Manifiesto de Solidaridad: Pueblos indígenas de América

17/01/2003
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Para los pueblos indígenas, la tierra es la madre, es el cimiento sobre el cual se construyen los derechos de la comunidad. No solamente el derecho a la subsistencia física, sino los derechos políticos y culturales. La tierra no es un lote si se le mira desde este punto de vista rural comunitario, sino una realidad territorial, que incluye el medio ambiente, los ecosistemas y las relaciones políticas y culturales con el espacio. El neoliberalismo supone que todo el mundo quiere participar de la compraventa y que la tierra es un bien enajenable. Para los pueblos indígenas la tierra es inalienable, la mamá no se compra ni se vende. Estas dos concepciones chocaron con toda intensidad al instaurarse en México el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN o NAFTA). Entonces fue derogado el artículo de la Constitución que garantizaba la inalienabilidad de las tierras comunales y la insurrección zapatista emergió contra este nuevo régimen. ?Por qué el estado mexicano y Estados Unidos se arriesgaron y tomaron una medida que atentó a muy largo plazo contra la estabilidad política y hoy se niegan a llevar a la práctica los acuerdos los llamados acuerdos de San Andrés para una paz digna? Porque los intereses de las transnacionales dependen de una nueva conquista de América, en la cual los pueblos indígenas pueden perder los territorios en que han resistido la primera conquista. La nueva conquista se concretaría en el Área de Libre Comercio de las Américas que tiene como infraestructura los megaproyectos e inversiones continentales integrantes del Plan Puebla-Panamá PPP, el Canal Atrato-Truandó y/o Atrato ? San Miguel y la Iniciativa de Integración de la Infraestructura Regional de Sur América IIRSA. Estos complejos que unirán América Latina con Estados Unidos, interconectarán desde las carreteras y vías fluviales y marítimas, hasta las redes eléctricas. Si las mercancías norteamericanas se derramarán por Suramérica, petróleo, gas, electricidad, recursos genéticos y especies tropicales fluirán en sentido inverso. Cuando la inalienabilidad de las tierras ha sido conquistada, la nueva conquista busca echarla atrás porque obstaculiza su visión de reordenamiento del territorio en torno a los proyectos de inversión transnacional, concebidos como núcleos en torno a los cuales se reorganiza toda la vida económica, política y social, pasando por alto la diversidad cultural y los derechos territoriales de los pueblos indígenas. Por ejemplo, los proyectos de generación e interconexión eléctrica incluyen la construcción de 32 represas en México, 26 en Centroamérica y la articulación con la interconexión colombiana que incluye la ya construida Urrá 1, la red de represas del oriente antioqueño, la hidroeléctrica de La Miel en construcción y las proyectadas represas Pescadero-Ituango, Porce 2 y Urrá 2. Las nuevas represas significan sacrificar centenares de comunidades indígenas, campesinas y afrodescendientes, las cuales no han participado ni en las decisiones ni en los diseños y la mayoría de las cuales ni siquiera saben que estos proyectos están en curso. Una comunidad puede estar sentenciada por un proyecto de inversión que ni siquiera conoce, pero que lleva años gestándose en las oficinas de las trasnacionales y sus socios. Esto es posible porque la democracia representativa aleja de los centros de planificación y decisión a las comunidades, cuyos integrantes deben limitarse a votar cada determinado tiempo unos supuestos mandatarios y representantes elegidos, mientras desconocen el funcionamiento de los centros reales de poder. Los reclamos de autonomía real, de autogobierno, de decisión real sobre sus territorios son entonces en la práctica ignorados. Así mientras en México se desconocen los acuerdos de San Andrés, en Colombia los gobiernos y el Congreso se han negado ha llevar a la práctica las entidades territoriales indígenas autónomas. En cambio transnacionales y estados se ponen de acuerdo para ejecutar proyectos que aplastan a las comunidades. Por ejemplo el estado español y ENDESA financiarán la