Entrevista a Pedro Páez

Necesitamos acelerar las transformaciones estructurales

23/03/2009
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Artículo publicado en la Revista América Latina en Movimiento No. 442: América Latina en Movimiento No 442 06/02/2014

 Asistimos a una crisis profunda, gravísima, sin que ello signifique que automáticamente el resultado va a ser progresista, ni “que de cajón van a venir una serie de medidas como las que dieron lugar al New Deal y a las experiencias desarrollistas del Tercer Mundo. De hecho lo que está pasando es más bien un fortalecimiento de las estructuras de poder más concentradas y más reaccionarias, tanto a nivel mundial como a nivel local de nuestros países”. Esto señaló en diálogo sostenido con ALAI el economista Pedro Páez, quien actualmente preside la Comisión Técnica Presidencial para la Nueva Arquitectura Financiera conformada por el mandatario ecuatoriano Rafael Correa.

 
A su juicio, esto se debe al proceso de concentración y centralización del capital que fue “tan fuerte en los últimos 30 años, se ha acelerado de manera escandalosa en el último año: ha provocado un gran "garage sale" universal y hay una oligarquía muy pequeñita que está recibiendo el cheque en blanco de sus respectivos gobiernos para ellos solitos hacer las compras de esta barata universal. Lo que se está decidiendo, no en el G20, no en el G8, no en el G1 siquiera, sino en el G0.00001 va a afectar a 6 mil millones de habitantes de la tierra”.  El sistema ha llegado a tales niveles de absurdo, acota, “que contradicen el propio concepto de la humanidad”, al punto que “la alternativa más fácil que se plantean los poderes establecidos, es la guerra.  La guerra siempre será una opción fácil, barata y tremendamente rentable para ellos”.
 
Pero si esas son las amenazas, el momento también presenta oportunidades para forjar alternativas “en un proceso de construcción colectiva en la que los pueblos tienen que estar convocados”. En ese sentido, precisa, “es necesario que revistas como América Latina en Movimiento puedan convocar a los movimientos sociales, a los intelectuales, a los técnicos, a los profesionales, a decir su voz, a proponer ideas, a asumir el debate, pues aquí se está jugando nuestro destino”. Y bien, el diálogo se desarrolló en estos términos.
 
- Con la crisis, estamos en un nuevo escenario, siendo que los cambios en la geografía política de América Latina habían llevado a una mayor autonomía de Washington y de las instituciones financieras asentadas allí, lo que permitió en cierto sentido rescatar soberanía y que se ponga en el tapete el tema integración.  ¿En este nuevo escenario cómo se perfila esa dinámica que estaba en curso?
 
Es al mismo tiempo llena de peligros muy graves pero también de oportunidades, ya se va convirtiendo en lugar común pero es necesario verlo así.  Entonces, en primer lugar es necesario ver los peligros que son los más cercanos.  Recuérdese que en los años 70, así mismo hubo un proceso muy interesante de florecimiento de alternativas con el Nuevo Orden Económico Internacional, la OPEP, los Países No Alineados, la discusión dentro de la propia izquierda, el robustecimiento de la socialdemocracia europea, de la propia socialdemocracia en la periferia, en fin; sin embargo, una medida administrativa tomada por Paul Volcker, cuando accede a la presidencia de la Reserva Federal, que sube todas las tasas de interés, bastó para desbaratar toda esa movilización. Resulta ser que con una sola medida administrativa que no requería siquiera pasar por el congreso, una cosa así de sencilla, nos suben las tasas de interés y se desploma todo lo que se tenía planteado.
 
Se desata la crisis de la deuda del Tercer Mundo, se revierte la tendencia positiva en los términos de intercambio, aumenta el poder financiero del dólar y el poder de las élites financieras, se deterioran los elementos de solidaridad entre los países del Tercer Mundo, No Alineados, se rompen las posibilidades de políticas macroeconómicas de levantar políticas de desarrollo, y más bien se entra en una ola generalizada de políticas de ajuste neoliberal impuestas por el Fondo Monetario y el Banco Mundial, etc.
 
