Nuevo riesgo para la humanidad:
La globalización del enemigo
07/12/2001
- Opinión
Como reacción a los atentados del martes triste del 11 de
septiembre del 2001 en los Estados Unidos, el Presidente George
W. Bush hizo una serie de pronunciamientos que implican alto
riesgo para el futuro de las relaciones entre las naciones: el
terrorismo será enfrentado en cualquier parte del mundo; serán
atacados también aquellos países que dan refugio a las redes del
terror. Quien no acepta esta lucha está contra los Estados
Unidos y a favor del terrorismo.
Aquí hay una manifiesta globalización del enemigo y una
globalización de la guerra con características singulares,
combinando la brutalidad de la guerra tecnológica moderna,
mostrada en la intervención norteamericana en Afganistán, con la
guerra sucia de inteligencia que implica actos de terror y el
asesinato planificado de líderes considerados como terroristas.
Esta estrategia nos proyecta a escenarios sombríos y altamente
peligrosos para la convivencia de la humanidad en el proceso
inexorable de la globalización, fase nueva de la historia de la
Tierra (Gaia) y de la especie homo sapiens e demens.
El primer efecto ocurrió en los Estados Unidos: la creación del
Consejo de Defensa Interna, dotado de una Fuerza de Tarea de
Rastreamiento de Terroristas, fondos específicos y de su
correspondiente ideología justificadora. Nosotros conocemos lo
que significa el Estado de Seguridad Nacional cuyo mayor
ideólogo Carl von Clausewitz (1780-1831) confirió normalidad a
la guerra como "continuación de la política por otros medios".
En nombre de la seguridad se invierte el sentido básico del
derecho: todos son supuestamente terroristas hasta probar lo
contrario. Como consecuencia de ello, surgen inexorablemente
servicios de control y represión, espionajes, pinchazos
telefónicos, prisiones para interrogatorios, violencias por
parte de los cuerpos de seguridad y torturas. Se crea el
imperio de la sospecha y del miedo y la quiebra de la confianza
societaria, base de cualquier pacto social. Hay el riesgo del
terror de Estado.
Dos temores bien fundados acompañan semejante universalización
del enemigo: la delimitación de lo que sea terrorismo y la
identificación de los nichos que alimentan el terrorismo.
Violencia total
La formulación de bien-mal, amigo-enemigo del Presidente Bush,
nos remite a uno de los grandes teóricos modernos de la
filosofía política de trasfondo nazi-fasista, Carl Schmitt
(1888-1985). En su El concepto del político (1932, Voces 1992)
dice: "la esencia de la existencia política de un pueblo es su
capacidad de definir al amigo y al enemigo" (p. 76). ¿Quién es
enemigo? "Es aquel existencialmente otro y extranjero, de modo
que, en caso extremo, hay la posibilidad de conflictos con él...
Si la alteridad del extranjero representa la negación de la
propia forma de existencia del pueblo, debe ser repelido y
combatido para la preservación de la propia forma de vida. Al
nivel de la realidad psicológica, el enemigo fácilmente viene a
ser tratado como malo e indecente" (p. 52)
Bush interpretó la barbarie del 11 de septiembre de guerra
contra la humanidad, contra el bien y el mal, contra la
democracia y la economía globalizada de mercado que tantos
beneficios (en la presuposición de él) trajeron a la humanidad.
Quien esté contra tal lectura, es enemigo, el otro y el
extranjero que cabe combatir y eliminar. Tal estrategia puede
llevar la violencia al interior de los Estados Unidos y a todos
los cuadrantes del mundo. Es la violencia total del sistema
contra todos sus críticos y opositores. La lógica que preside a
los atentados terroristas es asumida totalmente por las
estrategias del Estado norteamericano, apenas con señales
invertidas. Terror es enfrentado con terror, generándose la
espiral de la violencia sin fin. En esa solución no hay ninguna
sabiduría, es apenas expresión de venganza y represalia de ojo
por ojo, diente por diente. Sólo los políticos mediocres, sin
la estatura de estadistas, pueden adoptar semejantes
estrategias.
¿Y luego?
El segundo problema presentado es la identificación de los
nichos que fomentan enemigos. En la actual estrategia son
países considerados parias o bandidos e identificados por sus
nombres, Libia, Sudán, Irak y otros.
Dentro de poco se percibirá que más importantes que estas
naciones, son ideologías libertarias y religiones de resistencia
y liberación como se han mostrado en la oposición al régimen
soviético y en las regiones del Tercer Mundo, dominadas por
gobiernos represores. Ellas crean verdaderas místicas de
compromiso y hacen surgir militantes altamente comprometidos con
la superación del presente orden social mundial, debido a las
altas tasas de inequidad social que producen.
Entre ellas se cuentan las históricas izquierdas
anticapitalistas, los movimientos transnacionales contra el tipo
hegemónico de globalización económico-financiera y los sectores
religiosos vinculados a las transformaciones sociales como el
cristianismo de liberación nacido en América Latina y activo en
África, en Asia y en sectores importantes de la sociedad civil
norteamericana y europea. A estos se suman también grupos
fuertes del islamismo popular, de cuño fundamentalista, y
sectores teológicos islámicos que rescatan los orígenes
libertarios de la gesta de Mahoma y el sentido original del
Corán francamente ligado a los estratos pobres de la población
sea del desierto, sea de las ciudades. Todos ellos serán
considerados enemigos eventuales pues serán vistos como fuerzas
auxiliares del terrorismo. Conocemos las consecuencias de tales
identificaciones: la vigilancia, la tentativa de descalificación
pública, los secuestros, las torturas, los asesinatos. ¿Será
que los Estados Unidos no acogerán una lógica que los condenará
a repetir con más furor lo que ocurrió en América Latina en los
años 60 bajo los regímenes de Seguridad Nacional (bien
entendido, seguridad del capital)?
Tales espectros no son fantasías siniestras. Las medidas ya
tomadas de creación de tribunales especiales contra terroristas,
en cualquier parte del mundo, el secreto de los juicios, la
incomunicación con sus abogados y los juicios sumarios apuntan
hacia formas de excepción, peligrosas para una conciencia de
ciudadanía y de observancia de los derechos fundamentales de la
persona humana. Los nidos de serpientes fueron criados. Y
ellas crecen, se multiplican y pueden morder letalmente, ahora a
nivel global.
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