interconexión eléctrica centroamericana; bancos japoneses financiarán la interconexión Guatemala-Mexico; ENDESA construye la represa de Bío-Bío en territorio mapuche, en el cual las madereras imponen sus intereses sobre los derechos indígenas a punta de represión estatal. Ecuador Colombia Venezuela En otro ámbito, Estados Unidos condiciona acuerdos comerciales como Atpa y Atpdea en los países andinos, a la aceptación de sus criterios sobre propiedad intelectual, los cuales amenazan la propiedad colectiva del patrimonio genético de los pueblos indígenas y de las comunidades y naciones latinoamericanas. El saqueo mediante patentes de propiedad intelectual de las obtenciones vegetales y animales en territorios indígenas es un nuevo y gigantesco saqueo que afecta la más grande riqueza del continente. Habla del control del territorio, es hablar del verdadero poder de los pueblos. La resistencia indígena desafía hoy el poder de las transnacionales. La propiedad colectiva inalienable de sus tierras es hoy el derecho básico para mantener y llevar a la victoria esta resistencia. Asumir las consecuencias políticas del control territorial es el objetivo de esta resistencia, pero llevar a la práctica el derecho a la pluriculturalidad es el camino que debe transitarse, frente a un sistema capitalista que se cree que tiene derecho sobre todo y que sus intereses son los de todo el mundo. Etnocentrismo al Pluricentrismo Después de ser tratados por el mundo occidental como "salvajes", "primitivos", "sociedades incipientes", "infieles" o "bárbaros", los indígenas comienzan por fin a ser considerados como Pueblos, con derechos como tales. La concepción del indio por Occidente estuvo hasta ahora marcada por el etnocentrismo. El europeo llegó a América considerándose como el paradigma del "Hombre"; el europeo era el verdadero humano, el "culto", el "cristiano" que tenía que desplegar su humanidad por todo el planeta, como cruzada para la expansión de la cristiandad. El humanismo etnocentrista de Occidente se convirtió desde fines del siglo XVIII y dejó las iglesias para proclamar la libertad del individuo, la democracia, el mercado, la unidad nacional, la igualdad, la propiedad privada, valores de toda la humanidad. Como antes se impusieron las cruces de los reyes a los indios, se impusieron las Repúblicas. En las últimas décadas, la lista de los valores de Occidente está encabezada por el desarrollo, el crecimiento económico, la productividad, la ganancia, el crecimiento, el "progreso" y la competencia. No se trata de rechazar a priori los valores de Occidente, ni de declararlos en sí mismos negativos o perjudiciales. Se trata de si son los únicos, o deben ser siempre los principales o sólo ellos deben ser tenidos en cuenta o si el mundo de hoy debe considerar otros valores, otros modelos, de otras culturas que sobreviven en el planeta y en el continente. Se trata de si los estados - y en general los poderes - renuncian a considerarse el centro en torno al cual gira el mundo, si renuncian a la mentalidad de imposición de sus valores y por tanto de sus planes y de sus intereses y en particular a que se tenga en cuenta su punto de vista, a que se considere su Derecho Mayor a la hora de actuar; a que se acepte el derecho a decidir su futuro y el derecho a negociar de igual a igual con los demás pueblos. La posibilidad y ejercicio de los derechos de los indígenas en tanto pueblos no surge del mero idealismo o de la sola buena voluntad; es el resultado de conjugar factores que permiten que esos derechos se hagan valer en los escenarios sociales: 1. La resistencia indígena multiforme ejercida durante cinco siglos, ha garantizado en primer lugar la supervivencia de los pueblos indígenas y de sus culturas y en segundo lugar la defensa de territorios indígenas. Esa resistencia generalmente dispersa, se ha conjugado hoy y generado movimientos indígenas de alcance orgánico y movilización nacional y con programas, coordinaciones, alianzas y solidaridades internacionales. La resistencia indígena es la base sólida y garantía del derecho de los pueblos indígenas pero, cabe preguntarse si se seguirá exigiendo el sacrificio del indio para que sobreviva su derecho. 