Muchos se Oponen al Acuerdo Comercial

Naturaleza imperial del ALCA

01/02/2002
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En los salones de Estados Unidos, las conversaciones acerca de medidas políticas tales como el Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA) propuesta por la Casa Blanca, probablemente susciten encogimiento de hombros que revelan desconcierto. Pero al sur del Río Grande, millones de latinoamericanos consideran el ALCA -y la política comercial de Estados Unidos en general- como una apremiante cuestión de vida o muerte. No sorprende entonces, que, cuando unos 40.000 activistas sociales y académicos se reunieron aquí para lanzar estrategias contra lo que se denomina "globalización corporativa", decidieran oponer resistencia al ALCA como una de sus prioridades. "Vamos a combatirla en todas las formas posibles y la vamos a derrotar", prometió solemnemente Luis Ignacio Da Silva, el político de oposición más importante en el Brasil. A la cabeza del centro-izquierdista Partido de los Trabajadores , que gobierna grandes regiones del Brasil, Da Silva, o "Lula" como le conocen la mayoría de los brasileros, está actualmente liderando las encuestas de opinión para la elección presidencial del próximo octubre. El ALCA, dice él, "no es en realidad un pacto de libre comercio. Mas bien es una política de anexión de América Latina por parte de Estados Unidos". La caracterización de Lula sobre el acuerdo contrasta totalmente con la de la administración Bush, la cual afirma que el tratado propuesto ayudaría a los pobres del hemisferio al promover un flujo de mercancías más libre entre los 34 países que se extienden entre Canadá y Argentina. La administración norteamericana espera concretar un pacto que se pueda aprobar e implementar a más tardar en el año 2005. Entonces, ¿por qué Lula y otros latinoamericanos- las mismas personas que según el Presidente Bush se beneficiarían el tratado-- tienen una visión tan pesimista? Los críticos del ALCA dicen que permitiría a los países poderosos como Estados Unidos forzar a los países más pequeños a abrir sus mercados, los que entonces serían rápidamente absorbidos. Los países subdesarrollados no podrían aspirar a competir con gigantes como los Estados Unidos, quienes, en últimas, se tragarían un pedazo aún más grande de la torta económica. Hasta algunos destacados defensores del libre comercio reconocen el mismo punto. José Manuel Salazar Xirinachs, el jefe de los asesores comerciales de la Organización de Estados Americanos, OEA, admite que, aún cuando se mantiene optimista, no ha habido una reducción substancial de la pobreza en América Latina luego de una década de la liberalización promovida por Washington. "La liberalización no fue el milagro ni la fórmula mágica que muchos esperaban", dijo. Otras objeciones al ALCA sobre el mismo tema: el tratado disminuiría el poder de las naciones-estado para regular sus propias economías y proteger a sus ciudadanos. Como en el Tratado de Libre Comercio de las Américas (NAFTA según las siglas en inglés) suscrito por Estados Unidos, Canadá y México, el nuevo pacto permitiría a las corporaciones demandar a los gobiernos por separado contra cualquier ley que pueda disminuir las ganancias privadas, incluida la legislación que proteja a consumidores, comunidades, trabajadores y medio ambiente. Bajo el capítulo 11 del NAFTA, una compañía norteamericana ya demandó a México exitosamente por tratar de protegerse contra los desechos tóxicos bloqueando los planes de expansión de dicha compañía. Y una firma canadiense ha demandado a los Estados Unidos, alegando que la ley californiana contra la contaminación interfiere con los fines lucrativos de la compañía. El ALCA podría erosionar severamente los controles sobre los capitales de inversión extranjera, el mismo tipo de controles que el Fondo Monetario Internacional dice que han sido claves para proveer estabilidad financiera en países desde Chile y Colombia hasta Brasil. Con la economía más rica de Sur América y la novena más rica del mundo, a Brasil le preocupa que las corporaciones norteamericanas puedan utilizar el ALCA para explotar los abundantes recursos del Amazonas. El debate comercial ha sido tan polémico en Brasil que los recientes asesinatos de dos alcaldes del Partido de los Trabajadores han sido