Entonces, estamos en una situación igual, aunque a veces pecamos de ser demasiado eufóricos. Todo lo que se ha avanzado hasta ahora en el acercamiento de nuestros pueblos, de nuestros gobiernos -independientemente inclusive de la posición ideológica- en un marco mucho más comprometido en torno a la construcción de la unidad latinoamericana y de la posibilidad de un tipo de desarrollo alternativo, podría rápidamente bloquearse y desmantelarse, por ejemplo, con una guerra comercial, con una guerra de devaluaciones entre nuestros países hermanos.  Ya hubo, en el último trimestre del año pasado, depreciaciones muy fuertes de México, Brasil, Chile, Colombia, etc., pero en cada uno de esos países los personeros de gobierno y los analistas más destacados dijeron “esta es una corrección de mercado, porque nuestra moneda indefectiblemente en todos los casos estaba sobrevaluada”.  Estamos hablando de devaluaciones del 40%, del 35%, pero felizmente no dio lugar a respuestas de los otros países de la propia América Latina que históricamente nos hemos criado peleándonos a codazos unos a espaldas de otros.
 
Estamos ante una circunstancia muy peligrosa, por lo que necesitamos acelerar las transformaciones estructurales para romper con esa lógica de crisis que la subordinación a la hegemonía del dólar ha provocado en nuestros países.
 
La nueva arquitectura financiera
 
- ¿Sería esa la oportunidad de la nueva arquitectura financiera que se ha venido trabajando?
 
Desde esa perspectiva, el programa que habíamos venido planteando en los últimos años, que se veía como una necesidad, ahora se convierte en una urgencia, una carrera contra el tiempo, para establecer las condiciones de poder hacer las cosas.  La lógica de crisis ahora no da refugio, no hay un rincón en la tierra donde uno pueda decir aquí me puedo salvar de la crisis. Es más, estamos de cara a una crisis civilizatoria.
 
Y en esta encrucijada civilizatoria, la verdadera iniciativa que debemos levantar desde el interés de nuestros pueblos tiene que partir por la construcción de una institucionalidad democrática, multipolar, en la que todas las voces, todas las luchas juntas actúen justamente para sacar adelante las mejores causas de la humanidad.  Este es el momento de movilizar a todos, movimientos sociales, ONGs, intelectuales, técnicos, todas las personas honestas del mundo deberían asumir su bandera para construir desde el interés de la humanidad un sistema que se está cayendo en pedazos.
 
- Para precisar, al hablar de una nueva arquitectura financiera en la región básicamente se ha contemplado al Banco del Sur, un Fondo que reemplazaría al FMI y una moneda común.  ¿En qué punto está todo eso?
 
Lo que hemos venido construyendo en la propuesta de la nueva arquitectura financiera regional es tener un Banco del Sur que sería el corazón de una banca de desarrollo de nuevo tipo. Existen más de 100 bancas de desarrollo en América del Sur, si se toma en cuenta las nacionales, subnacionales, supranacionales, regionales, subregionales, muchas de ellas ya contaminadas por la lógica neoliberal y ligadas a la dinámica de la extroversión y la exacerbación del papel primario de América Latina.
 
Es paradigmático el hecho de que, hoy por hoy, el Banco Interamericano de Desarrollo no sabe como ocultar que ha arrojado más de 2 mil millones de pérdidas por inversiones especulativas, ¿qué hacía un banco de desarrollo haciendo inversiones especulativas?, cuando era público y notorio desde el 2007 que el sistema bursátil, el sistema financiero, estaba teniendo problemas gravísimos y que eso iba a seguirse profundizando con el tiempo.
 
