Quizá solucionemos uno de nuestros problemas
06/02/2007
- Opinión
Después de varias semanas de estar anunciando retrasos en la culminación del proyecto del Transporte Metropolitano, Transmetro, finalmente la municipalidad capitalina pudo poner a funcionar el nuevo sistema de transporte colectivo en el área sur de la ciudad. Aún pendientes de concluir al detalle toda la logística e infraestructura, el pasado fin de semana arrancó la primera fase del proyecto, el cual ha presentado opiniones encontradas en los usuarios. Hay quienes lo ven con optimismo, otros aprecian con paciencia su evolución dan el beneficio de la duda que se merece todo proyecto, también hay ciudadanos a quienes el pesimismo les ha consumido. Pero todas y todos los vecinos de la capital guardan la esperanza de que esta nueva empresa en la que nos vemos involucrado –voluntariamente o no- sirva para transformar la deplorable forma en que hasta hoy ha sido prestado el servicio de transporte colectivo en la ciudad.
Y es que motivos para anhelar un cambio hay, y de sobra. En intento de dibujar cómo funciona el sistema de transporte en nuestra capital (para quienes no la conocen claro) habrá que indicar como primer punto, que las unidades de transporte, conocidas simplemente como camionetas, son obsoletas, con vidrios rotos en muchos casos y en otros con los asientos –sí es que los hay- muy maltratados. Con pilotos grotescamente abusivos e irrespetuosos, no sólo con las señales de transito sino con los usuarios mismos. El servicio en realidad puede calificarse de denigrante para el consumidor. No obstante, los empresarios del transporte reciben periódicamente un oneroso subsidio del Estado para brindar el servicio a precios accesibles. Un quetzal por ruta, un poco más de 13 centavos de dólar. El precio puede parecer muy accesible, si se compara con las grandes ciudades del mundo, pero si lo colocamos a la par de la realidad de miles de trabajadoras y trabajadores y su salario, puede resultar difícil de pagar. En las noches la situación se complica, porque la tarifa prácticamente queda liberada. De tal manera que el conductor, quien recibe directamente el dinero, llega a cobrar el doble o el triple de la tarifa establecida.
Adicionalmente hay otros factores que deben considerarse al tratar de imaginar a un usuario de las camionetas. Porque en ellas puede ocurrir casi cualquier cosa: asaltos, violaciones, asesinatos, extorsiones, peleas e irrespeto total. En el caso del subsidio del Estado, hay que recordar que éste se entrega previa falsa y reiterada promesa de los empresarios de mejorar sus unidades. Ese compromiso jamás se ha cumplido. Y lejos de que la municipalidad, ente rector de este servicio, haga algo para eliminar o al menos reducir las tropelías de los camioneteros, se ha quedado de brazos cruzados durante décadas.
Por ello llama profundamente a la curiosidad que el mismo grupo político, aunque con diferente nombre de partido mantenga, por unos 22 años, un nicho electoral tan duro y constante en la ciudad. Y llama más la atención cuando observamos que el transporte no es el único problema irresuelto de la ciudad. Éste grupo político, encabezado por la arrogancia del ex presidente Álvaro Arzú, ha sido incapaz de ordenar adecuadamente la ciudad. Hay graves problemas con el servicio de agua entubada. Ayer mismo por la tarde un grupo de vecinos cansados de estar sin agua, decidieron bloquear el anillo periférico de la ciudad, ocasionando un embotellamiento en ambos sentidos de la vía.
Este grupo político, que está en su 5º gobierno municipal, tampoco ha resuelto la contaminación que produce tener el vertedero principal de basura, en medio de la ciudad, a unos dos kilómetros del palacio de gobierno. Lo que produce malos olores y daños a la salud. Aunque con numerosos intentos por conseguirlo, la comuna tampoco ha logrado rescatar numerosas calles y avenidas del Centro Histórico, donde se apostan cientos de vendedores informales.
La Ciudad de Guatemala, la más grande de Centroamérica, se convierte todos los días en un verdadero caos, porque el parque vehicular ya superó la capacidad de las calles. El control de la circulación también está en manos de la comuna, y aunque se notan avances en los últimos años, se continúa sin conseguir soluciones de largo plazo a este y muchos problemas más.
