Mujeres del planeta

31/08/1994
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Somos la primera generación planetaria. Somos las primeras/os en vivir diariamente la globalización de la economía, de la comunicación, de la política, de la cultura, de las finanzas, de la depredación del medio ambiente, del incremento de la pobreza. El fin de siglo nos está alcanzando con un gobierno mundial casi anónimo -las redes financieras mundiales-, autocrático, desprovisto de responsabilidades sociales y de mecanismos de control. En este contexto, las mujeres, investidas de un cierto poder ganado por el impulso de los movimientos en el último cuarto de siglo, compartimos muchas cosas, tales como la posibilidad de articular redes reivindicatorias de derechos universales. Pero también compartimos la feminización de la pobreza, el record del desempleo y el sub-empleo, las nuevas formas de la discriminación de género, las altas tasas de mortalidad por razones reproductivas y la violencia que crece vertiginosamente. La Realización de la "IV Conferencia Mundial de la Mujer: Acciones por la Paz, la Igualdad y el Desarrollo" abre la necesidad de reflexionar sobre el contexto en el que se aplicarán los "planes de acción" para consolidar la igualdad entre los géneros en la próxima década, que están elaborando tanto los gobiernos como las ONGs. Y, apela a la formulación de cuestionamientos relativos a los efectos que tienen las actuales políticas mundiales sobre las mujeres, para elaborar propuestas que sobrepasen lo retórico. Esta primera edición de la serie Aportes para el Debate del Area Mujeres de ALAI, ha sido elaborada con el objetivo de alimentar los intercambios, enfocando reflexiones sobre las prioridades temáticas expresadas en el movimiento feminista y de mujeres. Mujeres del planeta Se ha desatado una gigantesca ofensiva ideológica para persuadirnos que las medidas sociales obstaculizan el crecimiento, impiden la llegada a la modernidad, al desarrollo, e incluso perjudican a las propias trabajadoras/es. Estamos asistiendo al desmoronamiento de las reivindicaciones salariales, del derecho a los beneficios de maternidad, de los servicios de guarderías infantiles, de servicios de salud reproductiva ofrecidos por el Estado, etc. Todas estas medidas, se dice, van en contra de la única alternativa pregonada: la más grande flexibilización posible para el sector privado. Paradójicamente, mientras más fracasos genera esta perspectiva, más imprescindible se la considera, sólo que ciertas personas miopes no podemos reconocer lo "futurista" de los inventos de los "golden boys". Si el desempleo crece, no importa, es porque los gobiernos de ciertos países no aplican bien las políticas, pero ya aprenderán; si la pobreza se ha incrementado, no importa, pues cuando gobiernen los empresarios, desaparecerá, al mismo tiempo que se multiplicarán los bienes, se incrementará la educación, se liberarán las mujeres, desaparecerá la corrupción. Tampoco importa que todo el Sur esté al punto de la hambruna, que se devalúen las monedas, que las riquezas estén cada vez más concentradas. La Formula para resolver es una sóla: neo-liberalismo. Que a las masas de pobres no les guste ser pobres, que a las/os desempleadas/os no les guste el desempleo, que a las mujeres no les guste la feminización de la pobreza, que se multipliquen las movilizaciones sociales, no importa, los movimientos sindicales están debilitados y ya desaparecieron casi todas las regulaciones y políticas sociales que con luchas centenarias se habían impuesto al capitalismo, que desde su inicio tuvo un único objetivo: generar ganancias. No hay problema si el mundo entero se resiste, el único problema es que los Estados no son competitivos, no se adaptan a las leyes empresariales, modernas, tecnológicas y lógicas, y tardan en desaparecer. Los cuestionamientos a estas premisas también son tildados como impedimentos para la libertad -de empresa-, miopía, moda antigua y rezagos de ideas políticas que se desmoronaron a la par de cierto muro europeo. Hay que confiar en las inversiones extranjeras privadas y olvidar que algún día existieron mejoras salariales, condiciones de trabajo y protección social, o por lo menos la ilusión de tenerlos. Sin embargo, las proyecciones económicas no dejan dudas. Según el propio Banco Mundial 1.4 mil millones de personas viven con un ingreso inferior a un dólar por día y se proyecta que para el año 2020, la segunda generación planetaria contará con 3 mil millones de pobres, más de 2.5 mil millones de sin techo, dos mil millones de personas sin acceso al agua potable, etc. y si la tendencia se mantiene, la mayoría de la población que afrontará estas proyecciones serán mujeres, principalmente del Sur. El Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial cumplen 50 años en 1995 y este cumpleaños está suscitando interrogantes en el mundo entero. En función de los resultados obtenidos ¿serán estas instituciones capaces de liderar soluciones económicas para los 8 mil millones de personas que poblarán el planeta al inicio del siglo que viene? bajo los preceptos del mercado ¿podrán desarrollar propuestas políticas y sociales capaces de paliar las desigualdades planetarias? ¿cuántas organizaciones mundiales serán necesarias para lograr un desarrollo sustentable y universal?, etc. Y, por otro lado, ¿cómo