis, es el devenir en un mundo posible, que la distopia acaudilla en el proceso de cambio. Sabemos que muchas cosas no serán iguales ante verdades y acciones humanas que se realzan para fortalecer las terapias sociales en una batalla participativa de todos los estratos.

 

Un gobierno disto pico, genera una sociedad disto pica llena de desigualdades a la sombra del miedo, del terror, perseguida, consumida. Esta es una ficción de sociedad para el estado, a tal extremo que el régimen no sabe qué sociedad gobierna. Este decanta miento implica ir hacia una nueva sociedad, hacia un nuevo orden social imparable con una espiritualidad de acción que rompan todo encadenamiento pasado, pues el país no puede seguir siendo un emporio de tramoyas.

 

Un nuevo hombre se alumbrará con las luces de pensamientos que le apoyen el curso de su esperanza según aquel prócer José Martí quien dijo que…cuando descubramos la esencia que da sentido a nuestras vidas, caminaremos unidos en la ruta hacia la libertad política y la justicia social…Pero, con el devenir histórico y las pandemias naturales, sociales y políticas la era antropocenico llega con ímpetu destructor globalizado con gran impacto comunitario y a todo el entorno desde la ciencia, cobijando creencias y el amenazante contingente catastrófico a la vida.

 

La esencia de políticas y políticos es factor pandémico, allí radican los más grandes males del país por sus gestiones proclives a nutrirse de las expensas de los débiles con una autofagia descomunal. degradante y sin control de sus decisiones por ningún órgano a fin.

 

La libertad no es de leyes, es connatural, no está sujeta a nada ni a nadie, es de responsabilidad personal, ella ni es ficción, ni imaginaria. No sabemos que es porque no sabemos quiénes somos, porque no amamos al otro mucho menos a nosotros mismos, porque importa más el poder, el placer y el consumismo universal y por estas distopias vivimos rehenes de un estado carcelero.

 

Manejamos la responsabilidad con indiferencia, como una mercancía, ella es el Kairós. La potencia espiritual para enfrentar lo que nos esclaviza, lo que nos quita la libertad. La libertad vive en nosotros para dejar en disenso, sin efecto lo que legitima las desigualdades y la injusticia social, y los vicios que nos asaltan. Algo muy cierto es que esta pandemia ha sido utilizada por gobiernos para perfilar con sátrapas, maniobras bajo el capítulo de emergencia encapsulando la realidad del país.

 

El malestar que vivimos nos enseña lo que hemos estado perdiendo... El humanismo, los derechos, los atributos de la personalidad, la dignidad, leer, escribir, el dejar fluir nuestros libres pensamientos y todo el sentir por lo que vemos, palpamos, oímos., todo lo que afecta la sensibilidad humana como saber relacionarnos con la familia, la sociedad la política y la espiritualidad. Todas estas pérdidas y más inspiran y dan fuerza al espíritu que anima a la rebeldía subversiva y por ello debemos luchar sin ningún tipo de violencia ni de abyectos actos despreciables.

 

Como ciudadanos de un mundo posible, la misión es enrutar la vida con su arsenal de virtudes hacia el bien común como ordenadores sociales, no como depredadores, para ser guardianes de la vida que como anota un articulista...El onanismo más peligroso es el que proclama la reactivación de la economía y del mercado por encima de la salud y la vida.......

 

Deploramos, como en estos momentos, irracionales de todos los entornos, cuando la solidaridad es un deber, emergen como buitres para hacer negocio con el dolor ajeno Es el devenir del hombre contra el hombre cuya sintomatología es efecto de la realidad que vivimos, de la descomposición de las estructuras del país, Vivir ideales humanitarios es el compromiso que lleva a consolidarnos como sociedad de hermanos. viviendo del efecto virus nos ha enseñado sobre el valor de las cosas del espíritu y de las cosas materiales, no por su valor, sino por el servicio que nos presta. El valor de las cosas inútiles está cobrando vigencia, que seguramente van a perdurar.

 

Vivir esta crisis, nos deja ver la furia de muchos leviatanes en los distintos sectores de nuestros entornos, desapareciendo muchos sueños que impávidos los vemos alejar. Quienes han leído a Dante, han tenido en cuenta todos los círculos infernales y luego conocemos el infierno que viven muchos en la tierra, privados de lo más elemental para sobrevivir. Le preguntaron a Diógenes Laercio que de donde venia, respondió…Soy ciudadano de mundo... Por lo tanto, nuestro destino nos invita a movernos no con lastima ni excesos de compasión, sino con el sentir humano de la verdad que encontramos en nosotros...... Cual verdad. se Preguntó a Cristo en el proceso. Silencio sepulcral fue lo que quedo en el ambiente.