2. La crisis y transformación de la modernidad y sus pretensiones de homogeneidad. Hoy reafirma la diferencia, cada forma de vida tiene su derecho, hay espacio para todas las expresiones, por más opuestas que sean; todo vale y tiene derecho a existir. Se cuestionan así el eurocentrismo y el etnocentrismo y se supera el dualismo que opone lo "civilizado" a lo "bárbaro". Ningún tipo de racionalidad puede proclamar el monopolio de la razón; se reconoce que varios tipos de racionalidad valen igualmente, son autónomos e irreductibles. Surge un mundo plural. Sin embargo, cabe preguntarse si la coexistencia de las racionalidades va a incluir la del etnocidio y la eliminación del militarmente débil. La postmodernidad justifica las culturas indígenas, pero también a los etnocidas y por tanto replantea el conflicto: ?cómo se organizará el vitral de la diversidad? El discurso postmoderno significará una esperanza para las víctimas de la modernidad, si no se impone más la destrucción de las culturas diferentes ni la exclusión de las alteridades. La convivencia puede estructurarse en los niveles político, económico y cultural, gracias a la intercomunicación y mediante normas concertadas entre todos, en tal forma que se hagan viables el respeto mutuo, la diversidad, la selección entre alternativas, y la autonomía. 3. La internacionalización de la economía - de acuerdo con los economistas de las más diversas tendencias - debería eliminar las divisiones nacionales y étnicas, pero resultó siendo el más vigoroso refuerzo de las cuestiones étnicas y nacionales. La unidad étnica se fortalece como el interés común frente a lo externo, con lo cual se le impone relacionarse. El rumano Silviu Brucan explicó ampliamente desde hace más de 20 años, como los problemas étnico-nacionales son una expresión paradójica de la profunda transformación de las relaciones internacionales, que abre paso a un "sistema mundial", en el cual cada pueblo quiere tener identidad propia y las asociaciones voluntarias de pueblos o las integraciones afines o regionales permiten crear mejores condiciones para participar en la internacionalización, que aunque amenaza con homogeneizar, obliga a asumir personalidad y afinidades como pueblo y lleva de hecho a contradecir la concepción economicista de homogeneidad. A nivel internacional se repite entonces lo que muchas sociedades indígenas saben y viven: el colectivo no impide la autonomía de cada parte, la fomenta, propiciando un sentido vigoroso de identidad tanto con la parte como con el colectivo que crea una zona segura que refuerza la autonomía, en tanto que ésta, se sustenta en la vinculación con un colectivo. Así describió por ejemplo Irving Goldman la lógica de estructura de la sociedad indígena de los cubeo de Colombia, difícilmente comprensible para un pensamiento moderno que se sorprende ahora porque el surgimiento de un sistema mundial basado en la internacionalización de la economía, no acaba la diversidad étnica, sino que la refuerza propiciando tanto un vigoroso sentido de identidad étnica, como vínculos que ofrezcan seguridad y permitan la autonomía. Así los asuntos étnicos, nos agrade o no, se han convertido en uno de los asuntos más complejos de la convivencia social contemporánea y por tanto requieren urgentemente soluciones de derecho, que tanto en el campo internacional como nacional y gracias a la resistencia de las comunidades, el Derecho Mayor de los Pueblos Indígenas que nace de la Tierra. Las relaciones étnico-nacionales están desempeñando un papel protagónico en el desenvolvimiento de los grandes acontecimientos mundiales de los últimos años y de la actualidad, tanto al interior de los estados, como en las relaciones internacionales. Frente a esta situación se toman a veces posiciones de conveniencia por parte de cada estado, agudizando los conflictos. Urge que se tomen posiciones de derecho sobre las cuestiones étnicas y que se reconozca los derechos de los grupos étnicos como base de unas relaciones internacionales y nacionales pacíficas. 