Reflexiones sobre el momento político-social que vive la República Argentina y l@s argentin@s

15/02/2002
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En los días actuales, noticias e imágenes que recorren el mundo muestran la crisis político-social que vivimos l@s argentin@s. Esas noticias nos muestran batiendo un récord mundial: el cambio de cinco presidentes en sólo doce días. Esas imágenes muestran a nuestro pueblo en las calles, cortando rutas, apoderándose de edificios públicos, manifestando su malestar haciendo sonar cacerolas en nuestra Plaza Histórica; la Plaza de Mayo. Aquella Plaza que alumbrara al primer Gobierno Patrio en tiempo de la colonia; Plaza, en la que aún resuenan las consignas de Evita y el Che en pos de la Justicia Social y la Revolución. ¡En síntesis, la Plaza universal de Madres y Abuelas!. Cortes de rutas y cacerolas que sintetizan el final de un modelo nefasto –el neoliberal- con base en la corrupción jurídico política. Modelo que colapsó luego de diez años de gobierno menemista, a los que le debemos agregar los dos de la Alianza –UCR del Doctor de la Rúa, que marcó su continuidad. Desbordes y puebladas protagonizadas por miles de ciudadan@s cansad@s de tanta agresión en beneficio del sector concentrado de la economía –en especial el financiero- que hoy domina al mundo. Si se trata de describir el drama de esta Patria nuestra, en su lucha histórica contra aquellos, que desde la colonia, no cejan en sus intentos de dominio, estaríamos obligad@s a llenar varias carillas. Ese proceso que en el 2010 cumplirá dos siglos, muestra hoy un país despedazado; aislado del mundo en nombre de una globalización, a la cual le aportamos mucha riqueza y de la cual recibimos solo limosna. Consideramos que para describir nuestra realidad actual, alcanza con el lugar que la crisis argentina ocupa desde diciembre pasado, en las cadenas noticiosas del mundo. Sabemos que hay much@s ciudadan@s compañer@s y organizaciones populares, que se hayan interesados en bucear un poco más en la profundidad de la crisis argentina; en especial, herman@s de América Latina y el Caribe. Para manejo de ell@s, podemos señalar que si se trata de desentrañar causas y responsables de la crisis; encontrarán en la mayoría de las personalidades y organizaciones político-sociales progresistas y de la izquierda, homogeneidad y diagnóstico común, aunque con pequeños matices. No se puede decir lo mismo cuando se trata de caracterizar el contenido, las formas y la direccionalidad que encierran las luchas actuales de nuestro pueblo. Allí se encuentran, desde matices hasta diferencias profundas. Todo ello, de acuerdo a la visión del sector u organización de que se trate. Se encontrarán opiniones totalmente contrapuestas sobre un mismo fenómeno. Contraposición que no hace más que confirmar la diáspora existente en el Movimiento Popular. Así escuchamos a la compañera Hebe de Bonafini decir “ que asistimos a una situación pre-revolucionaria”; pasando por la apreciación de Lilita Carrió que sostiene que los “dolores que sufrimos, son producto de que estamos pariendo lo nuevo”; hasta aquellos que sostienen que en el corto tiempo asistiremos a un “golpe de Estado cívico militar” de impreciso contenido; y otros que se aventuran a sostener que ingresamos en el prólogo de la guerra civil. Se pueden agregar otras tantas apreciaciones, del más variado tenor, que sería largo reproducir. Nadie que aspire a cambios profundos; cambios que comiencen a reparar el daño causado por el modelo neoliberal de Menem-Caballo-De La Rúa- al país y a su pueblo, podrá negar las significación que tiene para ello, la presencia de millones de ciudadan@s en las calles, indignad@s y luchando por sus legítimos reclamos. Reclamos, que van desde la exigencia de una bolsa de comida para alimentar a los niñ@s; pasan por la devolución del dinero confiscado a l@s pequeñ@s ahorristas; concluyendo con el pedido de juicio político y destitución de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Más allá de la legitimidad del reclamo y la importancia de la lucha, hay otros aspectos que se desprenden de ella, que a poco de profundizar en el fenómeno político-social argentino, no pueden menos que preocuparnos. Para comenzar, permítasenos que expongamos una primera inquietud: la consigna principal cantada y escrita, más común entre los distintos sectores que luchan, es aquella que exige, ¡QUE SE VAYAN TOD@S!. Consideramos que esa consigna tanto en boca de expulsad@s del sistema; pobres estructurales; como así también en capas medias que luchan por mantenerse dentro de él; sumado a l@s que sólo defienden sus personales intereses; muestra lo delicado de la situación. Por un lado es cierto que una consigna que se hace carne en sectores tan heterogéneos del pueblo, no hace más que confirmar la crisis y el descrédito en que han caído las formas tradicionales de representación político-social. Pero no es menos cierto, que es muy peligroso, el destruir algo sin tener claro cono que se lo va a suplantar; por aquello que en política no quedan espacios vacíos. El dilema a resolver es simple, aunque su simpleza pueda encerrar, una nueva vuelta de tuerca en la tragedia argentina: la propuesta superadora a la crisis o proviene del Movimiento Popular(1); o surge de los sectores históricos totalitarios de derecha. Sectores que en las últimas décadas no sólo mantuvieron intactos sus patrimonios, sino que lo vieron acrecentados inmensamente por ser ell@s, el soporte social principal del proyecto neoliberal. Posible salida a la crisis por derecha, que no necesariamente tendrá la histórica forma del golpe de Estado militar. Golpe Militar, que el amo del norte ni necesita, ni propicia. No es en el diagnóstico, sino en los caminos que transitará la crisis hasta su salida, en que se encontrarán