Entrevista a Pedro Páez Pérez

La nueva arquitectura financiera: alternativa viable aquí y ahora

07/12/2011
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Artículo publicado en la Revista América Latina en Movimiento No. 471: América Latina en Movimiento No 471 06/02/2014
“Hay un proceso muy grave que se está desplegando a gran rapidez pero como que nos negamos a aceptar tal gravedad para reconocer que estamos ante una crisis civilizatoria, una crisis estructural del sistema.  La salida no es la amenaza de guerra por aquí, la amenaza de desestabilización por acá, recortes de la inversión social, de la inversión en ciencia, en cultura, en los salarios, desmantelamiento de las conquistas sociales, etc. como propone el capital.  Frente a esto, precisamente lo que se está armando en América Latina con la propuesta de la nueva arquitectura financiera puede convertirse en toda una nueva dinámica para la economía mundial”.  Esta aseveración es de Pedro Páez Pérez, quien hasta mediados de noviembre se desempeñó como Presidente de la Comisión Presidencial Ecuatoriana para el diseño de la Nueva Arquitectura Financiera.  A su juicio, “es el momento para que la población diga basta, que empiece a organizar la vida de una manera que nos recupere como humanos, que nos recupere con lo mejor de los avances de la civilización, con el buen vivir”.  En estos términos se desarrolló el diálogo que sostuvo con ALAI.
 
- En momentos marcados por el desconcierto resultante de la crisis económica, ¿cómo se inserta la propuesta de la nueva arquitectura financiera?
 
Cabe precisar que lo que tenemos ante nuestros ojos es una crisis del sistema.  Esa desesperación de volúmenes cada vez más gigantescos de capital, fruto del proceso de concentración y centralización del capital, por encontrar nuevas oportunidades de inversión está ahí, sin éxito.  Como es una crisis de sobreproducción si esos capitales gigantescos se invirtieran en innovaciones tecnológicas efectivas en la economía real, crearían más producción que agravaría la crisis de sobreproducción y bajaría la tasa de ganancia.  Por lo mismo, el capital opta por evitar estas inversiones tecnológicas, no por falta de innovaciones, no por falta de ciencia y tecnología, pues los descubrimientos desde hace muchísimos años están bajo siete candados y esto es justamente uno de los síntomas más graves de la actual crisis del sistema.
 
En estas circunstancias lo que si es rentable para el capital es, primero, tratar de producir lo mismo en sitios donde se paga menos salarios, donde haya trabajo esclavo, donde no se pague por la naturaleza, donde no se pague impuestos, no haya ningún tipo de estándares sociales.  Es una locura, porque no se puede seguir produciendo lo mismo, pagando menos, generando menos.  La otra opción es escapar de la inversión física y lanzarse a la inversión virtual en el mundo financiero y fruto de eso es la hipertrofia parasitaria, y ese monstruo que se ha creado quiere independizarse, pero no puede porque no se pueden generar ganancias especulativas si es que no hay producción real.  Esta pretendida independización del aparato especulativo llega a una proporción de mil quinientos millones de millones de dólares en estimados y derivados financieros contra 63 millones de millones que es el producto interno bruto mundial.
 
Esta lógica de un poder cada vez más concentrado y de codicia de una minoría oligárquica está llevando al mundo a un callejón sin salida.  Es clarito que si empiezas a hacer ajustes en todo lado estás cronometrando la próxima depresión.  Esta es una crisis de falta de mercado, si estás asfixiando los pocos mercados que tienes, ¿qué esperas?  Las burbujas especulativas, la desestabilización, la guerra.  ¿Cuántos frentes de guerra ha creado el actual Premio Nobel de la Paz?  Es increíble.  Y ni siquiera les interesa ganar las guerras porque ganan en la venta de armamento.
 
Esta es la agenda oligárquica que tenemos que pararla ya, es el momento para que la población diga basta, que empiece a organizar la vida de una manera que nos recupere como humanos, que nos recupere con lo mejor de los avances de la civilización, con el buen vivir.  Y la nueva arquitectura financiera, precisamente, va en este sentido.  Aquí estamos hablando del Banco del Sur, en Europa están hablando, por ejemplo, de más derechos para los migrantes y de reducción de la jornada laboral, etc.  Hay una cantidad de oportunidades enormes que necesitamos canalizar.
 
