La OEA y Cuba

07/06/2009
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En 1889, cuando la Primera Conferencia Panamericana introdujo el concepto del “panamericanismo” sobre la base del antiguo “monroísmo” (América para los Americanos), los intereses expansionistas de los EEUU comenzaron a afirmar su presencia institucionalizada en América Latina. De manera que en 1948, cuando la Conferencia Internacional Americana de Bogotá dio vida a la Organización de Estados Americanos (OEA), el dominio estaba asegurado. La OEA pasó a ser uno de los instrumentos de la política exterior norteamericana para enfrentar la “guerra fría” y evitar la expansión del “comunismo” sobre el continente. Una política a la que fueron arrastrados los países latinoamericanos y particularmente las Fuerzas Armadas de la región, integradas, desde 1947, al TIAR (Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca).

La Revolución Cubana de 1959 desató el anticomunismo. Los EEUU asumieron que el régimen cubano era un peligro continental e indujeron a los gobiernos de la región a creerlo. Cuando hubo gobernantes o líderes políticos opuestos a esa visión, actuaron otros instrumentos. Fue lo que ocurrió con la OEA, donde las presiones, los condicionamientos y el “americanismo” movilizado ante el “peligro comunista” y con gobiernos y diplomáticos incapaces de hacer frente a la estrategia norteamericana o subordinados a ella, determinaron que en 1962 se acordara la expulsión de Cuba de la OEA. La decisión fue un complemento político al bloqueo económico impuesto por los EEUU a Cuba.

En el Ecuador los hechos tuvieron sus propias características. El presidente José María Velasco Ibarra (1960-1961) no quiso romper con Cuba, admiró su revolución y consideró a Fidel Castro como un líder indiscutible. El sucesor, Carlos Julio Arosemena Monroy (1961-1963), tampoco quiso romper con Cuba. Planteaba incluso la ampliación de relaciones comerciales con otros países “comunistas”. Y él mismo era atacado como “filocomunista”. Fue un levantamiento militar el que obligó a Arosemena a la ruptura con Cuba. Hoy conocemos bien que la estrategia anticubana fue trabajada por la CIA y sus agentes. Que es lo mismo que había ocurrido en todos los países.


La resolución de los 34 países de la OEA para reintegrar a Cuba es un triunfo sobre la negra historia de su pasado y un hecho de justicia. Es comprensible que el gobierno cubano asuma una posición de dignidad histórica al manifestar que no le interesa el retorno. Pero ahora, el paso que falta es la derrota del bloqueo económico norteamericano, también históricamente insostenible, ante una nueva América Latina, que ya no se subordina fácilmente a las estrategias impuestas desde políticas de gran potencia. Y será un avance si en el futuro se logra la creación de una nueva entidad con la exclusiva participación de los países de América Latina.

Es posible que la resolución de la OEA facilite al gobierno del presidente Barack Obama a intentar otro tipo de acercamientos con Cuba, pues, paradójicamente, la política exterior norteamericana corre el riesgo de quedar aislada frente a los países de América Latina.

Publicado en El Telégrafo
Ecuador, lunes 08 de junio de 2009

- Juan J. Paz y Miño Cepeda, historiador ecuatoriano, es coordinador del Taller de Historia Económica.
http://puce.the.pazymino.com

https://www.alainet.org/es/articulo/134101
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