En busca de voces perdidas

22/04/2017
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Y un día el Frente Amplio uruguayo (FA), subrepticiamente despertó, recordando que tiene pendiente nada menos que un Congreso. Más precisamente su dirección orgánica y sus desiguales y espasmódicos canales de comunicación, muy precariamente estructurados algunos, e inexistente otros. El resto sigue el ritmo circadiano de su propia homeostasis. Algunos en la vigilia de sus preocupaciones, interrogantes, luchas e intercambios, o ensimismados en la organización de sus sectores y alianzas, mientras otros, durmiendo el sueño de los inocentes, o peor aún, ya alejados de todo interés político aunque llegado el momento, se avengan a votar(nos) cada 5 años. En las últimas 6 horas de esta madrugada de viernes en la que escribo estas líneas, toda la variedad de canales de comunicación informales y autoadministrados, fueron activándose y poniéndose en alerta. Para advertirnos que el mismo viernes cerraba la inscripción vía web de los congresales a cada una de las 4 comisiones que sesionarán en la reapertura del Congreso Rodney Arismendi, actualmente en cuarto intermedio. En una sección de la página oficial del FA, los delegados se deberían haber inscripto en la comisión que el organismo al que representan le hubiera asignado.

 

La única información que se encuentra sobre el congreso, sólo se logra si se acierta a colocar la palabra “Arismendi” en el buscador interno (ya que la palabra “congreso” remite inmediatamente a un artículo sobre educación, luego insólitamente un reglamento de funcionamiento de un organismo y recién sobre el final informa sólo la fecha) y no es más que una suerte de telegrama de la Mesa Política. Ciertamente advierte la necesidad de inscripción en un banner por debajo de las secciones principales. Hay que descender por la portada para verlo. No hallé sin embargo otro insumo para el Congreso.

 

Pero no es la mayor sorpresa. La web del FA nunca fue interactiva, ya que ni siquiera permitía inscribirse en un boletín de novedades que sería sólo una variante unidereccional. Ahora que remozó su apariencia días antes del acto del 26 de marzo, aunque con la misma penuria de contenidos, tampoco. Pero la apertura de esta facilidad demuestra que la razón para la unidireccionalidad de tipo broadcasting, es política, no técnica. A la vez, desmiente un argumento utilizado por la mayoría de la Comisión del Congreso de descartar cualquier variante electrónica interactiva, en virtud de que la convocatoria y el funcionamiento congresista es tradicionalmente presencial.

 

En la práctica, al Comité de Base en el que milito, no llegó formalmente nada, pero a otras instancias sí, aunque 24 hs antes del cierre de las inscripciones. El medio por el que fui enterado y a través mío el Comité en el que participo y cuanto grupo o compañero con el que tengo contacto, fue un urgente whatsapp enviado a uno de los grupos de comunicación por esta vía informal, que se creó en el verano a iniciativa de militantes ávidos de interacción, información y debate de sectores y departamentos disímiles. Fue emitido mientras se desarrollaba una reunión de la Mesa Política de Maldonado que recibía un tabloide con los insumos para el congreso, con cuyas fotografías cuento por el mismo medio aunque resulte imposible leerlo de este modo. Es una buena -y tradicional- medida publicar los insumos en papel, pero, ¿sólo así? ¿qué contradicción habría entre la celulosa y los bits sin son sólo soportes de lo que debe llegar a la militancia toda que son los contenidos? ¿por qué entonces otros documentos se publican para bajarlos desde la web en formato pdf, como el reciente de estrategia política o sobre rendición de cuentas, mientras sobre el Congreso no hay absolutamente nada?

 

La razón es exclusivamente de concepción política, tan legítima y respetable como los señalamientos críticos a ella, que también portan la suya. La prioridad del FA no estuvo puesta en los últimos 6 meses en la extensión de los debates de los temas pendientes del Congreso, ni en su difusión ni en el estímulo a la participación, sino exactamente su contrario, desarrollando y difundiendo otras preocupaciones que a la vez comparto, aunque no considero incompatibles con la organización de la máxima instancia de dirección y decisión como es el Congreso. Ante algunos debates que tuve tanto en instancias presenciales, cuanto virtuales, remarcaré que no atribuyo esta resultante a mala fe o voluntad de ninguno de los compañeros responsables, sino simplemente diferencias políticas en el plano comunicacional y organizativo. Además, creo que exponerlas no favorece a derecha alguna, sino que inversamente fortalece uno de los pilares más ricos de la tradición frentista como es la diversidad unitaria. Si no creyera en la contribución que las críticas y debates realizan al conjunto y lo diferencias meridianamente de los partidos tradicionales, no escribiría sobre el FA en medios masivos de comunicación. También creo que ciertos malestares pueden motorizar cambios superadores.