Esta es una muestra de la desnaturalización de la banca de desarrollo y de la necesidad de que exista una alternativa como el Banco del Sur, como el Banco del ALBA, que replanteen el tema del desarrollo y que sean una palanca para la transformación de todo el resto de la institucionalidad vigente hacia nuevas prioridades. Es decir, la soberanía alimentaria, la soberanía energética, la soberanía en el manejo de la salud; el desarrollo de una serie de mecanismos que permitan el financiamiento de la economía popular en su diversidad, en su heterogeneidad, para desbloquear esas fuerzas productivas, esa energía social que ha estado totalmente reprimida por la lógica del capital. Que permitan, justamente desde las trayectorias culturales, étnicas, históricas, de cada localidad, ir construyendo un nuevo tipo de desarrollo en el que sean los territorios los que articulen sus decires, sus formas de ver el mundo, sus sentidos de la producción y del consumo. La necesidad de ir estableciendo mecanismos que prioricen el desarrollo de una infraestructura desde la perspectiva de los mercados internos -entendiendo ahora internos como aquellos de la patria grande de Bolívar-, no desde los pequeños estados-naciones sino en esta perspectiva de construcción de soberanía supranacional; así como una cantidad de elementos para construir una base crítica en lo que tiene que ver con investigación, ciencia y tecnología que recupere los saberes tradicionales y que establezcan otros mecanismos de codificación y de devolución al pueblo de esos saberes para el propio proceso productivo y para la propia construcción societal que se vuelve ahora una tarea.
 
Estas nuevas prioridades van a requerir no solamente la presencia del Banco del ALBA, del Banco del Sur sino la transformación de la banca de desarrollo ya existente en América Latina, pero también nuevas prácticas como un código de conducta para que las empresas que son contratadas sobre la base de los préstamos de la banca de desarrollo mantengan ciertos niveles que eviten, por ejemplo, los sobreprecios en las contrataciones públicas, que obliguen la rendición de cuentas, que tengan interiorizados, tanto en el diseño de los proyectos como en la evaluación de los proyectos, los estándares ambientales, sociales, laborales, elementales que forman parte de esta nueva visión del mundo que queremos construir.
 
Al mismo tiempo hemos hablado de un nuevo tipo de funcionamiento. Esa banca de desarrollo que tenía como fundamento el dólar lo que hizo fue profundizar los niveles de dependencia macroeconómica y monetaria de nuestros países, y ahora lo que es necesario es engarzarnos en esta nueva dinámica que va a construir este espacio de soberanía supranacional en los ámbitos monetarios y financieros, justamente para poder generar los recursos que permitan desplegar la iniciativa de miles y millones de latinoamericanos que han estado hasta ahora imposibilitados de trabajar.
 
Por lo mismo, necesitamos también contar con los otros dos pilares, que es la necesidad de contar con un sistema común de reservas basada en la articulación más estrecha de nuestros Bancos Centrales que rompan con las limitaciones del dogma neoliberal y que pongan al manejo monetario, financiero, crediticio al servicio de las necesidades de nuestros pueblos.
 
Y ligado a estos dos pilares, un sistema monetario común, a partir de un sistema de compensación de pagos en el comercio entre nuestros países pero, que poco a poco vaya desarrollando funciones monetarias sobre la base de un dinero electrónico, de una moneda electrónica común que nos permita independizarnos de la lógica y del destino del dólar.
 
Todos estos elementos forman parte de una propuesta integral, holística que permite avanzar de manera muy técnica, muy rigurosa hacia la construcción de una alternativa real dentro de la cual es recién posible construir procesos programáticos mucho más avanzados que dependerán de las condiciones políticas, culturales de cada uno de los países.
 
¿Qué tiempo se podría esperar para que efectivamente esté en funcionamiento el Banco del Sur?
 
Ahí hay varios ritmos. Las conversaciones en torno al ALBA (Alternativa Bolivariana para América Latina y el Caribe), en torno al SUCRE (el Sistema Unificado de Compensación Regional, que involucra al Ecuador y a los países del ALBA), el Banco del Sur, el Fondo Común de Reservas del Sur que sería la alternativa al FMI, son iniciativas que están marchando a pasos acelerados, aunque obviamente hay una serie de elementos complejos tanto a nivel técnico como a nivel político interno, como a nivel geopolítico de la propia América Latina que van requiriendo sus propios ritmos.
 