afrontarán las mujeres los records de desempleo y de pobreza? Si se mantienen las tendencias actuales de discriminación laboral, educacional y restringido acceso a las tecnologías ¿cómo se enfocarán las propuestas de desarrollo planetario con perspectiva de género?. El impase al que han llegado las políticas de empleo, tienen que ver con una nueva realidad tecnológica y económica, pues cada vez se necesita menos trabajo humano y más manejo de tecnologías para generar más bienes y servicios, y por ende más ganancias. Ello genera efectos aún más significativos en el Sur, que dispone de mucha mano de obra y poco manejo de tecnologías, sin embargo, confiadas en las leyes del mercado, las instancias mundiales no han contemplado políticas para reordenar la distribución del tiempo de trabajo y de las riquezas, ni siquiera en el Norte, mucho menos en el Sur y peor aún para las mujeres. ¿Ha pasado de moda el desarrollo? Actualmente está en boga la idea del co-desarrollo que implicaría el desarrollo de "empresas ciudadanas" de atención a las necesidades básicas, a través de la organización de "pools" entre instancias mundiales, empresas multinacionales y redes de la sociedad civil. O/y también de la creación de redes de desarrollo entre países ricos y países pobres, de ciudades ricas y de sectores pobres, unidos en una suerte de compadrazgo. Están también volviendo los tradicionales programas de cooperación internacional, remozados con el concepto de extrema pobreza, que desarrollarían planes de ayuda emergente; entre otros. Las mujeres como el sector social más afectado por la pobreza podríamos conjugar todos estos paliativos, sin embargo, esta pendiente el desarrollo de planes y proyecciones claras, pues estas "nuevas ideas" están impregnadas de las mismas características que lo estaban los programas de desarrollo asistencialistas, cuyo sesgo sexista ha sido ampliamente criticado por el movimiento. Además, dichos programas de desarrollo de "emergencia", que vendrían a paliar el deterioro del papel del Estado, se están delineando con una función social que comprende aspectos tales como la búsqueda de soluciones a los problemas de alimentación, educación, salud, etc. rubros en los cuales se concentra el empleo femenino y sólo permitirían de manera parcial que las mujeres adquieran los espacios de poder, reivindicados por el movimiento. Pero, también las propuestas alternativas son muchas; entre ellas están aquellas que continúan enfatizando sobre soluciones que pasarían por una amplia redistribución -entre los géneros y sectores socio-económicos- de los bienes, del tiempo y del espacio, que pasan por una crítica de la concentración transnacional de riquezas predominante e implica, además, una evidencia del fracaso de las políticas impulsadas por las instituciones de Bretton Woods. Disparen contra el Estado benefactor A pesar de que los Estados de la región nunca fueron benefactores, ni de abundancia, y que los derechos sociales fueron conquistados y no obsequiados por éste, se los ha herido de muerte, no por etnocéntricos, sexistas y burgueses, sino por obstaculizar con sus leyes la libertad de expansión del mercado. Se les considera demasiado vulnerables a las presiones de la oposición, de los movimientos y de sus propias dinámicas internas. Además, regulan precios, fijan tasas para importación y exportación de productos, fijan salarios mínimos, establecen ventajas sociales y, lo que es peor para el sector privado, cobran impuestos. Todos los Estados están tan comprometidos en su propio harakiri, que no se preguntan si esa medida tiene sentido para su contexto nacional, y hasta si tiene sentido en general. Pululan noticias de modernizaciones que implican la desaparición de ayuda social a las madres jóvenes para incentivarlas a cesar de reproducirse, al lado de otras sobre el Nobel de economía otorgado a Gary Becker, quien formuló la "brillante" propuesta "de vender, en el mercado de trabajo, a los trabajadores inmigrantes, el derecho de entrada al territorio". Finalmente, para liberar la mano de obra de todos los "arcaísmos" legislativos, está volviendo de moda el trabajo esclavo por un lado y la "one man company" (y cada vez más, la "one woman company"), que implica la substitución del derecho al trabajo por la preponderancia del derecho comercial, y transforma a las/os asalariadas/os en empresarias/os independientes, que hacen de todo, no tienen horarios y se encargan solas/os de su propia protección social. En este marco, y en neta contradicción con las normas de la Organización Internacional del Trabajo -OIT-, está en vías de desaparecer la protección a la maternidad, aumentan los horarios de trabajo, el trabajo nocturno para las mujeres y niñas, significando la pérdida de derechos que generaron grandes movilizaciones de las mujeres a inicios de siglo. Al respecto un hecho significativo que muestra la escasa comprensión que tienen ciertas instancias oficiales sobre los derechos de las mujeres: en 1991 el director de asuntos sociales de la CEE envío una circular a los países miembros dándoles libertad para eliminar de sus legislaciones nacionales la prohibición del trabajo nocturno para las mujeres, pues se considera que las mujeres deben ser tratadas con igualdad...
https://www.alainet.org/es/articulo/104960
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