los matices y las diferencias de los que integramos el Movimiento Popular Argentino. Más precisamente, el debate se ubica en las distintas respuestas que le damos al siguiente interrogante: ¿en qué medida aportan las actuales luchas de nuestro pueblo a superar la crisis desde los intereses propios? ¿en qué medida, aún sin desearlo ni pensarlo, esas luchas pueden ser utilizadas por l@s conspirador@s de derecha?. Para ser más clar@s: ¿Cómo impedir que esa importante energía social desplegada en calles y plazas, sea canalizada por el proyecto político de la derecha; ante la inexistencia, debilitamiento, o ruptura de la propuesta política popular?. Nadie nos acusará de delirantes por suponer, que la derecha está en mejores condiciones que los sectores populares de aprovechar la crisis que ella misma desató. Lo puede hacer, apelando a la vieja fórmula que muestra a lo viejo disfrazado de nuevo: ¡Así lo hizo con el Chino Fujimori en el Perú de los ¨90!. ¿Pueden o no, los sectores neoliberales, ante el fracaso, ineptitud y mediocridad demostrados en este último tramo por el progresismo, crearnos el Fox argentino?. En nuestra modesta opinión, estamos más cerca de un cierre de la crisis por derecha, que de un final que contemple los intereses populares. Entendemos que los rasgos de la situación que padecemos, son económicos, políticos, sociales, institucionales, éticos y morales, de tal magnitud que no podrán mantenerse en crisis indefinida en el tiempo. Por aquello que decía un viejo líder revolucionario en el siglo pasado: ...no hay situación sin salida. Así las cosas. La salida es popular o reaccionaria. Tal vez nuestra opinión, nos muestre odios@s, negativist@s y falta de perspectiva histórica para algunos de los sectores y compañer@s del Movimiento Popular. Compañer@s que sostienen casi lo opuesto. Si la realidad llegase a confirmar lo contrario de lo que pensamos, sería motivo para nosotr@s de una profunda reflexión y autocrítica; ya que lo que decimos y hacemos no está en otro lado que no sea la vereda del pueblo. Tan pernicioso es para el Movimiento Popular el negativismo y la falta de perspectiva histórica, como el voluntarismo que se caracteriza por otorgar a las luchas, no su contenido real; sino aquel que le adjudican los sectores que viven en microclimas ideologistas o en laboratorios, donde fermentan revoluciones de probetas. Trataremos de explicitar lo más resumidamente posible, el porqué sostenemos que más allá del valor otorgado a la movilización popular en las calles, será difícil que la crisis encuentre una salida patriótico popular. En primer término tod@s coincidimos que sólo con la movilización no alcanza. Todo triunfo depende de la justeza de la reivindicación socio-política que sea capaz de expresar esa movilización. En segundo término, tod@s coincidimos más de una vez, que los efectos de la derrota sufrida por el Movimiento Popular argentino de los ´70, se hicieron sentir principalmente en el plano ideológico; por ello es más difícil de superar. Aceptado lo dicho, a la caracterización que sobre la situación, hace el presidente Duhalde: nos encontramos en un país fundido y quebrado, le agregamos algo más grave aún, dado a que hace a las perspectivas. Es verdad, estamos en un país fundido y quebrado pero también con un Movimiento Popular atomizado, dividido, con fuertes grietas por donde se filtra la discriminación y la xenofobia, con una estructura sindical burocratizada y funcional al enemigo neoliberal. Con organizaciones populares burocratizadas, destruidas o sin funciones para la etapa globalizadora. Con un movimiento estudiantil, otrora poderoso, cantera de militantes para la lucha popular, que se muestra hoy como un organismo alejado de sus bases, productor de juiciosos cuadros para la burocracia estatal y los partidos del sistema. Con partidos políticos que sobreviven como cáscaras vacías de contenido. Partidos que ya no expresan –como lo hacían otrora- las distintas corrientes de pensamiento político –ideológico de la sociedad. Al no hacerlo, sólo muestran hoy una complacencia inadmisible, en un juego de alternancia entre oficialismo y oposición, que le otorga el stablismant. Muestran un acuerdismo espúreo a espaldas del pueblo, cargado de componendas a fin de mantener privilegios. Esa misma situación y accionar, los aleja cada vez más de los problemas, angustias y sufrimientos del pueblo. Ya no son aptos como herramientas para mejorar la vida de los ciudadan@s y hacer crecer la nación. Sólo existen como algo en sí mismo. Algo que aporta a mantener el rostro demacrado de una seudo democracia. Estructura partidaria, sólo útil para la conquista de cargos institucionales (bancas o ministerios), conquista para la cual se utilizan las últimas leyes del marketín y las más modernas técnicas de la cual se valen l@s especialistas, para incrementar las ventas de gaseosas o perfumes. Cargos institucionales, que una vez obtenidos son apropiados en exclusividad por sus transitori@s dueñ@s, de los cuales se valen como medio de vida que les otorga un buen pasar. Lejos están estos partidos, de constituirse en un ámbito donde desplegar una patriótica vocación de servicio, aportando a la defensa de los derechos, la dignidad y la calidad de vida popular. Para ser realistas, no podemos dejar de destacar que entre los ciudadan@s que acceden a cargos, también se verifican las excepciones que confirman toda regla. Aquellos partidos que por su historia, principios y banderas fundacionales con base en deseos revolucionarios, se podría suponer estarían llamados a ocupar el vacío producido por el vaciamiento de los grandes partidos populares (partido Justicialista – Unión Cívica Radical), no lo lograron, por haberse encerrado en un consignismo abstracto y contestatario que los aísla y despega del pueblo en igual forma