- Si se trata de actuar ya, ¿qué está en condiciones de ofrecer esta propuesta para las urgencias en curso?
 
La nueva arquitectura financiera permite dar respuestas viables en plazos cortísimos.  El Banco del Sur, por ejemplo, bien puede empezar a trabajar con fidecomisos para cada uno de los proyectos, precisando en cada contrato de fidecomiso que se trata de un proyecto del Banco del Sur y se integrará a la institución apenas empiece a funcionar plenamente.  Con eso permitimos, por ejemplo, que en el proyecto de soberanía alimentaria participen los países que están involucrados en el Banco del Sur pero que también los países que quieran empezar de a poquito en el tema.
 
El proyecto de soberanía alimentaria es un proyecto muy emblemático y de bajo costo que plantea la construcción de silos a nivel local, controlados por los productores locales, con mano de obra local, con el respaldo de los municipios, pero conectado en red para que el Consejo de Ministros de UNASUR vaya vigilando todo el tiempo y monitoreando la constitución de reservas estratégicas de cada uno de los productos básicos.  Eso te permite tener un manejo de inventarios muy ágil, muy eficiente, que -en primer término- evite el desperdicio de las cosechas que en Latinoamérica representa casi el 45%.
 
Tener un sistema de inventarios con el adecuado registro permite además movilizarse hacia donde se encuentran esos granos antes que se echen a perder o antes que comiencen a echarse a perder; permite a nivel glocal, lo local y lo global, estabilizar los precios para evitar que los especuladores hagan su agosto en detrimento del productor y del consumidor; permite tener un contingente para cualquier sequía, cualquier inundación, cualquier terremoto, para apoyar, por ejemplo, a nuestros hermanos haitianos que todavía no tienen una respuesta efectiva de parte del resto de la América Latina.
 
De la misma manera, te permite desarrollar una infraestructura desde la cual pueden organizarse luchas ulteriores entorno a políticas agrarias, a políticas campesinas, a políticas de tecnologías adecuadas, a políticas de capacitación, a políticas de recuperación del conocimiento ancestral de la gente, a políticas nutricionales para los sectores más vulnerables de la población, a políticas de salud, a políticas en contra la desertificación, a políticas de generación de más infraestructura, pues si ya está ahí el silo, por ejemplo, se podría trabajar con un banco de fomento para dar crédito en semillas e insumos y que te paguen el crédito con el producto que vas a poner en el silo a través de un sistema de certificados de depósito.  Sobre esa base inclusive se podría establecer políticas continentales de derechos y garantías ciudadanas, el derecho de alimentación de la gente que quedaría como algo establecido como un mínimo de la convivencia social del mundo que estamos tratando de construir en América Latina.  En fin, cada uno de estos proyectos abre nuevas posibilidades, nuevas opciones.
 
Eso obviamente va a tener un efecto disuasivo frente a las burbujas especulativas de los mercados mundiales ya que de pronto podrían ser replicados con lo que hacen los organismos de integración en África, en Europa, en Asia, y podrían establecer otro tipo de comercio entre los pueblos desde otro tipo de ética, desde otro tipo de horizonte, que no sea la ganancia por la ganancia. 
 
Lo propio se puede ver en el campo de la soberanía en salud: producción de medicamentos genéricos, investigación de aquellas enfermedades que no son estudiadas porque no son negocios para las trasnacionales, establecimiento de un sistema de laboratorios que defienda la salud de la gente frente al hecho que hay una cantidad de medicamentos humanos, veterinarios, insecticidas, fungicidas, que son prohibidos en Estados Unidos y en Europa, y que nos venden a nosotros.  ¿Quién está velando por la salud de nosotros? ¿Quién sabe qué es lo que pasa con los efectos a largo plazo de ciertos químicos, de ciertos medicamentos?
 
- ¿Sería uno de los componentes efectivos de la integración entre pueblos?
 