Hago en ese sentido una reflexión que creo es importante, si esto se hubiera dado hace 50 años teníamos el pensamiento de la CEPAL, la teoría de la dependencia, las disputas entre las distintas posiciones dentro de la izquierda mismo, la teología de la liberación, la sociología latinoamericana, el boom de la literatura en nuestros países, en decir, había un florecimiento del pensamiento latinoamericano con mucho vigor, con mucha vitalidad.  Lastimosamente, fruto del neoliberalismo, lo que hemos tenido aquí es un proceso de copy and paste –además hay que decirlo en inglés y con el copyright de Microsoft-, que la mayoría de los intelectuales se acomodaban a las condiciones de lo que daba el mercado y con eso hemos castrado nuestro pensamiento propio en todas las áreas de las ciencias sociales y de la literatura. Y ahora, es necesario pegarnos un remesón y hacer que florezca el debate, que se multiplique la creatividad, la innovación en tareas programáticas, rigurosas y serias sin duda, pero en las que nadie tiene el poder de la verdad.
 
Propuestas nacionales y regionales
 
- En este proceso de construcción, ¿cuál es el rol que está jugando Brasil?  Acaba de anunciar el BNDES (Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social) que abrirá una línea para financiamiento de proyectos de desarrollo de los países de la región y diversos analistas estiman que lo que mueve a ese país es ocupar una silla en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas.
 
Brasil en sí mismo es un continente y tiene un papel fundamental en este proceso de construcción de la Patria Grande. Y es obvio que tiene una vieja aspiración nacional de ser parte del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Creo que este es el momento no solamente para que Brasil tenga una voz ahí, sino también América Latina.
 
El hecho de que Brasil ponga a disposición de otros países los recursos del BNDES, no necesariamente va en contra de procesos de una unidad mayor.  Creo que podría ser un elemento importantísimo el hecho de que varias instituciones de desarrollo -puede ser el BNDES de Brasil, el Banco de Desarrollo de Venezuela, los propios bancos de desarrollo-, las que entren en distintos mecanismos de cooperación y de construcción de distintos tipos de productos financieros y no financieros justamente para impulsar este tipo de desarrollo; yo no le vería por ahí mucho el problema.  Lo grave sería si se queda solamente ahí y si eso significa dejar de lado las otras iniciativas de construcción de la UNASUR, de la construcción de la Nueva Arquitectura Financiera Regional.
 
Habrá sectores de las elites, no solamente de Brasil, de Argentina, de México, de Chile, que es donde el capital puede tener sus expresiones más poderosas a nivel concreto, en los que por razones ideológicas haya una animadversión frente al contenido popular y democrático que la nueva propuesta de integración latinoamericana presenta, pero creo que más temprano que tarde esos mismos sectores van a darse cuenta que negar la posibilidad de este tipo de desarrollo no solamente les contrapone al destino histórico de sus propios pueblos, en los que ellos están basados territorialmente, sino que al mismo tiempo les va a significar un suicido como clase social.
 
El verdadero crecimiento, inclusive del capital, en nuestros países tiene que pasar por el desarrollo de los mercados internos -insisto en el sentido de la patria grande no de los pequeños estados-naciones-, y tiene que pasar por un proceso de despliegue de esas fuerzas productivas con relativa autonomía frente al dictak del Norte en el que tiene que verse a las necesidades de nuestros países como una oportunidad también.  El mejor negocio de los grandes capitales alemanes y franceses, destruidos y en condiciones muy precarias después de la Segunda Guerra Mundial, fue apostarle al desarrollo de la periferia europea, España, Portugal, Grecia, Irlanda más tarde, y ellos lo hicieron con transferencias gratuitas directas, a través de los mecanismos de reducción de asimetrías estructurales que tenían en Europa dentro de la comunidad europea en ese entonces. Eso es lo que permitió que la burguesía y el gran capital alemán y francés puedan recuperar su poderío y adquirir el vigor que le lleva al sitial en los mercados internacionales que tienen ahora.
 