que aquellos. La derrota ideológica se manifiesta en ellos, a través de su incapacidad para abrir la cabeza y repensar los caminos de la revolución en el siglo XXI. Se encierran en esclerosadas consignas, que nada tienen que ver con la realidad de hoy. A esas consignas les otorgan el rimbombante título de firmeza de principios. Principios revolucionarios que tambalean ante la primera oferta electoral, que el poder real le construye, mostrándolos incoherentes y funcionales al mismo. Ante esta situación, la búsqueda creativa de una salida superadora a la derrota permitió la aparición del Frente del Sur primero ( 1991), el Frente Grande luego (1993) y por último el FREPASO (1995). Estas experiencias tuvieron validez y aportaron a la reformulación del Movimiento Popular. La misión histórica de estas organizaciones era la de llenar el vacío de representatividad político social existente. Para ello se intentaba modificar el contenido y las formas de hacer política, para que el otro país fuese posible. Así sosteníamos en los momentos en que arreciaba el triunfalismo del fin de la historia y el pensamiento único. Se trataba de realizar una síntesis superadora del aporte que históricamente habían hecho al Movimiento Popular argentino, Yrigoyen con la Unión Cívica Radica; Perón con el Movimiento Nacional Peronista; y la izquierda clásica en especial Anarquistas, Socialistas y el Partido Comunista. Se intentó unir en un solo haz, a esos distintos torrentes de pensamiento político ideológico, que nutrieron al movimiento popular y que con sus aciertos y errores habían enfrentado un mismo enemigo, pero siempre en forma separada, o más precisamente, enfrentados. El esfuerzo y desafío suponía sacar justas conclusiones de lo vivido durante la última dictadura militar ( 1976/83); recrear la política en contenido y formas; conformar un movimiento político social de mayorías expresado como frente, que fuese capaz de erradicar la corrupción hija del neoliberalismo; devolver la soberanía perdida a la Nación y la dignidad a sus hij@s, extraviada en los laberintos del libre mercado. Habría que sumar, como parte esencial de esa política, la decisión de estrechar lazos de unión inquebrantables con nuestr@s herman@s de América Latina y el Caribe, que nos permitiese ingresar a la globalización, equiparad@s ( al constituirnos como bloque) lo más posible con los primeros países, impidiendo que nos ocurra lo que hoy es una realidad: ser sirvient@s de los sectores concentrados del capital. Tan nobles objetivos se fueron abandonando a poco de andar. Las banderas patrióticas y latinoamericanistas se fueron bajando en forma directamente proporcional a los avances electorales. Se mostraba lo que era un simple abandono de banderas, como algo necesario para la gobernabilidad. Como algo inherente a la responsabilidad atribuible a un partido que salta de ser pequeña fuerza parlamentaria, contestataria, e irresponsable, a partido de poder. Desde el nacimiento del Frente Grande – FREPASO, hasta la conquista del gobierno a través de la ALIANZA, mediante la fórmula De LA Rúa – Álvarez, sólo pasaron siete años. ¡El final fue abrupto, bochornoso y es por tod@s conocido! No sólo se abandonaron las más elementales promesas de la campaña electoral; sino que se mostró ineptitud para gobernar, cobardía, mediocridad, soberbia y otras tantas malas artes en el manejo de la cosa pública que lo ubicaron como una mala copia del menemismo. L@s argentin@s, aún esperamos que algún seudo dirigente nacional intente aunque más no sea hacerse cargo del tremendo fracaso y engaño al pueblo. Deberían empezar a hacer lo señalado sus figuras más relevantes: Chacho Álvarez, Graciela Fernández Meijide, Darío Alexandro, Alberto Flamarique, Rodolfo Rodil, Mary Sánchez, Alejandro Mosquera, y tantos otr@s. La atomización y división de los distintos sectores del pueblo, tiene sin duda, causas varias, pero no es menor el componente que ha aportado el fracaso y traición del FREPASO a sus banderas originarias. Decimos esto, pues el rasgo más distintivo del pueblo argentino es hoy el descreimiento, la desconfianza y el repudio a la política. La responsabilidad de que así sea es de la acción y manipulación que permanentemente ha hecho, el enemigo neoliberal. Pero no es menor, la responsabilidad que le cabe al seudo progresismo, que pisoteó miserablemente las banderas históricas proclamadas y que estaba obligado a no abandonar. El descreimiento, la desconfianza y el repudio a la política, hasta ayer era un sentimiento real pero sin manifestar; comenzó ha expresarse con el voto en blanco o anulado en las elecciones del 14 de octubre del 2001 (llamado voto bronca). Esa misma expresión dio un salto cualitativo y se motorizó cuando miles y miles de argentin@s se incorporaron a la lucha callejera en la ciudad de Buenos Aires y en las provincias del país. Lucha que muestra ese descreimiento y rechazo a la política, como elemento común, tanto a los sectores: excluidos del sistema y trabajador@s, como a capas medias de la ciudad y el campo. Las imágenes televisivas de esas luchas muestran la realidad lacerante de un pueblo que repudia al Parlamento, a los Partidos Políticos, a los políticos y a la Justicia, pero no va más allá del repudio; no alumbra aún una propuesta política común que sea capaz de unificarlo asegurando con ello la victoria por sobre lo que se repudia. De la misma manera se repudia a la mayoría de los dirigentes sindicales y sociales. De ahí la consigna ¡qué se vayan tod@s! . Hay que señalar la legitimidad de la indignación popular, pero para no confundirnos es preciso puntualizar, lo peligroso y nihilista del contenido que expresa esa indignación. Se agota en lo no querido sin que quede claro, porqué qué cosa habría que suplantarlo. En ese peligroso nihilismo que señalamos, debemos