 

La globalización en medio de una politización ha fragmentado los derechos humanos, conformando conflictos sociales, culturales y políticos, lo que configura de otra parte el desatar una guerra donde la sociedad queda confinada. El mundo común pareciera una ficción al sentir el resquebrajamiento social, su distanciamiento. El hombre pierde el sentido de hacer mundo común, lo que al decir de cierta filosofía se vuelve una sociedad liquida, mostrándose presa fácil de utilizar, de manipular.

 

La liquidez humana vuelve al hombre solitario, indiferente y desapasionado, circunstancias que son aprovechadas por el capitalismo desigual que inhumaniza creando toda clase de agudizaciones sociales, ante un ejercicio de poder sin límites que en la actual situación se está viendo reflejado en las posturas de la emergencia pandémica. Otra demostración del manejo de la crisis es la politización que los distintos gobiernos nacionales le dan al asunto de tal magnitud por la forma como se ejercen los programas sociales donde las distintas autoridades llevan a cabo ejercicios donde de bulto asoman actos contra el orden, la justicia y la pulcritud, haciendo su agosto con el dolor ajeno con la fuerza pública que deslegitima su función de salvaguardar la vida humana.

 

La revolución de la verdad está por hacerse, está en la ruta, esa es la idea que surcara como ideal. Al decir de una voz filosófica la revolución es un hecho en medio de las complejidades de poderes, el principio estado democracia avanzara sin contradicciones, con la presencia de los débiles, bajo el amparo de la fe que el pueblo albergue en el Dios de sus afectos, de su esperanza.

 

En cada uno de nosotros hay una vida que tiene sentido que nos exige actuar de tal manera como lo expresara Albert Camus ….... con rebeldía, luchando contra las injusticias y el dogmatismo, el totalitarismo y siempre defendiendo la verdad…. Ante los obstáculos del vivir, nuestra capacidad resiliente nos fortalece para adaptarnos, siendo proclives ante las adversidades. La resiliencia nos permite desarrollar el pensar para contener las turbulencias sociales y políticas. Traslucir gestos de capacidad, es apropiarnos de las palabras y la gramática para que sean acción en el desarrollo humano, independiente, creativo y moral, para que sean la voz de los oprimidos.

 

La visión cósmica se desplaza globalizada en sus contenidos, buscando que los que mueven los órdenes universales ejerzan posiciones sociales, políticas, económicas y religiosas. Esta cultura global neoliberal moldea a la sociedad bajo marcos sin contenido social y como decía John Donne... Todo está hecho pedazos, incoherencia total en un universo hostil, una sociedad solitaria........

 

Si no entendemos ni nos preocupamos por la naturaleza en todo su conjunto, no podemos entender el tallo social, político o económico. Si entendemos al otro en la senda humanista la vida va por su sentido, hacia el desarrollo humano. El rebelde es un disociador en el proceso transformador y como tal es quien entiende lo auténtico de la justicia y lo desigual.

 

La magna cartografía de la crisis pandémica y tantas otras, tiene su propia convergencia en un régimen que ha llegado a los limites en sus escenarios de gobierno. Estamos enfrentando todo un epistolar de sucesos que deja entrever sin ningún equivoco el oscuro mundo de la administración. El cómo se nos gobierna, donde fluyen por doquier la corrupción en las cortes militares, el destrozo al proceso de paz donde sus fondos son utilizados para otros fines, el manejo laboral que se alista a ser materia de una reforma anti. Trabajador, creando y aumentando el derecho laboral de los informales, las masacres de líderes sociales al vaivén de la nula acción de la fuerza pública, represión oficial encargada de defender la dictadura, el ejercicio de una gestión pública para tapar problemas sociales represados, el devenir de una reforma tributaria atroz, donde los pueblos campesinos, étnicos, afros y los invisibles, pasan desapercibidos como siempre, pues para ellos no hay ni existido gobierno, abundan solo leyes draconianas aporicidas, viscerales ,creadoras de colapsos sociales.

 

Y frente a la salud y sus héroes, que cinismo decir, cuando para ellos hay un descuido total en materia de elementos y de salarios, y la educación al garete por la imprevisión y falta de tecnología. Y ante este cataclismo, se prefiere acudir a gastos públicos que no son nada prioritarios, dejando también al garete las cárceles por la falta de orden y de gobierno de las mismas, que se comprueba con la alta corrupción y cleptocracia, por parte de alcaldes, gobernadores y otros funcionaros del estado, que, ejerciendo la fuerza al amparo de las charreteras , el bastón y los fusiles que solo defienden al inmoral. Hay que tutelar al estado para que cumpla su función en las cárceles.