Lo que estamos proponiendo ahora, en el caso de América Latina, es una cosa muchísimo más ventajosa para esas fracciones de capital, porque lo que estamos diciendo es préstamos, no transferencias unilaterales; préstamos que van a ser a tasas preferenciales en un proceso de construcción de soberanía monetaria supranacional que crea una situación de ganar-ganar.
 
- ¿Y qué pasa con la Comunidad Andina de Naciones (CAN)? Hace ruido, está el tema del TLC de Perú con Estados Unidos y Colombia en stand by, la apuesta de Colombia y Perú por un TLC con Europa.
 
En efecto, a pesar de los esfuerzos renovados cada cierto tiempo de querer relanzar el proceso desde ópticas distintas, más flexibles, la crisis de la Comunidad Andina llega a una situación cumbre en los últimos meses, con la decisión de Colombia y Perú de profundizar su proceso de aperturismo, de profundizar su compromiso neoliberal y plantea un reto a las negociaciones UE-CAN, que lastimosamente no pudo cuajar lo que podía ser una perspectiva progresista como la que se planteó en la Cumbre de Lima, en mayo 2008, donde el presidente Correa, luego de 10 reuniones con Jefes de Estado incluyendo con el presidente de la Comisión Europea, logró que se refuerce la idea de una negociación bloque a bloque, que respete los desarrollos institucionales de lado y lado, que reconocía las asimetrías estructurales entre Europa y la Comunidad Andina, y que además reconocía las asimetrías dentro de la Comunidad Andina.
 
Es decir, se establecía un nuevo tipo de relación Norte-Sur en un marco basado en los pilares de diálogo político, de cooperación y de comercio, pero entendido el comercio como instrumento de desarrollo y no el comercio como TLC, como algunas élites en nuestros países están creyendo. Sin embargo, entre mayo y octubre hubo un curso de los acontecimientos orientados desde determinadas agendas, que son enemigas justamente de que nuestros pueblos avancen, y se desbarataron las posibilidades de avanzar en este acuerdo flexible que hubiera podido fortalecer los procesos institucionales que se venían llevando adelante, respetando la soberanía de cada uno de los países, y más bien se ha optado por relaciones bilaterales con un énfasis muy marcado en el típico tratado comercial de tinte neoliberal.
 
Este es un episodio que muestra la complejidad no sólo de intereses sino de dinámicas, porque en muchos casos estamos hablando de inercias que vienen desde mucho tiempo atrás, y que ya están insertas en los propios aparatos productivos.  20 a 30 años de neoliberalismo han transformado desde adentro a las fuerzas productivas de nuestros países, y a las clases sociales portadoras de esas fuerzas productivas en un sentido muy complicado, que ponen un gran signo de interrogación sobre el futuro, sobre la posibilidad de sostenibilidad de los proyectos que esas fracciones de clase, que esos actores sociales son capaces de desplegar.  En ese sentido, de nuevo vuelve a estar presente la idea de la nueva arquitectura financiera regional, de la cual no se puede hablar sin considerar al mismo tiempo una nueva arquitectura financiera doméstica, y no se puede hablar de lo uno o de lo otro sin hablar de una transformación del aparato productivo, y al mismo tiempo de un nuevo proyecto de sociedad.
 
Por eso es que el reto es tan grande y sin embargo uno puede empezar ya a ver cuestiones concretas: a fines del 2007 se firmó el acta constitutiva del Banco del Sur, estamos trabajando con los países del ALBA y probablemente van a adherirse otros países de la región a la iniciativa del SUCRE; está funcionando en algunos niveles la iniciativa del Banco del ALBA; UNASUR está concretando cosas, y obviamente, la propia crisis va a desplegar otro tipo de iniciativas.
 
https://www.alainet.org/es/articulo/141208

Publicado en Revista: América Latina en Movimiento No 442

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