reconocer la sutileza y efectividad del trabajo realizado por el enemigo neoliberal, a través de los multi medios que controla: logró generar en la conciencia colectiva la convicción, de que la responsabilidad central del derrumbe del país y el empobrecimiento de sus hijos es causa de la política, por ser es cara. Impusieron la idea del costo de la política; de que la crisis económica tiene su causa en el enriquecimiento ilícito de legislador@s y ministr@s. En el financiamiento estatal a los partidos políticos. En los gastos que generan obsoletas instituciones de la República, que nada resuelven. El enemigo neoliberal, mediante el absoluto e irrestricto manejo de los medios, logró con ello tres objetivos centrales: 1) Hacer que la imaginación popular no descargue las responsabilidades de la crisis económica, sobre sus verdaderos responsables; el capital financiero internacional hiper-concentrado. Aunque políticos y funcionari@s tengan su cuota de responsabilidad por haber facilitado su accionar mediante la corrupción, la incapacidad, la mediocridad, o la omisión interesada. 2) Una vez logrado que las instituciones del Estado fueran repudiadas indiscriminadamente por el pueblo, se imposibilitó a las mismas para intervenir o poner barreras a las injusticias sociales provocadas por un mercado dominado y al servicio de los poderosos. 3) Con ello lograron inducir al pensamiento popular, hacia el convencimiento, acerca que la economía discurre por canales autónomos al de la política. Por lo tanto imposibilita la actuación consciente de los hombres sobre la crisis de la misma. Este criterio que muestra a la economía y a la política en compartimientos estancos, logra que se acepte como algo natural la imposibilidad de que las Instituciones del Estado intervengan para corregir las injusticias sociales que el capitalismo provoca. Los medios masivos de comunicación se esfuerzan, por mostrar que las crisis económicas son algo así como una calamidad natural. Calamidad que el destino quiso que esta vez cayera sobre Argentina; como el granizo, la inundación o el terremoto. Una vez logrado esto, el poder nos permite y nos enfrasca en una discusión que sólo tiene que ver con el cómo enfrentar la catástrofe. ¡ Jamás, se discute sobre sus causas!. No está de más señalar, a fin de valorar objetivamente la situación, que más allá de la siempre importante presencia de miles de ciudadanos en las calles, en lucha por sus más variadas reivindicaciones; que esta lucha, no está coordinada, no tiene objetivos comunes y sus actores ( sectores sociales bien diferenciados, de ese todo heterogéneo que es el pueblo) hasta ayer nomás, unos manifestaban desconocimiento sobre l@s otr@s; y es@s otr@s hasta sentían un alto grado de discriminación sobre aquell@s. Nos referimos a aquell@s que aún pelean sus reivindicaciones dentro del sistema y su relación con l@s expulsad@s del mismo. Como ejemplo se puede tomar la indignación y el desprecio manifestado por las capas medias, hacia aquell@s hambrient@s e indigentes que cortaban rutas y puentes (piqueter@s). Mientras l@s indigentes y expulsad@s del sistema exigían comida y una protección mínima a fin de que se lo siga considerando seres humanos, y por ello cortaban rutas, puentes y tomaban instituciones estatales, el reclamo generalizado de las capas medias era la exigencia de que caiga contra ell@s todo el peso de la ley ...(leáse represión para desalojar rutas, puentes y plazas, dada la incomodidad que les generaba a los que se movilizaban en automóvil). Hace no más de cuatro meses es@s que hoy desconocen legítimamente a la Suprema Corte de Justicia; a los Parlamentarios corruptos; y a los partidos políticos, exigiendo que se vayan bajo el ruido ensordecedor de sus cacerolas, pedían a estos mismos que repriman a los cortadores de rutas ( piqueter@s). Tanta histeria colectiva sería inexplicable si no supiéramos que la gota que rebalsó el vaso de la paciencia de las capas medias fue el congelamiento de sus pequeños ahorros en los bancos, (corralito ). Esta medida se pensó para no perjudicar con la crisis a los grandes bancos, que en el momento en que se desmoronaba el modelo de Cavallo se protegieron fugando capitales por la suma de diecisiete mil millones de dólares al exterior solo en el curso de seis meses. Para que esto sea posible, y entendible para l@s que quieran ir un poquito más allá de la epidermis en la crisis argentina, habrá que decir que la manifestación de la derrota ideológica en los sectores medios se manifestó en la conducta que dio lugar a la frase sálvese quién pueda. La recomendación adquirió formas de autoprotección y se expresó en el generalizado no te metas. En la suplantación desde hace varios años del concepto nosotros l@s argentinos, por el yo argentin@. Se manifiestó también, en la difundida expresión de ese sector, que sostiene: hay que irse de este país de mierda. Es duro señalar esta realidad, pero es preciso puntualizarla para entender mejor. Lo que daba solidez material y tranquilidad para asegurar el sálvese quién pueda eran los pequeños ahorros en dólares que los sectores medios poseían en la caja de los bancos. Esto se daba cuando much@s de ell@s sentían asegurado su futuro mediante la ficticia convertibilidad Caballista que señalaba que un peso valía un dólar. Cuando, como en las mejores tragedias griegas, en su último acto de gobierno el moribundo presidente De La Rúa y su ministro de economía Caballo congelaron los depósitos de los pequeños ahorristas, la angustia, desesperación e ira pudo más que el viejo y meneado no te metás. Se metieron masivamente desafiando la represión y el estado de sitio. Hay que valorar la decisión de meterse, protagonizar, actuar colectivamente para cambiar la situación. Lo que no es bueno es sobre valorar lo que expresa hoy el cacerolazo