4. La globalización es un fenómeno que va más allá de lo económico y se acrecienta gracias a las nuevas tecnologías de comunicaciones, a la telemática, al surgimiento de diversas redes mundiales y problemas globales. La cuestión indígena es hoy global, tanto por los problemas comunes que afectan a los pueblos nativos del mundo, como porque cada problema particular de un grupo indígena específico se puede transformar en asunto mundial. Un satélite puede descubrir un recurso en un territorio indígena "no explorado", en horas pueden llegar allí helicópteros, pero el hecho puede ser conocido inmediatamente por millones de personas y una ola de solidaridad internacional puede defender los derechos de los nativos. Penan de Malasia, Kayapó de Brasil o Nükák de Colombia se defienden hoy, con fax o con videos y no sólo con sus cerbatanas o lanzas. Aunque las nuevas tecnología y los medios de comunicación amenacen los territorios y las mentes indígenas, hoy es posible una respuesta nueva y eficiente gracias a las nuevas tecnologías y a las comunicaciones. El carácter global de los asuntos centrales que afectan a los pueblos indígenas queda en evidencia cuando se comparan las denuncias y reivindicaciones de pueblos de zonas muy distantes y diversas del mundo. Por ejemplo, los 26 pueblos indígenas del norte de Rusia, los saami (lapones) de Escandinavia y los Inuit (esquimales) de la región circumpolar que viven en el extremo norte, en las regiones más frías del planeta, confrontan situaciones y hacen demandas que en su esencia y a veces en todo, son iguales a las de los pueblos indígenas de los bosques tropicales de Asia, África, Centro y Sudamérica, que se expresaron en la conferencia de Penang, Malasia o a las de los Aborígenes de Australia y los indios de Norteamérica. Se globaliza la resistencia frente a la usurpación y colonización continuadas de tierras y territorios; la explotación de los recursos naturales por agentes externos y en dimensiones enormes, las represas, la contaminación y la degradación de los medios de vida y las culturas, causados por la destrucción de los ecosistemas. Se resiste contra amenazas globales para la supervivencia de los pueblos indígenas, que declaran a su vez por todo el mundo que son pueblos originarios, dueños legítimos de sus territorios tradicionales con los cuales están unidos vitalmente, pues para ellos no son simplemente un "recurso económico" sino un valor integral y espiritual, la vida misma, que podría ser también a largo plazo la vida de los demás habitantes del planeta. En este contexto global, los estados no pueden ya pretender ser la única mediación legítima con los indios. Los pueblos indígenas no sólo exigen el derecho de tener personalidad en los foros internacionales, sino que de hecho pueden hacerse presentes y se hacen presentes transcendiendo los límites de los Estados-nación y demostrando su calificación para asumir papeles centrales en la definición de un nuevo orden mundial. Si el proyecto contemporáneo de globalización partió creyendo que podría lograr la homogeneización mundial, aun borrando los Estados-nación, en realidad ha afirmado las diferencias, los saberes distintos y las identidades y ha multiplicado los centros y canales de comunicación. Cada vez son más frecuentes los "embajadores indígenas", delegados que pueden servir como "canales" de comunicación y traductores para que la voz las autoridades propias de los indígenas, políticas y espirituales y la voluntad de las comunidades sea escuchada en cualquier escenario mundial y aunque a veces, por etnocentrismo, se les quiere asimilar a representantes con plenos poderes y se corre el riego de que sean utilizados para distorsionar o suplantar la voluntad de sus pueblos, tienden más bien a ampliar el ámbito del liderazgo tradicional y a reivindicar los derechos y consensos colectivos, de manera que hacen entender que los acuerdos en que participan deben ser refrendados por sus comunidades. 