Siderurgia en Carajás – 20 años de destrucción

06/02/2009
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Hay registros de la actividad siderúrgica en el mundo desde el siglo VII. En el siglo XIX, la industria impulsó la economía de los Estados Unidos. En Brasil, la actividad toma relevancia a comienzos de la década de 1930, en los tiempos de Getúlio Vargas. La actividad que lleva en su grupa al caballero de la destrucción llega a Pará en la década de 1980, con el Programa Grande Carajás (PGC), al declinar el período de la dictadura militar.

El PGC, resumidamente, fue un conjunto de medidas para el saqueo de los recursos naturales de la Amazonia, en particular de Pará. Además de la explotación de la reserva mineral de Carajás, irguió la hidroeléctrica de Tucuruí para producir energía prácticamente gratuita para las empresas extranjeras y nacionales que producen aluminio. Rasgó la selva con un ferrocarril que lleva mineral de Pará hasta el puerto de Itaqui, en São Luis, en el estado de Maranhão, desde donde atraviesa los mares hasta llegar a los países más ricos. En el conjunto de medidas también apuntaba a la explotación de la selva por las madereras y la instalación de siderúrgicas. En lugar de la vegetación destruida, plantaron eucaliptos(1), por allá, por Maranhão.

Todo fue financiado por el Estado. Para las empresas nacionales y extranjeras fue un mar de rosas. Después de 20 años, el saldo resultante es de destrucción de la selva, contaminación de arroyos y ríos. Es la región que registró mayor número de trabajadores en condiciones semejantes a las de la esclavitud en el país, nunca mataron tantos dirigentes como en aquella época. La región es conocida dentro y fuera del país por ese motivo.

El comienzo de la destrucción

El Consejo Deliberativo del PGC aprobó 22 proyectos en diferentes actividades entre los años de 1984 y 1988. Además de los 22, 8 proyectos más estaban siendo evaluados. En el conjunto de medidas, la mayoría aprobada era para la producción de arrabio y hierro de aleación, en los estados de Pará y Maranhão, a lo largo del ferrocarril.

Fueron implantadas cuatro siderúrgicas hasta 1988. Dos en Açailandia, en el estado de Maranhão, Viena Siderúrgica y Companhia Vale do Pindaré; y dos en Marabá, en el estado de Pará, COSIPAR – Companhia Siderúrgica do Pará SIMARA – siderúrgica marabá. Actualmente son 14, 8 en Pará y 6 en Maranhão. Todas producen arrabio.

Los detritos de la actividad siderúrgica y la destrucción de la selva

La producción siderúrgica es una máquina de producir detritos. La producción de arrabio produce detritos sólidos, líquidos y gaseosos. Sin un destino adecuado, funcionan como una fuente de contaminación del suelo, del agua y del aire. Como ocurre en la mayoría de los casos en Carajás. Los principales contaminantes son: sólidos en suspensión; cianuro; fenol; amoníaco; óleos; grasas; escoria del alto horno; finos de carbón; lama de lavaje de gases; y polvo de tragante. Estos contaminantes pueden provocar intoxicaciones, problemas circulatorios y respiratorios, y otros mucho más graves.

“La gran célula de calma sobre la ciudad de Marabá dificultará la dilución de gases y partículas. Los efluentes industriales lanzados en el [río] Itacaiúnas serán dirigidos para la región de Marabá, donde el Tocantins se encuentra con el Itacaiúnas.” (Azis Ab’Saber, 1987)

Para abastecer los altos hornos de las siderúrgicas se usa el carbón vegetal, para que ocurra el proceso de reducción que transforma el mineral bruto en arrabio. 100% del carbón tiene origen en la vegetación nativa, que es ilegal en casi todos los casos. A eso se suman los residuos de aserraderos. Para la producción de una tonelada de arrabio, la proporción aproximada es de una tonelada de carbón.

La producción de carbón comenzó en las proximidades de los distritos industriales, en áreas de selva adquiridas por las siderúrgicas o por terceros que producían y vendían el carbón. Posteriormente, se expandió en un radio de 200 km del eje del paso del ferrocarril. Actualmente contribuye con la destrucción de la sabana en el oeste y sur de Maranhão.

Familias de trabajadores traídas de los estados de Espírito Santo y Bahia llevaban adelante la producción de carbón(2). Entre adultos y niños, todos trabajaban en condiciones análogas a las de la esclavitud. Aun hoy hay trabajadores en esas condiciones, así como la explotación de la mano de obra y la degradación de la vegetación de los agricultores. En el sector de la producción carbón es raro encontrar algún trabajador legalmente registrado.

Destrucción en número

En 2005 el consumo de carbón vegetal por las siderúrgicas del Polo Carajás (Pará y Maranhão) fue en torno de tres millones de toneladas. Según el Instituto Brasileño del Medio Ambiente y de los Recursos Naturales Renovables (IBAMA) serían necesarias 550.000 hectáreas de selva para generar el volumen de carbón consumido por las siderúrgicas.

Las empresas nunca obedecieron a las leyes ambientales a las que se sometían para tener acceso a los incentivos fiscales y para recibir la Licencia de Operación. Tanto es así, que el Ministerio Público Federal exigió a la COSIPAR por medio de una ACCIÓN CIVIL PÚBLICA, después de cinco años de operación (1993), que se adecuase al cumplimiento de la ley.