de esas mismas capas medias. No creemos que esa movilización popular nada despreciable esté expresando otra cosa que no sea el legítimo reclamo de devuélvanme lo que es mío. Esa indignación y manifestación de una parte importante de nuestro pueblo no nos pone al borde de revolución popular o el Argentinazo. Sólo significa que hay una reivindicación socioeconómica que de satisfacerla terminaría en pocas horas con el malestar. Si se decretara la libre disponibilidad de los depósitos de l@s pequeñ@s ahorristas, es muy posible que las tres cuartas partes de las cacerolas vuelvan a sus estantes en las cocinas. Aunque podamos equivocarnos no vemos hasta hoy otra reivindicación económica, que colectivamente mueva a los sectores medios de la Argentina. La reivindicación política más elevada y avanzada que levantan estos sectores es su repudio a los partidos y a la política, por ello han acuñado la consigna que se vayan tod@s. Más allá de las capas medias que hoy luchan en las calles argentinas, es bueno dar una opinión para valorar la globalidad de la situación sobre los sectores expulsados y marginados del sistema, que mucho antes que éstos vienen luchando en la Argentina. Nos referimos a lo que se ha dado en denominar Piqueter@s. Queremos expresar una reflexión que no hace a lo central, pero sí demuestra como incide el enemigo neoliberal sobre la acción, conducta, táctica y opiniones de los sectores más variados de la sociedad a través de los medios masivos de difusión –muy especialmente- de la televisión. La denominación de Piqueteros no surgió de la creatividad de los propios actores que hoy cortan rutas y puentes en la Argentina, sino de los comunicadores sociales que comenzaron a llamarlos de ese modo. La denominación de Piqueteros tiene su origen en el sindicalismo de principios del siglo XX refiriéndose a grupos que aseguraban el acatamiento a las huelgas resueltas colectivamente mediante la fuerza. No es incorrecto señalar como Piqueteros, por la proximidad en las formas de accionar a l@s compañer@s que hoy adoptan la forma de lucha que hace centro en los cortes de ruta; pero también podríamos haber utilizado una referencia que tenga que ver más con las formas actuales de esta lucha novedosa. Realizamos esta digresión a fin de dar cuenta del grado de incidencia que los medios masivos de comunicación en poder del enemigo, tienen sobre todos los sectores del movimiento popular y no sólo sobre las capas medias. Debemos reivindicar al Movimiento Piquetero por su masividad, disposición para la lucha y ejemplos de heroicidad dados ya que en los últimos cinco años es el sector que más muert@s y detenid@s ha tenido que sufrir por su legítima lucha. Todas estas virtudes que nadie en su sano juicio puede desconocer, impide que analicemos con objetividad, qué nivel de conciencia, organización y propuesta política expresa hoy el denominado Movimiento Piquetero. La reivindicación económica central de este movimiento exige a los Estados, Nacional y Provinciales el otorgamiento de los denominados Planes Trabajar, y Planes de Emergencia Laboral. Los mencionados son planes de asistencia social que otorga el Gobierno Nacional como el de las provincias acordados con el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, mediante líneas de créditos que destinan a tal fin. El monto de esta ayuda asciende a menos del 50% del salario mínimo, vital y móvil. Salario mínimo, que no se modifica desde 1989. Esta reivindicación económica exigida por los más humildes como expresión del máximo de su combatividad y concepción antimodelo demuestra en sí misma los límites ideológicos en lo que ha quedado encorsetado nuestro pueblo después de la derrota de los ´70. Si tomamos el grado de conciencia sindical y política de nuestro pueblo trabajador hace apenas década y media atrás el reclamo tan pequeño de un Plan Trabajar o de Emergencia Laboral en la actualidad, sólo confirma lo que estábamos señalando en relación a la derrota ideológico- política de la Argentina que fue. Estos reclamos, con todo el valor que muestran por que permiten la movilización de l@s expulsad@s del sistema son funcionales al modelo dado que encajan perfectamente en la concepción neoliberal sobre que el trabajo, la dignidad y la alimentación no son derechos ciudadanos a los cuales el Estado debe asistir por obligación; sino necesidades y como tales –necesidades- el estado liberal en forma benévola las asiste. Es algo que el Estado neoliberal da, no como un derecho sino por ser conciente de la existencia de una necesidad. Al no ser conceptualizada como un derecho se echa por tierra y se acepta la eliminación de lo que en otro momento histórico nuestro Pueblo conoció como legislación social avanzada. Esta estuvo entre las más desarrolladas del mundo, inclusive de lo que se dio en llamar los países del socialismo real. El retroceso y deterioro es notorio. Hay un elemento más sobre el que queremos opinar. Concebidos como necesidad y no como derechos la asistencia a los humildes, pasa a ser una cuestión de benevolencia o de insensibilidad del amo, o dueño del poder. Lo otorga o lo retira en función de que le cierren o no, los números del presupuesto. Concebido así el que posee el poder para darlo o quitarlo se transforma para los beneficiarios en Dios o en el Diablo, por lo que todo está pensado para que los beneficiarios se transformen en clientes del caudillo político que tiene en sus manos la administración de dicha ayuda. Lo lamentable y doloroso es que una parte no menor de los actuales dirigentes piqueteros utilizan la misma concepción y metodología para la administración de los Planes de ayuda social. Solo que con una diferencia: no lo utilizan en beneficio económico propio sino que al llegar a acuerdos con los gobiernos para que le sean otorgados a ell@s los cupos