5. La legislación internacional, que antes sólo consagraba los intereses de los más fuertes, expresa múltiples intereses, resultado de la diversidad de conflictos. La Declaración de Naciones Unidas, las Convenciones sobre derechos humanos, sociales y colectivos son fuentes de respeto a los derechos de los débiles. Aunque la juridicidad internacional está basada en los acuerdos entre Estados y por ello limitada por intereses que temen el conflicto con los derechos de los pueblos indígenas, podemos destacar el esfuerzo de la Organización Internacional del Trabajo autora de los Convenios 107 y 169 sobre derechos indígenas. La OIT incluye en su dirección y en las delegaciones de los países, partes no gubernamentales, modelo que - no por casualidad - es más apropiado para tratar los conflictos propios de la postmodernidad. Las luchas se indígenas se reflejaron, así fuera en forma incompleta, en los convenios de la OIT y sus modificaciones. El 107 tenía como marco, los conceptos de propiedad de la tierra (no del territorio) y de poblaciones indígenas (en lugar de Pueblos), por lo que las organizaciones indígenas lo consideraron como parte de una respuesta integracionista o asimilacionistas de los Estados, para afianzar el etnocentrismo de los Estados-nación. Con mayor amplitud conceptual se estableció el Convenio 169 que es una expresión internacional de reconocimiento a la resistencia indígena. El Convenio 169, se define como aplicable a los "pueblos tribales e indígenas", criterio determinado a partir de la propia identidad del grupo étnico, aunque sin que tal categoría tenga consecuencias para el derecho internacional, es decir sin reconocer el derecho a la autodeterminación. Establece la protección de los valores y prácticas sociales, culturales, religiosos y espirituales de los indígenas; la obligación de establecer los medios a través de los cuales los pueblos indígenas puedan participar libremente, por lo menos en la misma medida que otros sectores de la población; el derecho de los pueblos indígenas a decidir sus propias prioridades, a que se preserve el medio ambiente que habitan, a conservar sus instituciones propias, incluidas las judiciales y a la propiedad de y posesión de sus tierras. Se introduce en el Convenio 169 el concepto de territorio, entendido como totalidad del hábitat de las regiones que los pueblos indígenas ocupan o utilizan y del cual no deben ser obligados a trasladarse y sobre el cual tienen determinados derechos sobre los recursos naturales. Ahora sin embargo una contratendencia amenaza los logros del derecho internacional y Estados Unidos, que comenzó por no aprobar el Convenio 169 de la OIT, ahora se desmarca de los convenios y tratados internacionales, especialmente los que tienen que ver con los derechos colectivos como el ambiente y trata de evitarr el pluricentrismo con una legislación imperial. 6. Los movimientos sociales contemporáneos y en especial el gigantesco movimiento contra la globalización de las transnacionales y contra el neoliberalismo, inciden de manera cierta y creciente en la vida de la sociedad y las instituciones, expresándose en formas muy diversas y por motivos distintos, pero con capacidad para confluir, aliarse y causar cambios notorios. El movimiento indígena hace parte de esta corriente global y aunque puede ser transitoriamente desplazado por otros movimientos, puede ser impulsado por ellos, como sucede con los ambientalistas, pacifistas, agraristas, regionalistas, culturales y contraculturales o de las minorías. 7. Los movimientos ambientalistas y la ecología han servido para poner de presentes que el amor de los indígenas a la Madre Tierra y su relación sagrada con la naturaleza son valores indispensables para la preservación del planeta y de la humanidad. A la vez han cuestionado el dogma del crecimiento económico ilimitado y demostrado que pone en peligro a la tierra y a la especie humana. Aunque Occidente quiere tratar de imponer el ambientalismo como valor visto a su manera y sobre otras culturas y catalogar "lo indígena como un asunto ambiental", de todos modos, tiene que reconocer el bajo nivel de su conciencia sobre estos temas y abrirse a un diálogo intercultural al respecto 8. El avance de la investigación científica, en particular de las ciencias sociales y especialmente de la antropología, permite comprender la racionalidad y la validez propia de las culturas indígenas y establecer nuevas formas adecuadas de relaciones interculturales. La sociología estudia a los movimientos sociales y ayudado a entender el nuevo papel del movimiento indígena. La lingüística revoluciona los conceptos sobre las lenguas nativas. Se profundiza la investigación sobre economías no mercantiles, formas diferentes de propiedad e intercambio, derecho consuetudinario y positivo no escrito, formas de poder, autoridad, gobierno y liderazgo. Si la ciencia puede servir a los destructores de la cultura indígena o tratar de imponer valores y esquemas "científicos" etnocéntricos, por sobre la voluntad expresa de los pueblos indígenas, también puede ser auxiliar decisiva y asesora clave del movimiento indígena. 