Quizá por ello, por ese cúmulo de problemas que agobian a la ciudadanía diariamente, el Transmetro se convierta en un punto de esperanza y de tranquilidad, al menos para uno de los problemas: el transporte colectivo. Pero esa tranquilidad, agilidad y seguridad que ofrece la municipalidad tardará un buen tiempo en llegar. Esos ofrecimientos con los cuales intenta calmar a los vecinos, sólo serán válidos en la medida que se cumplan sus promesas.
De momento han predominado las críticas negativas hacia el nuevo sistema de transporte. Sin embargo hay que entender que apenas ayer fue el primer día hábil (con trabajadores y estudiantes movilizándose) en que funcionó el Transmetro. Y lo hizo en una sola área de la capital: en la ruta del sur. Tanto las autoridades municipales como los usuarios tienen confianza en que los inconvenientes de ayer, que son muchos, se vayan superando paulatinamente. Particularmente los embotellamientos y filas de hasta tres horas que afectaron a los automovilistas que viajan del sur hacia el centro de la ciudad.
A nuestro criterio, el nuevo sistema de transporte merece un tiempo prudencial, antes de rechazarlo y criticarlo ácidamente. Compartimos la idea de que el Transmetro merece tener el beneficio de la duda. Y no lo decimos, desde luego como una posición de simpatía a la comuna y muchos menos hacia el alcalde, de quien ya conocemos su forma trabajo: Incumplimiento de los acuerdo de paz, teniendo su gobierno todo el respaldo político y económico internacional, la municipalidad, el ejército y el Congreso de su lado. Lo hacemos sobre la base de que no es posible seguir rechazando por sistema todo lo que provenga del gobierno municipal o nacional. Ya comprobamos que el servicio de camionetas colapsó hace tiempo, que el Estado no puede ni debe seguir subsidiando empresarios que lejos de brindar atención responsable y respetuosa, abusan y denigran a los usuarios. De hecho somos de la idea de que los servicios básicos deben estar en manos del Estado. No aseguramos que la puesta en marcha del Transmetro solucione de la noche a la mañana el añejo problema del transporte, pero por lo menos, esperamos que sea el inicio, excesivamente tardío, pero, bueno… quizá solucionemos uno de nuestros problemas urbanos.
Erwin Pérez - Editor del Reporte Diario y nalista de Incidencia Democrática
Fuente: Incidencia Democrática (Guatemala)
http://www.i-dem.org
Y es que motivos para anhelar un cambio hay, y de sobra. En intento de dibujar cómo funciona el sistema de transporte en nuestra capital (para quienes no la conocen claro) habrá que indicar como primer punto, que las unidades de transporte, conocidas simplemente como camionetas, son obsoletas, con vidrios rotos en muchos casos y en otros con los asientos –sí es que los hay- muy maltratados. Con pilotos grotescamente abusivos e irrespetuosos, no sólo con las señales de transito sino con los usuarios mismos. El servicio en realidad puede calificarse de denigrante para el consumidor. No obstante, los empresarios del transporte reciben periódicamente un oneroso subsidio del Estado para brindar el servicio a precios accesibles. Un quetzal por ruta, un poco más de 13 centavos de dólar. El precio puede parecer muy accesible, si se compara con las grandes ciudades del mundo, pero si lo colocamos a la par de la realidad de miles de trabajadoras y trabajadores y su salario, puede resultar difícil de pagar. En las noches la situación se complica, porque la tarifa prácticamente queda liberada. De tal manera que el conductor, quien recibe directamente el dinero, llega a cobrar el doble o el triple de la tarifa establecida.
Adicionalmente hay otros factores que deben considerarse al tratar de imaginar a un usuario de las camionetas. Porque en ellas puede ocurrir casi cualquier cosa: asaltos, violaciones, asesinatos, extorsiones, peleas e irrespeto total. En el caso del subsidio del Estado, hay que recordar que éste se entrega previa falsa y reiterada promesa de los empresarios de mejorar sus unidades. Ese compromiso jamás se ha cumplido. Y lejos de que la municipalidad, ente rector de este servicio, haga algo para eliminar o al menos reducir las tropelías de los camioneteros, se ha quedado de brazos cruzados durante décadas.