de ayuda, luego lo utilizan como criterio de organización político-social supeditando la incondicionalidad de l@s beneficiari@s a las organizaciones que dirigen y a través de las cuales intentan hegemonizar al Movimiento Popular. Situación que al darse de esta manera en vez de construir organización popular de abajo hacia arriba como es necesidad la estructuran de arriba hacia abajo con un criterio cuasi militar de la disciplina. Agregando a ello, que como ese criterio de organización popular tiene su basamento en los vasos comunicantes con el poder que es el que otorga o no el dinero para la ayuda social, cuando la lucha se pone exageradamente dura de acuerdo a los criterios del poder, se cierra el grifo del otorgamiento de planes, destruyendo la organización popular estructurada sobre esas bases. En la disputa por la organización y conducción de l@s sin trabajo y excluíd@s, no es menor la manipulación que realiza el poder, privilegiando a un@s y desconociendo a otr@s. En las últimas semanas hemos asistido a una bochornosa situación: organizaciones y dirigentes de uno y otro sector (provenientes de distintos sectores de izquierda) se intercambiaron públicamente agravios y acusaciones que iban desde el adjetivo de abandono de la lucha, hasta la imputación de traiciones mutuas. Lo más repudiable es que para dar fuerza material a las distintas posiciones tanto unos como otros, entraron en una “loca dinámica movilizadora”; que no hizo más que demostrar el sentido utilitario que esta “seudo dirigencia revolucionaria” tiene de las necesidades de los más postergad@s. Movilizaciones, que suponían gran cantidad de mujeres y niñ@s marchando en el tórrido verano porteño; donde el reclamo de trabajo y comida pasaba rápidamente a segundo plano, para privilegiar en el discurso de los dirigentes, las disputas internas Inter.-sector. A dos meses de la caída del gobierno del Dr. De La Rúa ( 20/02/02); cuando se memoraba la pueblada de cacerolas y piquetes que marcó su final y que nos costara treinta muert@s, los dos bloques en que se divide el Movimiento de los Excluidos ( CCC igual PCR –FTV igual CTA) versus (Bloque Piquetero: Barrios de Pie igual Patria Libre –CCC igual Castels- MTL igual P.C. –Polo Obrero igual PO) hicieron sus convocatorias en lugares distintos, a horarios distintos; llevando a cabo actos distintos, desde donde unos cuestionaron a los otros y viceversa. ¿Si la base social es la misma, si iguales son los padecimientos, y por lo tanto las reivindicaciones; cuál es la causa, que impide tener una fuerza única, mediante la cual seríamos más fuertes ante el enemigo? En nuestra opinión se recicla una vez más, la enfermedad crónica del Movimiento Popular Argentino: limitada conciencia en los dirigentes, sobre la profundidad de la crisis, deficiencia seria por donde se cuelan personalismo; hegemonismos; soberbia; sectarismo; dogmatismo; oportunismo; incoherencia y otros males. Nos parece que con los actuales conductores de la lucha social de este sector – uno de los más importante de la Argentina de hoy- es poco lo que éste puede aportar a una propuesta política común que aspire a cerrar la crisis desde los intereses populares. Es más, en estas condiciones esa estrechez de miras, profundiza la dispersión y abona sin quererlo los planes de la derecha. ¿Cuál es la consigna que hoy sintetiza la reivindicación política principal del movimiento de l@s humildes? ... que se vayan tod@s! También ha calado la idea de repudio a los partidos políticos y a la política como responsables directos de su situación y de los dramas económicos que nos afligen. Esta reivindicación política en los sectores humildes se da con menor fuerza que en las capas medias, ya que por un lado siempre el estómago, y el saciar el hambre está primero. Pero esa menor fuerza en el reclamo político, no sólo tiene que ver con que el estómago está primero, sino porque en la concepción neoliberal de clientelismo político los vasos comunicantes de los nuevos caudillos neoconservadores con los estratos más bajos de la sociedad son muy profundos. Asistimos a la dolorosa comprobación de que en los sectores más postergados de la sociedad se ha borrado totalmente la cultura del trabajo. Se borró la conciencia de que en un país capitalista normal el trabajo hay que ir a buscarlo a las empresas, sean estas estatales o privadas. De esta manera se toma como normal que para conseguir trabajo o ayuda hay que recurrir a los dirigentes políticos. El registro de que los sectores más necesitados por su exclusión del modelo neoliberal son los que más rápidamente adoptan formas explosivas de resistencia; pero a su vez, los que más fácil pueden ser utilizados, aprovechando su indigencia extrema, por políticos y hasta por sus propios dirigentes nos confirma lo que sostenemos en el inicio de estas reflexiones en cuanto a qué tenemos un movimiento popular desarticulado, dividido y quebrantado. Hay Argentina del primer y del segundo piso. Son dos Argentinas que luchan pero paralelamente sin vasos comunicantes una con la otra; más allá del voluntarismo de algunos de sus dirigentes que levantan la consigna piquetes y cacerolas, la lucha es una sola. Dos palabras antes de terminar, sobre una nueva forma de organización popular, surgida luego del “cacerolazo” que terminara con el gobierno de la ALIANZA –UCR del Dr. De La Rúa; y con la breve y payasesca irrupción de Rodríguez Saa. Nos referimos a las Asambleas Barriales y de Localidad que se desarrollan en la Capital Federal y el Gran Buenos Aires. Mirando este fenómeno desde la superficie, o como es posible que le ocurra a algún observador de los países hermanos que sólo maneja información fragmentada; se puede llegar a la conclusión que las Asambleas Barriales, son la forma orgánica que van adoptando los cacerolazos. Dado que en sus