Otro ejemplo de incumplimiento de las leyes llevaron al Ministerio Público Federal a requerir la concesión de medida liminar exigiendo “que sea conferido plazo de treinta (30) días a la empresa Ré para obtener la aprobación de su Plan Integrado Floresta Industria – PIFI, junto con el IAMA, y que provea la necesaria Licencia Ambiental frente al órgano estadual competente – Secretaría Estadual del Medio ambiente, donde también se encuentra deficitaria.”

En 2005, el IBAMA realizó inspección en las siderúrgicas de Pará y Maranhão. Las informaciones prestadas  por los representantes de las siderúrgicas estaban llenas de contradicciones, principalmente cuando se daban números.

Una de esas  contradicciones trata de los residuos de los aserraderos, cita el informe: “En el año de 2004 serían necesarios 22.171.947,80 metros cúbicos en rollo para producir el carbón correspondiente a los residuos informados en aquel año. Según datos del Instituto Brasileño de Geografía y Estadísticas (IBGE), la producción nacional de rollo para aserraderos en el mismo año giró en torno de 26 millones, siendo que el estado de Pará el mayor productor de rollo, habría contribuido con cerca de 11 millones”.

Las siderúrgicas fueron multadas en R$ 550 millones, que podría llegar hasta R$ 770 millones, si fuese aplicado el Código Forestal y la Ley de Crimen Ambiental. En 2007, sólo en el Distrito Industrial de Marabá estaban en funcionamiento once siderúrgicas, con un total de 22 altos hornos, para una producción de casi tres millones de toneladas de arrabio.

Quien pagó la cuenta en todos los sentidos son los nativos. Las poblaciones tradicionales, los pueblos indígenas, los agricultores, por la expansión de la deforestación, por la falta de políticas de reforma agraria y por la inoperancia de los órganos públicos para hacer cumplir las leyes. El problema ya no es sólo de los directamente afectados o de los más afectados y se torna un problema de toda la sociedad, porque todos nosotros pagamos el precio de la destrucción, en la medida en que todos somos afectados por la contaminación en general, por el agotamiento de los recursos naturales y el calentamiento global.

Hay varios estudios que comprueban el carácter de destrucción del medio ambiente por las industrias en Carajás. Ya ocurrió lo mismo en uno de los principales polos del país, en el Vale do Rio Doce, en el estado de Minas Gerais. Sin contar que no dinamiza la economía local. Además de no alcanzar el montante de empleo prometido, el nivel de calificación elemental, empuja a los nativos para puestos de trabajo mal remunerados.

Con la llamada crisis económica, a partir del segundo semestre de 2008, algunas siderúrgicas del Distrito Industrial de Marabá comenzaron a dimitir y dar vacaciones colectivas a sus empleados, otras paralizaron por completo sus actividades y continúan paralizadas.

Las empresas del Distrito Industrial de Marabá son: SINOBRAS, COSIPAR, USIMAR, SIDEPAR, TERRA  NORTE, SIDENORTE, DA-TERRA, MARAGUSA, VALE, FERMAR e IBÉRICA.

Las empresas paralizadas: USIMAR, DA-TERRA, SIDENORTE, TERRA NORTE y MARAGUSA.
Con esto, de los 3.750 trabajadores de las industrias, 1.416 fueron dimitidos, y 86 de la IBÉRICA están de vacaciones colectivas.

La SIDEPAR, para no parar, y dimitir sus 500 trabajadores, hizo un acuerdo durante 90 días, de 1º de noviembre de 2008 a 31 de enero de 2009, reducir el auxilio de alimentación de R$ 60,00 a R$ 40,00 y cambiar el convenio de salud de los trabajadores de la UNIMED por convenios con clínicas particulares.

Todos los plantíos de eucalipto realizados por las empresas para la producción de carbón tienen áreas muy inferiores a lo que sería necesario para atender las demandas, van a continuar usando por mucho tiempo madera nativa y coco de babaçu, que está siendo usado entero para el carbón.


Notas:

1) Cada eucalipto, dependiendo de la variedad, consume entre 30 y 200 litros de agua diarios. Los que más consumen son las variedades, algunas de ellas transgénicas, de crecimiento rápido. Utilizados para la producción de pasta de celulosa o, como en el caso que nos ocupa, para la producción de carbón, ocupan enormes espacios destruyendo los biosistemas. En los bosques de eucalipto reina el silencio, no se oye ni el canto de los pájaros. Donde se plantan eucaliptos no prospera ninguna otra especie vegetal ni animal, ya que, fuera algunas variedades de hormiga y los koalas, de Australia, no hay especies que se alimenten de eucalipto. Este hecho hace que los bosques de eucaliptos plantados sean llamados “desiertos verdes”.


2) La quema de la vegetación nativa para producción de carbón es llevada adelante por esas familias en hornos conocidos en la región como “rabo quente”, literalmente, “rabo caliente”.


-  Raimundo Gomes da Cruz Neto, presidente del CEPASP – Centro de Educação, Pesquisa y Asesoramiento Sindical y Popular, en Marabá, en el estado de Pará.

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