9. Los estudiantes y graduados indígenas en quienes se puso la esperanza de redentora de la "educación", como elemento integrador del indio a los beneficios de las sociedades "civilizadas", en cada vez más casos no han tratado de sustituir u ocultar su identidad indígena, sino que la han reelaborado, sustentándola con argumentos académicos, científicos y técnicos propios de nuestras culturas y de la postmodernidad, propiciando la intercomunicación cultural en los escenarios globales y uniendo la reivindicación del reconocimiento de los pueblos indígenas y sus derechos, con demandas concretas e inmediatas de su comunidades. Desde el punto de vista de la modernidad esta es la "intelectualidad indígena", pero desde el punto de vista indígena ellos son o pueden ser los agentes de una intercomunicación para defender sus derechos y expresar su voluntad en un contexto cultural diferente y plural. 10. La conmemoración de los 500 años de la llegada de Colón a América produjo una gigantesca reflexión de millones de personas sobre la conquista y colonización de América por los europeos. La conciencia colectiva piensa hoy distinto sobre estos hechos y aunque muchos sigan sosteniendo los puntos de vista de antaño, la mayoría se pregunta ?por qué las culturas indígenas son perseguidas hasta aplastarlas? ?con qué derecho se desecha la sabiduría indígena y se despoja de sus territorios a los nativos? La conmemoración de la conquista se convirtió en su cuestionamiento multitudinario. 11. Problemas comunes actuales: Los diez factores anteriores, cada uno de ellos contradictorios en sí mismo, se articulan en torno a los conflictos concretos en y por los territorios y vida de los pueblos indígenas sobrevivientes. Además de tratarse de un debate histórico, filosófico y cultural, además y especialmente, se trata de resolver los problemas centrales concretos, que podemos enumerar y agrupar así: - Explotaciones o prospecciones de hidrocarburos, de minerales o de recursos no renovables; - La construcción de hidroeléctricas, autopistas o instalaciones militares; - Plantaciones, agroindustrias, ganaderías, madereras y colonizaciones en territorios indios; - Los operativos, coacción y campañas militares, policiales o de fuerzas armadas ilegales; - La investigación, propiedad y aprovechamiento de recursos biológicos, genéticos, arqueológicos y culturales; - El irrespeto de derechos humanos colectivos e individuales, el etnocentrismo y el etnocidio; - Los efectos de la economía de mercado, la pérdida o destrucción de bases de la economía propia, el deterioro del ambiente o de la calidad de vida, y la migración indígena a las ciudades o a centros de producción por causas económicas o políticas. - El liberalismo fundamentalista que propone eliminar lo que se oponga al pleno ?desarrollo? del mercado y "modernizar" a toda costa a los indígenas "empezando por poner sus tierras en el mercado y abrirlas al libre accionar de las empresas y capitales privados". Es una nuevo modelo igualitarista etnocentrista y unipolar. Son estas las fuentes de los conflictos y a veces causan el exterminio de pueblos, comunidades o familias indígenas. De nuevo la racionalidad y las necesidades externas tratan de aplastar al indio y éste trata de resistir. Frente a esto se propone el proyecto de cada pueblo indígena. No se puede someter la autonomía a una nueva forma de subordinación etnocentrista que supedite los títulos indios al sometimiento del indígena a proyectos extraños. Madrid, enero del 2003
https://www.alainet.org/es/articulo/109099
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