orígenes los mismos, tuvieron un alto grado de espontaneidad. Ello debería ser la secuencia lógica de la crisis, además, de lo deseable. Ellas son, como forma, las que ordena una sociedad con una profunda crisis de representatividad político- social terminal, como es la nuestra. Las Asambleas Barriales surgen cuando muchos de los actores de los cacerolazos, toman conciencia de lo dañino que significó “el no te metas”. Revaloraron la importancia del protagonismo ciudadano más allá del voto y notaron que la lucha no puede reducirse a estar “en contra de”, sino que es preciso ir resolviendo colectivamente “a favor de qué cosas” se deben encaminar las futuras acciones. Como es normal en todo proceso político- social, l@s actores de las Asambleas Barriales cuantitativamente son bastante inferiores a aquellos que se volcaron a la calle el 19 y 20 de diciembre. El sector social que las protagoniza es esencialmente, el perteneciente a las capas medias urbanas empobrecidas. Sus reclamos resumen las reivindicaciones de aquell@s -que aunque en vertiginoso tobogán- aún se mantienen dentro del modelo. Por eso las relaciones, vasos comunicantes, y nivel de coordinación con los excluidos son casi inexistentes; más allá de que para modificar esa situación es grande el esfuerzo que hacen mimetizados militantes de la izquierda clásica, en uno y otro sector. Estamos convencid@s que las formas que adopte la reformulación del Movimiento Popular en Argentina; que sólo puede darse desde abajo hacia arriba; tendrán que acercarse bastante, a las actuales Asambleas Barriales o algo parecido. ¿Por qué, no suponer entonces, que las actuales Asambleas Barriales puedan transformarse en el comienzo de la construcción de la propuesta político – popular que cierre la crisis, en contenido y forma?. Por que aún se expresan en ella, el individualismo resultante de la derrota ideológica: Por que ese individualismo produce una dispersión de reclamos, imposibles de sintetizar en una sola Plataforma Política.
Por que aún, estas Asambleas, no han superado el sitio de la catarsis y la descarga de tensiones de un sector social, que por primera vez la crisis, lo arrincona hasta una situación límite.
Por que entre una Asamblea de ciudadan@s dispuest@s a protagonizar cambios de rumbo en la historia, y un grupo de autoayuda o de terapia; estas Asambleas están más cerca de lo último que de lo primero.
Por que aún, el sector, social mayoritario que compone las Asambleas, es temeroso de los “desbordes” a los que son afectos los sectores sociales que ya nada tienen que perder ( ni su trabajo ni su hambre). Por que estos sectores de capas media no han superado aún el desprecio por l@s excluíd@s, que apenas alcanzan a disimular y es una de la trabas para la concreción de acciones comunes. Esta franja de la población pone mucha indignación contra l@s más pobres de la sociedad, haciéndolos cargo absolutamente, de los alarmantes índices de inseguridad y criminalidad. No se indignan de la misma manera, con los estafadores, ladrones de guante blanco y especuladores de alto nivel, a los que llegan a admirar en la intimidad, envidiándolo en silencio por no poder parecerse a ell@s. O protestando contra l@s mism@s, pero hasta tanto la vida no los pone en disposición de poder hacer lo mismo. O maldiciendo sus temores, pusilaminidad o mediocridad que les impide llegar a lo que sus valores mercantilizados, ubican como la “cumbre”. Por que ante la dispersión del reclamo y ese rechazo generalizado a la política, que es casi lo único que tienen en común las distintas Asambleas; es evidente que la decisión de los distintos partidos y agrupaciones de la izquierda residual y de los facciosos de derecha, han dispuesto que sus cuadros “desembarquen” en las Asambleas sin presentarse como tales: militantes políticos. Condición que los debería enorgullecer y no ser portadores de dicha condición, en forma vergonzante. O lo que es peor, en una actitud que nada enaltece a quién defiende sus ideas con dignidad, y sin otra especulación, que el convencimiento sobre la justeza de las mismas. Por que esa decisión se fundamenta en la supuesta “necesidad de dotar de contenido” a las Asambleas, según dicen sus propias manifestaciones. Repiten una vez más, la vieja historia, sobre que cada uno se siente portador de la verdad revelada “envistiéndolo la organización” con la patriótica misión de llevar esa verdad “a todo aquel lugar donde se nucleen las masas”. Como si esos que ellos denominan las masas fuesen una “manada de idiotas”. Luego de tantos fracasos no han aprendido aún que el contenido se construye y no se impone. Que en política se conduce persuadiendo y no tratando de meter la vida a patadas dentro de un esquema. Por que con un estilo discursiador y degastante, se disponen a un debate no franco entre militantes, componentes de pequeños grupos de izquierda y de derecha. De bate larvado y no declarado que adopta formas de una discusión estéril por nimiedades cuando en el fondo lo que se está debatiendo, es quién se queda con la hegemonía. De esa manera agotan a aquell@s que sin otro interés que la reivindicación y sus necesidades, intentan participar y hacer sus primeras armas en la lucha político –social. Tanto un@s como otr@s -al finalizar cada Asamblea- se quedan content@s por las resoluciones que no son más que una ficción sobre la decisión colectiva; dado que fueron impuestas no por persuasión sin por presión “de la experiencia militante, o la fuerza del aparato”. Esas resoluciones que aparecen escritas en un papel, poca fuerza tienen para transformar la realidad, pero mucha para engordar el ego colectivo de estas organizaciones meramente testimoniales. Hay dos consignas, en la que sí tod@s coinciden y que refleja un espantoso seguidismo a aquello que los sectores más atrasados de la