ampliamente interpretados como un intento de intimidar a Lula y obligarlo a retirarse de la carrera presidencial, silenciando de esta manera un crítico importante del ALCA. Pero las dudas sobre el ALCA se extienden más allá de la oposición izquierdista de Lula. Recientemente, la cámara baja del Congreso Brasilero aprobó por unanimidad una resolución no obligatoria exigiendo el retiro de las actuales negociaciones del ALCA con Estados Unidos. La oposición también se extiende a los Estados Unidos, donde hay un temor de que, como en el caso del NAFTA, la exportación de empleos norteamericanos se acelere grandemente si el ALCA se implementa. La resistencia de los trabajadores, la ciudadanía y los grupos ambientalistas ha sido tan consistente que, dos meses atrás, cuando la Administración Bush solicitó la "Trade Promotion Authority" (autoridad especial para negociar tratados comerciales, también conocida como fast track) para hacer más expedita la negociación del ALCA, la medida pasó en la Cámara de Representantes por un solo voto, en un momento en el que Bush estaba en el pico de la popularidad que alcanzó luego del 11 de septiembre. En su desesperación por forzar esta medida en el Congreso, la Casa Blanca puede haberse causado más daño que bien. Arreglos de último minuto en el cuarto de atrás con titubeantes miembros del Congreso aseguraron mayor protección comercial para los intereses agrícolas de Estados Unidos, no solamente contradiciendo el espíritu del libre comercio sino también enardeciendo a sus mayores socios comerciales. Unos días después del estrecho voto de la Cámara, el moderado Presidente de Brasil, Fernando Enrique Cardoso, condenó las medidas proteccionistas. En los meses por venir, cuando las negociaciones sobre el ALCA se vuelvan más intensas, también lo serán la resistencia y la protesta. Los opositores norteamericanos dicen que aplicarán la "Estrategia Drácula" para derrotar el tratado. "Entre más lo expongamos a la luz de la opinión pública, más impopular se volverá", dice Lori M. Wallach de la organización sin ánimo de lucro Public Citizen's Global Trade Watch. Entretanto, desde Brasil y el resto de América Latina los que hacen campaña contra el ALCA dejarán en claro que no son militantes de la "tierra es plana", opuestos a todo tratado comercial o a una mayor integración económica. Mas bien, van a argumentar que es el colmo del cinismo aseverar que tenga algo de justo el tratamiento como iguales de socios radicalmente desiguales. Estos críticos quieren entrar en sociedad con Estados Unidos, pero bajo condiciones más equitativas. Un modelo frecuentemente mencionado como más atractivo es el de la Unión Europea (EU). Cuando la UE se estaba formando, medidas "compensatorias" fueron promulgadas de manera que los países más ricos- -- como Alemania y Francia-proporcionaron una significativa ayuda para el desarrollo así como prerrogativas comerciales y monetarias a los socios más pobres como Grecia y Portugal. Si el Presidente Bush es serio sobre su promesa de ayudar a salir de la pobreza a los latinoamericanos, debería seguir el ejemplo europeo. Un ALCA basado en la noción de que un país sin litoral y empobrecido como Bolivia puede ser un socio comercial parejo con los Estados Unidos solo ahondará la división hemisférica. Una asociación más auténtica entre Norte y Sur América no solamente establecería normas para un comercio más justo y acrecentado y aliviaría la sofocante carga de la deuda del Sur, sino que también entrañaría un Plan Marshall continental que seriamente trate los insostenibles desequilibrios actuales en materia de educación, atención en salud, medio ambiente y derechos humanos. Pero no hay evidencia alguna que sugiera que Bush es serio en cuanto a su promesa de combatir la pobreza en este hemisferio, lo cual posiblemente significa que el camino por delante es escabroso. Este puede ser un buen momento, entonces, para que el norteamericano promedio comience a memorizar las particularidades de la sopa de letras del NAFTA, el GATT (Acuerdo General sobre Aranceles y Comercio) y el ALCA. Muy probablemente oirán muchas protestas airadas sobre estos temas en los próximos meses, y podrían querer saber qué produce toda esta gritería.

https://www.alainet.org/es/active/2261

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