Grandes sociedades de bandidos

15/12/2001
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Los militares estadounidenses y sus socios afganos siguen buscando a Osama Bin Laden. La Fuerza Aérea sigue horadando las montañas con bombas capaces de atravesar seis metros de concreto en su afán de cazar vivo o muerto a su ex aliado terrorista, hoy devenido en enemigo público número uno. Los civiles muertos, heridos o mutilados de Afganistán, ya superan a los civiles muertos, heridos o mutilados de las torres gemelas y del Pentágono. Este dato macabro pareciera llevar tranquilidad a los gobernantes de los Estados Unidos. Una simple y cínica mirada deportiva les permite comprobar que el marcador ahora se ha tornado favorable. La primera potencia militar del mundo ha restablecido su imagen de tal. El imperio de las armas y del dinero --desde la más remota antigüedad-- es mucho más importante que el imperio de la justicia. Tanto más por estos tiempos de regreso hacia pautas de conducta que creíamos superadas. "El 16 de septiembre --recuerda Noam Chomsky--, The New York Times informó que Washington había 'exigido la eliminación de los convoyes que suministran buena parte de los alimentos y otros bienes a la población civil afgana'. No se detectó ninguna reacción en los Estados Unidos o en Europa a la exigencia de que una enorme cantidad de desposeídos fuesen sometidos al hambre y a una muerte lenta". Los valores universales alcanzados luego de milenios de luchas y reflexiones, parecen desvanecerse en días, en meses, después de los atentados terroristas del 11 de septiembre. En los Estados Unidos se crean tribunales militares para juzgar a extranjeros sospechosos de terrorismo. La prensa estadounidense comienza a hablar de la tortura como un método apropiado para avanzar en las investigaciones de estos crueles actos de terror. La Unión Europea se propone la adopción de una legislación antiterrorista que lesiona los derechos humanos y profundiza la discriminación racial. Por estos días, donde pocos gobernantes del mundo se atreven a alzar la voz ante el discurso totalitario del presidente George Bush, también se desvanecen los acuerdos internacionales destinados a preservar la paz en el planeta. Tal es el caso de la decisión tomada ayer por el presidente norteamericano, pese a la oposición de muchos legisladores demócratas en el Congreso, en el sentido de retirar a los Estados Unidos del Tratado de Misiles Antibalísticos (ABM su sigla en inglés). Este tratado bilateral, que fue suscrito en 1972 entre Washington y Moscú, que --entre otras cosas-- prohibe la creación del polémico escudo antimisiles, es una valiosa herramienta para la preservación de la paz,. Para el poderoso lobby del complejo militrar-industrial estadounidense es --por el contrario-- una molesta traba para sus negocios. El presidente Bush aseguró ayer que esta medida será la "mejor manera de defender a los ciudadanos estadounidenses" ante posibles ataques terroristas o de países hostiles con armamento nuclear. No importa mucho que los ataques del 11 de setiembre estuvieran muy lejos del tipo de ataques convencionales, la histeria belicista da para el abandono del tratado ABM y mucho más. Hablando de histeria belicista y caza de brujas incluida, ayer se le corrió el maquillaje a la mentira sobre supuestos ataques con armas biológicas desde el exterior de los Estados Unidos. Los diarios The New York Times y The Washington Post informaron que --pese a la existencia de un tratado internacional que prohibe el desarrollo de armamento biológico-- un laboratorio del ejército estadounidense produjo en 1998 armas de este tipo, a partir del bacilo del ántrax, con fines experimentales, que circularon entre su centro de producción, en el estado de Utah, y una base en el de Maryland. Estas revelaciones refuerzan las tesis sobre el origen interno de los sobres contaminados que costaran la vida de cinco ciudadanos norteamericanos. La actitud imperial de los gobernantes estadounidenses, también se manifiesta por estos días en el tácito apoyo proporcionado al primer ministro israelí Ariel Sharon, en su campaña de desconocimiento e intento de aniquilación de la Autoridad Nacional Palestina, entidad reconocida por las Naciones Unidas. La pasividad del alto organismo internacional y la evidente parcialidad de Washington en este lamentable conflicto, no es para nada ajena a esta nueva situación de dictadura planetaria. Este alarmante retroceso civilizatorio promovido desde el gobierno del mundo, se patentiza en la situación a la que se ha llegado en el Medio Oriente, donde "el resultado directo e ineludible -- según palabras del analista Sami Naïr, publicadas en El País de Madrid-- es que los islamistas de Hamás aparecen hoy como la única fuerza de resistencia activa frente a la ocupación israelí. Es lo que siempre desearon los dirigentes del Likud --dice Naïr--, pues comparten con los integristas islámicos la misma voluntad: convertir la lucha de los palestinos en un conflicto religioso de derecho divino, en lugar de en un contencioso de derecho público". ¡Cuánta vigencia tienen aquellas palabras de San Agustín cuando --hace 1.600 años-- nos advertían que "los imperios sin justicia serán grandes sociedades de bandidos"! Miguel Ángel Ferrari, Trascendental - LT8 Radio Rosario
https://www.alainet.org/es/articulo/105907

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