Por ello llama profundamente a la curiosidad que el mismo grupo político, aunque con diferente nombre de partido mantenga, por unos 22 años, un nicho electoral tan duro y constante en la ciudad. Y llama más la atención cuando observamos que el transporte no es el único problema irresuelto de la ciudad. Éste grupo político, encabezado por la arrogancia del ex presidente Álvaro Arzú, ha sido incapaz de ordenar adecuadamente la ciudad. Hay graves problemas con el servicio de agua entubada. Ayer mismo por la tarde un grupo de vecinos cansados de estar sin agua, decidieron bloquear el anillo periférico de la ciudad, ocasionando un embotellamiento en ambos sentidos de la vía.
Este grupo político, que está en su 5º gobierno municipal, tampoco ha resuelto la contaminación que produce tener el vertedero principal de basura, en medio de la ciudad, a unos dos kilómetros del palacio de gobierno. Lo que produce malos olores y daños a la salud. Aunque con numerosos intentos por conseguirlo, la comuna tampoco ha logrado rescatar numerosas calles y avenidas del Centro Histórico, donde se apostan cientos de vendedores informales.
La Ciudad de Guatemala, la más grande de Centroamérica, se convierte todos los días en un verdadero caos, porque el parque vehicular ya superó la capacidad de las calles. El control de la circulación también está en manos de la comuna, y aunque se notan avances en los últimos años, se continúa sin conseguir soluciones de largo plazo a este y muchos problemas más.
Quizá por ello, por ese cúmulo de problemas que agobian a la ciudadanía diariamente, el Transmetro se convierta en un punto de esperanza y de tranquilidad, al menos para uno de los problemas: el transporte colectivo. Pero esa tranquilidad, agilidad y seguridad que ofrece la municipalidad tardará un buen tiempo en llegar. Esos ofrecimientos con los cuales intenta calmar a los vecinos, sólo serán válidos en la medida que se cumplan sus promesas.
De momento han predominado las críticas negativas hacia el nuevo sistema de transporte. Sin embargo hay que entender que apenas ayer fue el primer día hábil (con trabajadores y estudiantes movilizándose) en que funcionó el Transmetro. Y lo hizo en una sola área de la capital: en la ruta del sur. Tanto las autoridades municipales como los usuarios tienen confianza en que los inconvenientes de ayer, que son muchos, se vayan superando paulatinamente. Particularmente los embotellamientos y filas de hasta tres horas que afectaron a los automovilistas que viajan del sur hacia el centro de la ciudad.
A nuestro criterio, el nuevo sistema de transporte merece un tiempo prudencial, antes de rechazarlo y criticarlo ácidamente. Compartimos la idea de que el Transmetro merece tener el beneficio de la duda. Y no lo decimos, desde luego como una posición de simpatía a la comuna y muchos menos hacia el alcalde, de quien ya conocemos su forma trabajo: Incumplimiento de los acuerdo de paz, teniendo su gobierno todo el respaldo político y económico internacional, la municipalidad, el ejército y el Congreso de su lado. Lo hacemos sobre la base de que no es posible seguir rechazando por sistema todo lo que provenga del gobierno municipal o nacional. Ya comprobamos que el servicio de camionetas colapsó hace tiempo, que el Estado no puede ni debe seguir subsidiando empresarios que lejos de brindar atención responsable y respetuosa, abusan y denigran a los usuarios. De hecho somos de la idea de que los servicios básicos deben estar en manos del Estado. No aseguramos que la puesta en marcha del Transmetro solucione de la noche a la mañana el añejo problema del transporte, pero por lo menos, esperamos que sea el inicio, excesivamente tardío, pero, bueno… quizá solucionemos uno de nuestros problemas urbanos.
Erwin Pérez - Editor del Reporte Diario y nalista de Incidencia Democrática
Fuente: Incidencia Democrática (Guatemala)
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https://www.alainet.org/es/active/15462
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