sociedad desean escuchar: 1-) Que se vayan tod@s 2-) Elecciones ya! Es casi hasta increíble comprobar, como en estas dos consignas coinciden desde la izquierda más dura, pasando por el ARI y la agrupación Peronista del gobernador Kistner, hasta llegar a Seineldin conspirativo coronel carapintada, actualmente en prisión por levantarse en armas contra la Constitución Nacional. Las señaladas son las razones que nos mueven a pensar que las Asambleas Populares lejos están aún de expresar el poder popular reformulado en la Argentina; y mucho menos significar la aparición de los soviets del siglo XXI como se le ocurrió decir a un militante de la izquierda tradicional argentina. Esta visión que puede parecer bastante escéptica en cuanto a las perspectivas futuras, no supone que lo hecho hasta hoy por nuestro pueblo, de nada sirva. Tenemos el convencimiento que después de lo ocurrido los últimos días del año que pasó y los primeros del 2002, que arrancara la vida de 30 compatriotas, nada va ha ser igual. Nuestra afirmación, sobre que nada va ha ser igual, no supone que la situación será distinta para beneficio de los agredidos del sistema. Como hay una crisis abierta, ese nada va ha ser igual puede significar una diferencia, pero a favor de las aves de rapiña de la derecha que aún quieren más. Nada hace suponer que la crisis se haya cerrado con la asunción del presidente Duhalde. En una situación de gran convulsión social, de desprestigio de las instituciones y agotamiento de los partidos históricos (incluidos los partidos de izquierda clásica), más las formas de hacer política, el interrogante a contestar es el que sigue:¿ Quién está en mejores condiciones de incidir, para que la crisis se cierre en su beneficio? ¿el movimiento popular, ese conglomerado heterogéneo que es el pueblo, que hoy lucha sin una propuesta política común que lo unifique, o los núcleos de poder hiper-concentrados de la economía internacional? . Es indudable que estos disponen de un arsenal económico, mediático y de cuadros que les permite su mimetización. Les otorga la posibilidad de disfrazar lo viejo de nuevo y coronar la obra que no pudieron terminar durante el gobierno del Dr. De La Rúa: “ante el caos” , autoritarismo en el plano político y dolarización en lo económico, para seguir concentrando y asegurando sus fortunas, mediante la extinción absoluta de la soberanía nacional. Lucharemos todo lo que se pueda para que el interrogante abierto, se resuelva a favor de la Patria y de su Pueblo. Buscaremos caminos que nos conduzcan a la lucha común de todos los agredidos por el modelo neoliberal, que abracen a su vez, una clara decisión política latinoamericanista. A fuerza de ser sincer@s, no lo vemos sencillo en el corto plazo. Nos inquieta, el estado de dispersión político- ideológica del Movimiento Popular y su debilidad orgánica. Tampoco será fácil –aunque no imposible- generar una alternativa electoral superadora para las elecciones presidenciales del 2003, si es que la crisis no las adelanta. Los elementos expuestos, con mayor o menor claridad en estas líneas es lo que nos induce a sostener que los que están más cerca de resolver la crisis en su favor son los enemigos históricos del pueblo argentino. En nuestro modesto entender, no hay que esperar en forma inmediata cambios profundos a favor de los intereses de la Nación y de su Pueblo. El objetivo de los sectores que aspiramos a esos cambios, es hoy salir de la coyuntura con el menor deterioro posible a fin de poder desbrozar el camino de la acumulación que nos permita seguir construyendo ininterrumpidamente, Poder Popular. Se nos ocurre que ingresamos en una etapa histórica donde hay que plantearse objetivos más permanentes para el mediano y largo plazo, perfeccionando a la vez, el arte de movernos tácticamente con mucha inteligencia, en las batallas electorales. Batallas electorales, a las cuales el poder nos somete cada dos años. Escenarios electorales en los que han decidido que habrán de tener lugar las futuras batallas entre el pueblo y sus opresores históricos. Escenarios electorales en los cuales no podemos dejar de actuar a riesgo de quedarnos aislad@s y sin ningún grado de incidencia política más allá de lo testimonial. Escenarios electorales donde los opresores neoliberales actúan con la solvencia del dueño de casa, proporcionándonos en muchas oportunidades hasta nuestros propios líderes que legitiman el escenario montado. Escenarios electorales que muestran un cambio de táctica de parte de aquellos que ejercen el poder de este mundo globalizado, luego que el genocidio de las dictaduras militares cumplieron con su cometido histórico. Norberto Barber Presidente del Frente Grande Municipio de La Matanza* 15 de Febrero de 2002 *La Matanza: Municipio lindante con la Capital Federal de la República Argentina (ciudad de Buenos Aires). 1.500.000 habitantes; composición social en lo fundamental Capas medias bajas y mayoritariamente trabajadores y excluidos del sistema. NOTA: (1) 1-Entendemos por Movimiento Popular, desde el punto de vista social a todos los sectores de la sociedad argentina, menos aquellos que expresan a los núcleos concentrados del capital –en especial- el financiero. Excluyendo a los mencionados, a todos los demás los incluimos en el concepto PUEBLO; por entender a éste como el motor principal de los cambios profundos. Desde el punto de vista político-social, incluimos en la denominación Movimiento Popular a los partidos políticos populares que representan a las clases y capas mencionadas, a las organizaciones sociales de todo tipo donde el pueblo se nuclea en defensa de sus reivindicaciones (ONGs-sindicatos-mutuales-asociaciones agrarias-de mujeres- jóvenes-culturales-DD.HH- etc.)
https://www.alainet.org/es/active/1761
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