 

Pero esto no quiere decir que ni en sus bases ni en sus cúpulas, el FA no esté preocupado ni experimentando en materia comunicacional y deje de reconocer los problemas de organización. Justamente en el borrador de documento sobre estrategia política (que trataré en otra oportunidad) al que el FA le ha otorgado particular prioridad e importancia a pesar de estar en vísperas de la reanudación del congreso y se encuentra en la portada de su página web se recomienda la “utilización de los nuevos medios de comunicación (redes sociales, etc.) para tener un intercambio permanente con los ciudadanos. Debemos superar la distancia que existe hoy entre el Frente Amplio y los frenteamplistas”. Algo bastante similar a lo que vengo sosteniendo no sólo aquí sino en otros artículos. Porque la estrategia comunicacional es un aspecto indisoluble de la arquitectura organizativa y de su capacidad de atracción militante, algo fundamental para una fuerza de izquierda como el FA que no es un aparato de marketing electoral. Ese mismo documento lo reafirma cuando sugiere que “probablemente, para lograr los desafíos que la etapa nos impone, tengamos que repensar integralmente la organización interna de nuestra fuerza política”. Así es.

 

En el plano experimental el FA lanzó una excelente iniciativa complementaria a su página oficial llamada “FAro” a la que se accede desde la dirección https://faro.frenteamplio.uy/. Enfatizó con ello la coincidencia de las dos primeras letras de la palabra con la sigla propia, aunque tanto el sustantivo cuanto el logo, no reflejan la potencialidad participativa que tiene ese sistema. Un faro es, si se me permite la ironía, un término iluminista, un instrumento de guía, no de interacción y diálogo. Adolece además de la misma timidez y abandono que el propio congreso. No se la ha dado difusión ni estímulo. Me enteré de su existencia en el llamado “Comité Virtual FA” e inmediatamente entré a crear un foro sobre el congreso donde además advertí hace unas horas de la necesidad de inscripción de delegados. También recibo respuestas de compañeros, presumiblemente administradores, como uno que me informa que además del banner mencionado, se avisó a los delegados por otra tecnología digital: SMS. Ni yo ni los otros 3 delegados de mi Comité, ni los de Lavalleja o Maldonado con los que tengo contacto permanente, se informaron por esa vía. Pero volviendo a la cuestión central de FAro que no es ni su nombre, ni la antigüedad del software que utiliza, la ausencia de difusión, hace que sean escasísimos los participantes aunque encontré allí en otra sección, una interesante polémica sobre la iniciativa de crear comités virtuales y su posible relación con los tradicionales.

 

Viene a mi memoria una anécdota personal que relataré esperando no aburrir al lector con ella. A fines de los años ´90, dirigí el Área de Comunicación Científica de mi facultad en la Universidad de Buenos Aires. Un día descubrimos en el root del servidor web (la raíz a la que sólo se accede con claves de máximo privilegio de administrador, permitiendo hacer toda clase de modificaciones) un mensaje con un nombre de pila, un número telefónico y una vaga pista sobre el bug o falla de seguridad en el mismo. El intruso podría haber hecho un desastre, pero sólo dejo esa misiva. Le pedí a mi secretaria de entonces que lo convocara a una reunión. Se presentó un señor de mediana edad, con aire tímido y humilde que dijo ser el padre del adolescente que había ingresado al servidor y temía una represalia, aunque justificaba su presencia sustitutiva en que su hijo se encontraba en ese momento asistiendo a clase en su escuela secundaria. Le respondí que el propósito de la cita era el contrario. Que quería saludarlo, felicitarlo y agradecerle el señalamiento de la vulnerabilidad, gracias a cuya advertencia fue corregida e inclusive invitarlo a integrarse al equipo, cosa que finalmente la edad del muchacho hacía imposible.

 

Refiero esta pequeña historia con la esperanza de que en la militancia frentista no se introduzcan aires de timidez, temores a sanción o discriminación -como los que se le despertaron a ese embrión brillante de hacker colaborativo y a su propio padre- por señalar lo que cada compañero entienda por limitaciones o problemas diversos.

 

Porque el intruso verdaderamente peligroso en la militancia es la autocensura.

 

Emilio Cafassi

Profesor titular e investigador de la Universidad de Buenos Aires

cafassi@sociales.uba.ar

 

 

Publicado en La República (Uruguay) 23/4/2017

https://www.alainet.org/es/articulo/184990
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