Un mundo sin guerras es posible

04/02/2002
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Cuando terminó la guerra fría, era posible suponer que
el mundo podría ingresar en una era de paz. Se llegó
inclusive a proponer que los recursos hasta allí usados
para armamentos fueran utilizados como fondo de desarrollo
para los más atrasados del mundo.

Después de disminuir por un tiempo, luego volvieron a
aumentar los presupuestos militares y el comercio de
armamentos. Por un lado, los Estados Unidos comenzaron a
redefinir los enemigos, que justificarían el mantenimiento
de esos presupuestos: el narcotráfico, el terrorismo
islámico y los países socialistas remanentes. Por otro,
quedó evidente el papel de reactivador de la economía que
las inversiones militares continúan poseyendo en las
principales economías del centro del capitalismo.

La proliferación de conflictos en el nuevo cuadro
internacional -de entre los cuales Kosovo, Chechenia,
Colombia, Macedonia- fue funcional al aumento de producción
de armamentos, alimentando su comercio clandestino,
encubierto por el lavado de dinero en los paraísos fiscales.
La propia América Latina volvió a ser incorporada al
mercado de armamentos.

Los focos de conflicto en el mundo de multiplicaron, en
Africa, en Asia, en América Latina y en la propia Europa.
La relativa estabilidad internacional resultante del
equilibrio de fuerzas entre las dos super potencias, fue
sustituida por una proliferación de conflictos, alimentados
inmediatamente por divergencias étnicas y religiosas, pero
teniendo detrás fuertes intereses de corporaciones y de
Estados de otros continentes - como los análisis sobre la
masacre de hutus y de tutsis y la guerra aún vigente en la
República Popular del Congo (ex-Zaire), lo demuestra
claramente.

El mundo es un lugar menos seguro -incluso antes de los
acontecimientos del martes 11 de septiembre de este año-
que antes. Sin embargo, los tiempos del equilibrio nuclear
no vuelven más. Se dijeron muchas bobadas en estos días,
sobre "guerra", sobre la importancia de lo que aconteció en
aquel día de la caída del Muro de Berlín, pero en lo
esencial la hegemonía norteamericana sigue vigente. Lo que
cambió es la coyuntura actual, que se puede prolongar mucho
o no, en la dependencia del propio tipo de reacción de los
Estados Unidos.

La política del gobierno de Bush estaba llevando a los
Estados Unidos a una situación de aislamiento
internacional, en la que la iniciativa había pasado a los
movimientos de resistencia a la globalización neoliberal -
evidenciando hace poco tiempo en Génova y que amenaza
proyectarse a las próximas reuniones: de la FAO en Roma, de
la OMC en Qatar, entro otras. Ahora la pelota pasa al
campo de los Estados Unidos, que recibe la solidaridad
firme de sus aliados y tiene el apoyo interno para desatar
represalias casi de cualquier tipo. De verdugos, los
Estados Unidos pasaron a aparecer como víctimas.

Sus reacciones fueron, en los primeros días, cautelosas.
En primer lugar, por el desconcierto. En segundo, por
darse cuenta de su vulnerabilidad - incluida todo la amplia
red de embajadas y consulados a través del mundo exterior -
y de la imposibilidad de actuar sin protegerse. En tercer
lugar, por la consciencia de que las acciones que
satisfagan el deseo de venganza de la población pueden
tener resultados menores comparados con lo que sufrieron
sus ciudades y, si son puestas en práctica, tendrían, por
lo menos, que llevar a la muerte comprobada de Osana Bin
Laden. Más allá de esto, existe la conciencia que las
acciones del martes 11 solo pudieron ser puestas en
práctica con el apoyo de una red con penetración
estratégica dentro de los propios Estados Unidos y que sus
pistas tienen que ser buscadas y eliminadas, para impedir
que vuelvan a actuar a partir del mismo esquema.

El período histórico iniciado con fin de la URSS sigue
plenamente vigente. Los Estados Unidos siguen como la
única super potencia, con hegemonía mundial. Nada de lo
importante que sucede en el mundo de hoy -en los planos
económico, político, militar, informativo, cultural - puede
ser entendido haciendo abstracción de esa hegemonía. Ella
está más fuerte política e ideológicamente. Ninguna acción
terrorista cambia la historia. La que sirvió de detonante
para la primera guerra mundial ya tenía un escenario listo
para la guerra, con dos bloques de fuerzas preparados para
los enfrentamientos bélicos. Ninguna fuerza se levanta hoy
para contraponerse a los Estados Unidos. Si se puede
hablar de "guerra", no será de una guerra convencional,
sino de algún tipo de guerra de guerrillas, aún así
reducida a la modalidad de acciones terroristas, con fines
propagandísticos, sin fuerzas que se contrapongan una a
otra, sin defensa de territorio, sin blancos para atacar
por las fuerzas constituidas por los Estados Unidos y la
OTAN.

Pero a pesar de todo este cuadro, otro mundo, sin guerras,
es posible. Hoy, la paz en el mundo tiene que tener como
temas centrales una pacificación justa y duradera del
Oriente Medio, con la fundación de un Estado Palestino y la
convivencia pacífica con el Estado de Israel. Necesita
también colocarse el rescate de Africa como prioridad
mundial. Cualquier política internacional que no coloqué
al Africa como su blanco fundamental , esta equivocada.

Será posible igualmente desactivar los focos de conflicto
en Colombia, en Chiapas, en Irlanda del Norte, en el País
Vasco, en Chechenia, en Cachemira, en Macedonia, entre
otros conflictos pendientes, si la ONU recupera su papel de
organismo representante de la comunidad internacional.
Antes de que eso ocurra, el Foro Social Mundial de Porto
Alegre -que se realizará entre el 31 de enero y el 5 de
febrero de 2002- abordará, entre otras tantas actividades,
un foro llamado "Un mundo sin guerras es posible". En el
se presentarán propuestas de paz para varios de estos
conflictos, con los protagonistas de estos acuerdos
posibles. Cuestiones como la de Palestina, Colombia,
Chiapas, el País Vasco, encontrarán ahí los términos de una
paz posible.

El tema de la paz es parte inherente esencial de la lucha
por otro mundo posible, justo, humano, pacífico, donde los
conflictos se decidan por negociaciones y atendiendo de
forma equitativa a todas las partes.
https://www.alainet.org/es/articulo/105301
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