 

El acontecer de la gobernabilidad en este periodo pandémico nos ha ofrecido un capitalismo oscuro, lleno de vacíos y vicios por tantos manejos ineficientes y otros oscuros manejados al decir de cierta lectura que cayó a mis manos, por una tribu donde emergen dos grandes hechiceros, que con sus retoricas quieren envolver al pueblo al vaivén de un desmantelamiento de la democracia y el orden constitucional que gobiernan secundado por numerosos guerreros llenos de odios.

 

Las acciones de gobierno en esta pandemia, con salvedades mínimas, están pasando al atropello de la dignidad y los atributos en el sentido de violar derechos constitucionales. Si bien en casos especiales el gobierno tiene algunas facultades, están deben atender el no ir contra las personas, pues estaríamos ejerciendo un mandato de dictadura, cosa que es lo que está ocurriendo. La autoridad demanda obediencia siempre y cuando exista respeto a la comunidad, respeto que se exige con acciones de masa, convirtiéndose en productores de conquista, que como lo proclamo alguien... El que quiera conquistar la calle también conquista el estado…Pero sin violencia porque toda arma siempre es letal y la violencia y el arma de nuestro interior llena de ambición y poder, culmina en desamor y caos. Cuando la dictadura es ley para gobernar. la revolución sin violencia es ordenamiento social y político.

 

El mundo está enfrentando dos grandes enemigos uno de muerte y otro de terror. De terror por los estados que al tenor pandémico provoca escenas de inestabilidad, de crisis económicas, sociales cuyos efectos atacan la población en el campo laboral coadyuvado por leyes que van en contra de la clase trabajadora, y en lo económico están para engrandecer los imperios empresariales- Sin duda la realidad que vivimos es un problema del hombre fuerte contra el hombre desigual.

 

Las crisis no son el fin. La lucha con espíritu resiliente se enfrenta a todos los obstáculos, pues ella está en los tiempos exigiéndonos para contener los perfilamientos que buscan ocultar la realidad. Necesitamos un gran consenso nacional, una toma de conciencia con un poder popular rebelde que avance social y políticamente para defender la democracia que los políticos la tienen en decadencia.

 

La sociedad y estado ha alterado el devenir de la naturaleza, ese imperio verde de amor que es vida, que enseña la realidad social. El hombre, parte de ese eco sistema dador de vida en su ejecución humanista, está por encima de todo proceso explotador que envenena el espíritu. Dejémonos llevar por la permanente creación- evolución que transforma, que revoluciona al ser humano para hacer cosas para el bien común. La revolución del espíritu es la revolución del amor que se transforma en actos de servir, de solidaridad. Todos los días hay creación, el mundo no es estático, gira y gira y gira, pero para el estado gira la aprobación de procesos perversos aprovechando la pandemia.

 

Cuando evolucionamos entramos en la honda de percibir la presencia del evangelio de Jesús que sin pompa inspiro el sentido de vida para comprender nuestra razón de ser. Lo material perturba, desvía el camino y enceguece y nos hace olvidar nuestra existencia. En estos trances de vida, nos hacemos muchas preguntas acerca de la vida y asoman a nuestra mente Dios y la religión y en ese devenir teológico nos apegamos según nuestra creencia o al Dios personal o al Dios de la fe.

 

Discerniendo un poco para ahuyentar mitos creados en la religión a través de dogmas imprecisos lo cierto es que la fe no es fe, sino amor y servir- practico y en esa línea acontece que la vida es de aciertos y errores, pero siempre primando la verdad en las decisiones haciendo eco al libre albedrio que es la libertad para una precisa justicia con amor que queda tutelada por nuestra conciencia.

 

Cualquier raciocinio con esencias de diatribas, reflexiona una problemática real que desnuda un régimen y una sociedad amparada en un contrato social, que ha sido violado, que devela las farsas con que se nos gobierna, que ha violado nuestra naturaleza, la casa común habitáculo social de todos, haciéndola un frente de guerra con discursos retóricos al amparo de una dictadura y sus principios fascistas que deben estar erradicados de la faz de la tierra y de nuestro interior.

 

Vivimos de principios racionales y humanistas que grandes pensadores nos recuerda como el siguiente... Todo principio humano es espiritual que lleva a la conciencia y a la razón, que se eleva llenos de verdad y justicia. Este principio es imparcial, contrario a lo tendencioso y al poder egoísta de la naturaleza humana, que además nos recuerda lo grandioso del humanismo y que sus derechos son sagrados….

 

 

https://www.alainet.org/es/articulo/208889
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