Minería: ¿De qué desarrollo hablamos?

24/04/2001
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Las actividades mineras en el país generan graves enfrentamientos entre empresas mineras y comunidades locales. Los problemas suscitados en Intag y el Pangui, provincias de Imbabura y Zamora Chinchipe respectivamente, deben ser comprendidos en la medida en que las comunidades reclaman su legítimo derecho a oponerse a la explotación minera.

La Coordinadora Ecuatoriana de Organizaciones para la Defensa de la Naturaleza y el Medio Ambiente-CEDENMA, que agrupa a las ONGs que trabajan en temas ambientales, está preocupada por el rumbo que está tomando el desarrollo minero en el Ecuador.

Las consecuencias, que acarrea la actividad extractiva, han sido evidenciadas en informes internacionales como el proporcionado por Oxfam América, publicado por la Conferencia de las Naciones Unidas para el Comercio y el Desarrollo (UNCTAD). El mismo señala que la actividad extractiva minera no es sinónimo de desarrollo social, por el contrario, afecta negativamente el rendimiento económico nacional, aumenta la pobreza, concentra la riqueza, aumenta los conflictos armados alrededor de áreas extractivas, estimula la creación, o fortalece gobiernos autoritarios, aumenta los niveles de corrupción gubernamental, y problemas de gobernabilidad.

Vemos que en la actualidad estos síntomas se manifiestan en el país. Se ha agudizado el clima de inseguridad y violencia generado por la presencia, acciones y agresiones en varias regiones y provincias del país, por parte de empresas mineras nacionales y transnacionales. Además se han suscitado una serie de atropellos a los derechos humanos en contra de opositores a los proyectos mineros.

El enfoque desarrollista y tradicional de los que promueven esta actividad es, entre otras, fuente de preocupación de nuestra organización, ya que la minería industrial es una actividad de esencia y naturaleza no-sustentable, que genera enormes, permanentes e irreversibles impactos ambientales y sociales, y que cuyas externalidades, son asumidas por las comunidades y pueblos indígenas circundantes a las minas. Son los pasivos ambientales y ecológicos que las mineras, nunca están dispuestas a admitirlos, y menos a correr con los gastos de su remediación ni social ni ambiental.

Con frecuencia, los impactos ambientales de esta industria también afectan a recursos renovables, pero siempre y de modo especialmente nocivo, para el agua y la biodiversidad, recursos que son básicos para la subsistencia de una gran parte de la población por los bienes y servicios y por los referentes culturales y espirituales de invalorable riqueza que les brinda.

Quienes tienen mayor poder y control han generado, en contra de dirigentes comunitarios y defensores de derechos humanos, persecución, amedrentamiento, procesos legales infundados, desarticulación de procesos productivos tradicionales, daños irreparables en la salud, tráfico de tierras, criminalización de la protesta social, e inclusive los primeros indicios de paramilitarismo. Por tanto, solicitamos al gobierno nacional investigar a fondo este derecho a los derechos humanos y ambientales.

La actividad minera, al basarse en la explotación de recursos no renovables no es, ni jamás podrá ser, una actividad sustentable, por tanto, se contrapone a uno de los mandatos más importantes de la Constitución de la República, que es el de promover el desarrollo sustentable.

Las comunidades se resisten a los proyectos de desarrollo que destruyen su economía tradicional, sus estructuras organizacionales y sus valores culturales, proceso que se describe como "agresión e imposición de un modelo de desarrollo no concertado con la comunidad". “A la resistencia y protestas […] se responde a veces con la fuerza militar, con lo que se da lugar a numerosos abusos de derechos humanos de la población local”.

Este es el actual contexto de la minería a gran escala en el Ecuador, el cual no es conocido por toda la opinión pública. Al Ecuador le falta mucho para tener condiciones mínimas y favorables para que se desarrolle minería de forma responsable y que beneficie al país, pues las inequidades persisten, la mejor parte se llevan las transnacionales y las economías de origen.

En este momento el Ecuador está en la posibilidad de decir ¡“Alto! aquí nosotros decidimos nuestro futuro”, nunca más permitiremos el saqueo de los recursos naturales de la forma como se lo ha hecho hasta ahora. El Ecuador elige el camino de la sustentabilidad como modelo de desarrollo, pues sus privilegios naturales y sociales le dan para esto y mucho más. No vamos a ser simples espectadores de una escalada sin precedentes de deterioro ambiental, proponemos y actuamos a favor de una sociedad equitativa y sustentable, es decir de una sociedad que armonice sus exigencias de desarrollo económico y social, con la protección del ambiente. Solo así construiremos una patria solidaria y de todos y todas.

- Coordinadora Ecuatoriana para la Defensa de la Naturaleza y el Medio Ambiente (CEDENMA)
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