Claro.  Este es el otro tipo de transacciones que va a responder a unas lógicas distintas.  Si se dispone de esta plataforma donde la gente valora el trabajo de la otra gente, independientemente de lo que pasa en los mercados “tradicionales”, ya es decisión de la comunidad el que empiece a valorarse un día de minga, por ejemplo, que por hoy no se valora; o que la gente empiece a valorar el trabajo de las madres, de las hijas, de las hermanas; o que la gente empiece a valorar el trabajo que hacen los artistas, la sabiduría de los antiguos de la comunidad; todos estos elementos pueden darse sin tener que pasar por la plata.  Pero si tiene que pasar por el hecho de que todos puedan tener acceso a una vida digna, acceso a otras condiciones inclusive de producción.  Todo eso va residir en las decisiones de la comunidad.
 
En los hechos, entonces, estamos desfetichizando a la moneda, a esto que nos parece casi tan natural como los terremotos, lo que es la moneda, la finanza, las crisis.  De modo que vamos a darnos cuenta de que la moneda, las finanzas, la banca, la economía no son nada si no son hechas por los hombres, por las relaciones entre la gente, y vamos a recuperar lo humano a desfosilizar las relaciones entre la gente, a desfetichizar las relaciones entre la gente, y a recuperar el poder, a empoderarnos.  Es decir, en la medida en que dejamos de estar apantallados por un poder externo a nosotros, empezamos a recuperar lo que es nuestro, la capacidad de decidir sobre nuestro destino, decidir respecto a las prioridades de nuestra comunidad, eventualmente las prioridades de nuestra nación, de toda América Latina.
 
- Eso implica una revolución cultural…
 
Sí.  Hay una cantidad de cosas que estamos absolutamente en capacidad de hacer en plazos cortísimos que no solamente van a cambiar el aspecto específico de lo que se está financiando sino que cambian el clima social, cambian la cultura del relacionamiento entre las clases, cambian el tema de los apremios de la gente, cambian las expectativas, inclusive de sectores importantes de la burguesía independientemente de que sean de derecha o de izquierda.
 
Estamos hablando de una invitación para que actores significativos le digan no a la guerra, no a la desestabilización, no a las burbujas especulativas, no a la polarización social, no a la exclusión.  No puede ser que haya más PhDs del más alto nivel en física, en ciencias espaciales, en matemática, tratando de inventar nuevos mecanismos de fraude financiero que lo que hay en médicos investigando curas a las enfermedades más básicas de la gente.  Esto es una vergüenza.  Las soluciones están a nuestro alcance, pero para ello la gente tiene que reunirse y hacer valer su voz, dejar de tener miedo.
 
Esa es la propuesta que concretamente lo hacemos viable aquí y ahora.  La nueva arquitectura financiera te da esa posibilidad inmediata en la construcción de UNASUR y en la proyección hacia la CELAC, en estas dos velocidades con las que estamos construyendo la integración latinoamericana.  Si no lo hacemos el proceso de integración se va al diablo porque básicamente el Pacto Andino que viene de un proyecto distinto y el Mercosur que nace de un origen neoliberal de una u otra manera han ido convergiendo en torno a una propuesta básicamente ligada a la noción de las ventajas comparativas del libre comercio.
 
Entonces, la crisis internacional va a achicar mercados, presionando el superávit o el déficit que cada país tiene con respecto al resto del mundo.  Esta reducción del excedente externo vamos a tener que compensarlo con el picoteo, con algún país aquí de la región.  Eso lo puede hacer un país o pueden hacerlo dos países pero no pueden hacerlo todos los países.  Es decir, la crisis no solamente va a exacerbar las condiciones de asimetría estructural entre nuestros países sino que adicionalmente va a amargar nuestras relaciones, así de sencillo.  Es imposible sostener un proceso de integración en las condiciones de América Latina sobre las bases del libre cambio, pero sí podemos sobre la base de creación de estos sistemas soberanos de créditos, de estos mecanismos que van hacer que los recursos circulen de una manera distinta, creando las condiciones para un aparato productivo mucho más complementario para crear la posibilidad de integración de otras fuerzas sociales, de otros actores sociales, de otros actores económicos, de otras lógicas económicas, de otros productos en la creación de nuevos mercados.  Pero mercados que operen desde una lógica diferente, que contribuyen al intercambio de la gente, a la validación del trabajo de la gente.  Esto es lo que justamente va a definir otros tipos de desarrollo.
 
* Este texto es parte de la Revista América Latina en Movimiento, No. 471, diciembre 2011  que tiene como tema central De indignaciones y alternativas
 
https://www.alainet.org/es/active/51425
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